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La tiranía se inventó una oposición coartada

A la oposición inventada se le retribuye su servicio integrándola a la clase dominante, mediante una cuota burocrática y negocios de participación en la renta del Estado.

A Milovan Djilas, autor del libro “La Nueva Clase”, publicado en 1957, le debo, como tantos otros jóvenes rebeldes de comienzos de los años 60 del siglo pasado, no haberme hecho comunista, que era la moda de la época. Djilas, miembro prominente del gobierno comunista de Yugoslavia, tuvo la honestidad de desenmascarar el sistema que había contribuido a establecer. Demostró que era mentira que el comunismo creaba la igualdad y que en su etapa de transición era efectivamente la dictadura del proletariado. En verdad sólo había una sustitución de burguesías. A la burguesía del capitalismo la sustituye la burguesía del comunismo, que llamó la “nueva clase”. Esta nueva clase dominante es la élite comunista, que se perpetúa en el poder como una aristocracia cerrada, practicando el nepotismo (toda la familia mandando) y el clientelismo (todo el clan usufructuando). La burguesía comunista (conocida en la historia como “nomenklatura” y aquí en Venezuela como boliburguesía), se diferencia fundamentalmente de la capitalista en que no es dueña de los medios de producción, lo cual significa que no crea su riqueza mediante la iniciativa y el trabajo, ni pone dinero de su bolsillo corriendo los riesgos consiguientes, sino administradora de riqueza ajena, expropiada o confiscada, de la cual se apropia y saquea como está sucediendo en nuestro país. No es la comunista una burguesía productiva, sino estéril, explotadora y depredadora, causante al final del colapso económico del sistema. No hubo en la URSS, ni en sus países satélites, ni en Cuba y ni tampoco ahora en Venezuela una “dictadura del proletariado”, sino una tiranía de la élite, burguesía o aristocracia, integrada por los políticos y burócratas comunistas, sobre la sociedad entera, incluyendo a los trabajadores.

No podía Djilas imaginar siquiera la modalidad que adoptaría la “nueva clase” en el comunismo del siglo XXI. No podía imaginarlo porque la tiranía comunista de su tiempo no admitía oposición política, ni siquiera en la etapa de transición o de construcción del comunismo. A causa de la globalización de la democracia, efecto político de la globalización del capitalismo, debieron los comunistas hacer un ajuste estratégico, en este caso la Internacional de América Latina (Foro de Sao Paulo). Consiste en inventarse una oposición que le sirva de coartada democrática durante la transición al comunismo. Esta oposición, útil para disimular ante propios y extraños y hacer creer que es posible construir el comunismo en democracia, cumple esta triple función: actuar de comparsa electoral para legitimar las elecciones fraudulentas, servir de tapón para impedir que emerja un liderazgo que encamine el descontento creciente hacia la rebelión (lo que llaman despectivamente “atajo”), obligando a seguir el juego de las elecciones arregladas, y abogar por la tiranía comunista ante la comunidad internacional evitándole las sanciones y el aislamiento. A esta oposición inventada se le retribuye su servicio integrándola a la clase dominante, mediante una cuota burocrática y negocios de participación en la renta del Estado.

Así, pues, en la construcción del comunismo del siglo XXI hay un aporte estratégico que no podían prever los comunistas del siglo pasado. Se trata de una clase dominante que se desdobla para darle estabilidad a la tiranía. La que tiene el poder, o “nomenklatura” , y la que colabora ocupando el espacio que correspondería a la oposición, o “colaboracionismo”. Ambas forman la misma clase dominante, burocrática y rentista, de esta etapa intermedia. Lo ha reconocido Lula al proponer que PSUV y MUD se unan en un gobierno de coalición, el cual únicamente es posible entre quienes son partes del mismo sistema. Ha captado que el teatro montado durante estos años está llegando al final de la función por la emergencia de la rebeldía de los estudiantes que ha desnudado a los colaboracionistas de la MUD. Descubierto el patuco con la última revelación del gobierno de Estados Unidos de que la MUD ha abogado por su pareja, el gobierno títere, sólo falta que regularicen su unión sincerándola.