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Las terribles herencias de Maduro y Leoni

Hugo Chávez le dejó a su heredero el gobierno más corrupto y cínico de toda nuestra historia. Rómulo Betancourt legó a  su sucesor un temible aparato de tortura, represión y asesinatos

La historia no se repite, pero enseña a comprender y hasta evitar fenómenos contemporáneos. Respetando distancias históricas y diferencias entre los personajes, se me antoja analizar con ustedes, los paralelismos entre los procesos sucesorales de los presidentes Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, ambos del partido Acción Democrática (AD); y los presidentes Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro, ambos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). No se enfurezcan, unos y otros, porque los mencionados líderes tienen sus respectivos puestos en la historia venezolana; los primeros en el siglo XX, y los segundos en los siglos XX y XXI.

Mi tesis esencial, al respecto, es que Chávez generó consecuencias insostenibles sobre el gobierno de Maduro, igual que Betancourt generó consecuencias inmanejables sobre el gobierno de Leoni.

Notables diferencias hubo, importante destacar:

1.- Betancourt fue un líder honesto, intolerante e inmisericorde con sus contrarios; mientras que Chávez fue autoritario e inescrupuloso en el uso de los recursos del Estado, y tolerante con sus oponentes.

2.- Betancourt montó un aparato de persecución, tortura y muerte contra sus enemigos; y Chávez logró hacerse del control político de los Poderes Públicos, especialmente a partir de 2005, cuando la oposición abandonó las elecciones parlamentarias de diciembre de ese año.

3.- Betancourt tuvo un fuerte liderazgo sobre AD, y ninguno sobre el de los partidos aliados de su gobierno; y Chávez se afincó en una preponderancia absoluta sobre el Psuv y las bases de los movimientos aliados, a los cuales siempre trató como necesarios pero prescindibles, a la hora de las disidencias.

4.- Betancourt mantuvo a raya a los agentes de la corrupción que pretendieron hacerse con los dineros públicos; y Chávez los protegió y estimuló hasta su último aliento, el 5 de marzo de 2013, legando el sistema político más corrompido de toda la historia republicana de Venezuela y América Latina y el Caribe, con excepción de las grotescas dictaduras de Juan Vicente Gómez, Trujillo (R. Dominicana), Somoza (Nicaragua), Strossner (Paraguay) y sus similares.

En el caso de Leoni y Maduro, sus diferencias son marcadas por la ilustre trayectoria del primero, como político socialdemócrata y abogado laboralista, quien además fue candidato presidencial en contra e la voluntad del Presidente en ejercicio; y el relativamente pobre desempeño histórico e intelectual del segundo, hasta que fue ungido por su predecesor como encargado de la Presidencia y próximo candidato presidencial del Psuv y sus abyectos aliados.

Leoni (1963) compitió en un país enguerrillado y después de al menos dos divisiones importantes de su partido (MIR y ARS), y frente a varios competidores de importancia; y Maduro (2013) encabezó una campaña bipolarizada (PSUV-MUD), con su partido unido y bajo el liderazgo político y sentimental de Chávez. En 1963, hubo diversos liderazgos importantes y conceptualmente de alto nivel, mientras que en 2013 tuvimos dos candidatos mediocres, ignorantes y absolutamente sostenidos por sus respectivas alianzas político-electorales.

Leoni heredó de Betancourt, un país en crisis, con muchas potencialidades, pero con una maquinaria de represión, tortura y asesinatos (SIFA-DIGEPOL, etc.) con dirección estratégica y práctica de la CIA y el Pentágono, y la ferocidad de agentes cubanos anticastristas adoctrinados por la CIA. El nuevo Presidente (1964-1969) no pudo contener el peso inercial de esa monstruosidad: durante el gobierno de Leoni, hubo más torturados y asesinados que en el período anterior, y fue inaugurada la inhumana etapa de los «desaparecidos», tanto en Venezuela como en América Latina y el Caribe. La peor herencia betancourista.

En el caso de Maduro, la peor herencia chavista es la monstruosidad de la corrupción militar-cívico que ha arruinado nuestra economía, y destrozado la moral pública en Venezuela, como nunca antes. Maduro no podrá aminorar la codicia y el descaro de las mafias de la corrupción chavista, tienen vida propia, intereses propios, objetivos propios y hasta «derechos» propios, porque creen sus asquerosos capos que se lo han ganado por su fidelidad al líder fallecido y al «proceso» que dicen defender.

A fin de cuentas, creo sinceramente, que Maduro no es culpable; culpables son Chávez y los mafiosos que cobijó durante su largo mandato, todos impunes y hasta pendencieros, prevalidos de abuso de poder y la fantasmal complicidad que los encubre, desde el mundo político y empresarial, donde encontraron una pléyade de testaferros, tan cobardes como codiciosos.

Hace varios años, escribí algo que quiero reiterar, hoy: El gobierno de Hugo Chávez es moralmente injustificable, y moralmente insalvable. Eso heredó Nicolás Maduro, quien, rodeado de mafias enriquecidas hasta el asco, no podrá hacer buena su palabra empeñada, en noviembre de 2013, contra la corrupción. Por el contrario, a sus capos les ha garantizado impunidad total, y a otros jefes mafiosos que han pulverizado el bolívar, los ha ratificado en altos cargos públicos, tanto en el tren ministerial como en empresas del Estado y el Banco Central de Venezuela.

La consecuencia inmediata de esta vulgaridad hecha gobierno, son los graves trastornos económicos: pulverización del bolívar, escasez, alta inflación (la mayor del mundo) y enervación del aparato estatal. Así, vivimos en una macro sociedad de cómplices, en la que gobierno y oposición se acusan pero disfrutan de riquezas mal habidas, mientras el pueblo empobrece con fugaz dinero devaluado en sus manos.

Conclusión: Leoni no pudo con el peso inercial de la maquinaria de tortura y muerte que le dejó montada Betancourt ni Maduro podrá con la pestilente corrupción que le dejó montada Chávez, quien se fue a la tumba con ese enorme fracaso ético y moral, dejándonos el gobierno más corrupto y cínico de toda nuestra historia.

TEMA ANTIPÁTICO La fugaz detención del ciudadano Marcos Morín por efectivos del Sebin, tiene un lado “antipático” que paso a plantear:

1.- Como todo ciudadano en Venezuela, MM tiene derechos y deberes que deben ser respetados por el Estado y por todos nuestros conciudadanos; y cumplidos por él, igual que todos quienes aquí habitamos, seamos nacionales o extranjeros.

2.- En nota de Últimas Noticias, se le califica profesionalmente, al informar: “Periodista fue detenido ‘a golpes’ por funcionarios del Sebin”. Porta un carnet en el que se auto califica de “periodista independiente”, “Lic. en Estudios Internacionales” y “Prof. Universidad Alejandro de Humboldt”.

3.- En Venezuela, Periodistas somos los egresados universitarios licenciados en Comunicación Social y miembros del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), según la vigente Ley de Ejercicio del Periodismo (1994). De hecho, ya somos más de 20.000, los miembros del CNP.

4.- El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) no está autorizado a calificar a ningún ciudadano como “Periodista”, sólo puede acreditar a todo trabajador de medios, según la función que ejerza laboralmente.

5.- A ningún Lic. en Comunicación Social he visto auto calificándose de “Abogado Independiente”, “Ingeniero Independiente” o “Internacionalista Independiente”. ¿Por qué CNP y SNTP no asumen su rol gremialista en resguardo del ejercicio profesional del periodismo? Lo planteo, porque muchos pretenden escudarse en la auto calificación de “periodista”, para ejercer activismo político a través de medios electrónicos (Twitter, correo-e, etc.), haciendo ver que cualquier individuo que lance (buenos, malos, virtuosos o mediocres y vulgares) mensajes de texto o fotografías por las redes sociales, se “gradúa” de “periodista”, incluyendo especialmente a quienes se dedican a forjar mensajes e imágenes desde bandos políticos extremistas en conflicto, dirigidos a ofender o alarmar a la sociedad. El CNP bien podría pronunciarse al respecto, sentar criterio gremial sobre la defensa del ejercicio profesional del periodismo, como lo obliga la Ley de Ejercicio del Periodismo que lo creó y estableció su marco de existencia legal en la República, en 1994, con inmediato antecedente legal vigente desde 1972.

ES MUY FÁCIL sentarse en una computadora y “graduarse” de “periodista”. Jodido (y fascinante) es formarse intelectual y profesionalmente hasta graduarse en una universidad reconocida; y asumir las pautas del Código de Ética del Periodista Venezolano, al ingresar al Colegio Nacional de Periodistas. No pocos, algunos muy “famosos” y dicharacheros, han pasado un  tiempo por las aulas universitarias, pero decidieron abandonar la academia o simplemente no pudieron  obtener la licenciatura en Comunicación Social, y se hacen llamar “periodistas”. Es parte del timo abierto admitido por factores de poder (político y económico) en Venezuela, tradicionalmente. Luego, con dudosa velocidad y abundantes recursos financieros, se hacen “editores” y andan pedantones y amenazantes, hasta extorsionando. Pero lo que más les gusta, íntimamente, es llamarse “periodistas”, les da caché, les permite medrar, manipular, chantajear y escudarse, a la hora de afrontar problemas ante la Ley. Es parte de la fauna de timadores que han medrado y siguen medrando en el desmoronamiento moral de la República, que muy pocos se atreven a asumir como el peor de los males de la Venezuela actual. ¿Los dirigentes del CNP y SNTP son conscientes de la gravedad del problema planteado? Presumo, que no, lamentablemente, porque una cosa es liderar el delicado y exigente ejercicio profesional del periodismo a favor de la sociedad y los derechos del pueblo, defenderlo y protegerlo académicamente, especialmente de usurpadores y timadores, y de intereses políticos y económicos que han distorsionado el periodismo venezolano; y otra muy distinta, politiquear a favor o en contra de alguna corriente política o intereses ocultos.

DOCUMENTOS PARA LA POLÍTICA 1974-1994 es un voluminoso compendio de pronunciamientos del movimiento PRV-FALN-RUPTURA, cuyo compilador es Ramón Elías Morales Rossi (“El Catire”), radicado en Barquisimeto, con la intención de facilitar la investigación y análisis de los acontecimientos importantes de Venezuela en las últimas cuatro décadas del siglo XX, pero “dirigido, en primer lugar, a quienes se han iniciado en la lucha política en los últimos años… a una ‘militancia’ que se inaugura al final de la última década del 1900 e inicio de la primera del 2000”. La interesante obra puede ser requerida para su distribución, al amigo Héctor García (hectgarci@yahoo.com 0414-2068567), quien tuvo la gentileza de enviármelo a la sede de “La Razón”. Buen aporte.

MANUEL ISIDRO MOLINA

Ex presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela, licenciado en Comunicación Social (UCV), especialista en Ciencias Políticas (USB) y asesor en análisis de entorno político y social.