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Golpe de Estado en Tailandia tras seis meses de crisis

El Ejército de Tailandia declaró este jueves un golpe de Estado, dos días después de proclamar el estado de excepción en medio de una crisis política que ha costado el cargo a la primera ministra Yingluck Shinawatra y tras seis meses de protestas antigubernamentales.

Los participantes en las protestas han recibido la orden de dispersarse, las reuniones de más de cinco personas han quedado prohibidas, la Constitución suspendida y se ha impuesto un toque de queda desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana. Los integrantes del Gobierno en funciones han recibido orden de presentarse en un cuartel militar antes de que acabe el día, según lo informa la web del diario español El País.

“Para que la situación vuelva rápidamente a la normalidad y para que la sociedad recupere la paz de nuevo, el Ejército tiene que asumir los poderes”, declaró el jefe del Ejército tailandés, Prayuth Chan-Ocha, en una comparecencia en directo ante las cámaras de televisión. El anuncio del jefe militar se produjo tras un encuentro a siete bandas para intentar buscar una salida a la parálisis política. “Como no podemos encontrar un modo de pacificar el país y nadie da marcha atrás, les anuncio que tomo el poder”, les comunicó a los reunidos, de acuerdo a la versión de un miembro de la Comisión Electoral presente y citado por Reuters. “Quédense sentados y quietos”, añadió el general.

Entre los participantes a las reuniones se encontraban representantes del actual Gobierno interino, de los diversos partidos, el líder del movimiento de oposición popular que ha protagonizado las protestas antigubernamentales, Suthep Thaugsuban, y del Senado y la Comisión Electoral. Pero, según informa el diario The Nation en su página web, Prayuth dio por fracasada la reunión y los soldados llevaron a los participantes al cuartel del Primer Regimiento de Infantería.



Dos días antes, el jefe militar había proclamado el estado de excepción y la censura de los medios de comunicación con el argumento de que era necesario para restablecer el orden, pero había negado que se tratara de un golpe.

Tras el anuncio de Prayuth, el Ejército ha proclamado el toque de queda entre las diez de la noche y las cinco de la mañana hora local, mientras que han quedado prohibidas las reuniones “por motivos políticos” de más de cinco personas, so pena de un mínimo de un año de prisión. Las cadenas de radio y televisión han recibido la orden de suspender sus programaciones y sólo se emiten los comunicados militares.

En el trasfondo de la crisis está el enfrentamiento entre los partidarios del rey Bhumibol Adulyadej y el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, un antiguo magnate de las telecomunicaciones tailandesas y muy popular entre las clases más desfavorecidas. Depuesto por el Ejército en 2006 bajo acusaciones de corrupción y falta de respeto al rey, huyó del país en 2008 para evitar ir a la cárcel por corrupción.

Desde entonces, no ha dejado de ejercer una poderosa influencia en la política tailandesa, en especial a través del Gobierno de su hermana Yingluck Shinawatra, a la que el Tribunal Supremo depuso el 7 de mayo por abuso de poder, pero cuyo Gobierno continúa al frente del país. El actual primer ministro, Niwatthamrong Boonsongphaisan, era su “número dos” y responsable de Comercio.

Los manifestantes acusan a Thaksin y a su hermana de corrupción y abuso de poder y reclaman que se nombre a un primer ministro interino neutral hasta la celebración de elecciones, que el actual jefe de Gobierno ha ofrecido aplazar hasta el 3 de agosto. Los “camisas rojas”, el movimiento popular leal al exmagnate y concentrado en las afueras de Bangkok, amenazaba por su parte con violencia si se cesaba al Ejecutivo actual.

Un total de 28 personas han muerto y centenares han resultado heridas en las manifestaciones en Bangkok que desde noviembre reclamaban reformas y el cambio de Gobierno. Yingluck disolvió la cámara Baja del Parlamento en diciembre, y Tailandia celebró elecciones en febrero, pero los comicios fueron anulados por el Tribunal Constitucional debido a incidentes de protesta en numerosas circunscripciones.

Los militares tailandeses, considerados próximos a los manifestantes contra el Gobierno, no son ajenos a la intervención en la política de su país. Desde el fin de la monarquía absolutista en 1932 han dado 18 golpes de Estado, 11 de ellos con éxito.

La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación al golpe. El presidente francés, François Hollande, lo ha condenado y gobiernos como el australiano, el japonés o el británico han expresado su alarma. El Pentágono ha indicado que revisará su colaboración con las Fuerzas Armadas tailandesas.

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