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Moscú da por perdidos los acuerdos de paz con Ucrania

El Kremlin ha indicado que la operación «punitiva» lanzada este viernes por las fuerzas armadas ucranias en el sureste de ese país «ha destruido de hecho» la esperanza de un arreglo pacífico de la crisis, tal como se acordó en Ginebra

El Ministerio de Exteriores de Rusia exigió al Gobierno de Kiev que cese «inmediatamente la operación de castigo» contra las milicias prorrusas, y pidió a Occidente el fin de su «política destructiva respecto a Ucrania», según informa la web del diario español El País.

El presidente interino de Ucrania, Alexsandr Turchínov, ha reconocido que la operación militar lanzada este viernes en la ciudad de Slaviansk está siendo más complicada de lo esperado y ha acusado a los separatistas de utilizar escudos humanos. Pero ha advertido, no obstante, que la operación continuará. El mandatario ha instado a las milicias prorrusas a deponer las armas y liberar a los rehenes.

Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin, señaló que éste es informado «al minuto» del desarrollo de la operación, que considera «una acción criminal».

«Mientras Rusia hace esfuerzos para rebajar la tensión y arreglar el conflicto, el régimen de Kiev ordenó a su aviación de combate disparar contra ciudades y pueblos, y lanzar una operación de castigo que de hecho ha destruido toda esperanza de viabilidad de los acuerdos alcanzados en Ginebra» el 17 de abril, dijo Peskov, acerca del encuentro a cuatro entre Rusia, EE UU, la UE y Ucrania.

En un comunicado, la Cancillería rusa denunció, además, que entre las fuerzas que la madrugada de este viernes lanzaron la ofensiva para retomar el control de la ciudad de Slaviansk «fueron vistos extranjeros de habla inglesa».

El departamento encabezado por Serguéi Lavrov calificó de «inaceptable cualquier tipo de injerencia externa en los sucesos de Ucrania». «Recordamos a este respecto que Washington nunca desmintió con claridad anteriores evidencias sobre la presencia en Ucrania de miembros de una organización militar privada. Como se sabe, estas organizaciones militares privadas no trabajan en el extranjero sin el consentimiento del Departamento de Estado de EE UU», señala el texto.

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Los rebeldes prorrusos llevan la delantera

Tras varios anuncios de una “operación antiterrorista” repetidamente fallida, y en un intento a la desesperada de recuperar el control sobre el este rebelde del país, el Ejército ucranio desencadenó en la madrugada del viernes la “fase activa” de una operación militar contra el bastión de Slaviansk, avanzadilla de los activistas prorrusos. Tras varias horas de combates, en los que los milicianos derribaron con misiles dos helicópteros Mi-24 y acabaron con la vida de dos tripulantes, la situación en Slaviansk era de tensa expectación, apenas rota por el fuego cruzado de la propaganda —uno y otro bando reivindican porciones similares de presencia en las calles, sin que los datos hayan podido contrastarse— y las numerosas barricadas incendiadas en torno a la ciudad, de 130.000 habitantes. El alcalde ‘rebelde’, Viacheslav Ponomariov, elevó a cinco, tres milicianos y dos civiles, el número de muertos en su bando.

Pero no solo han habido enfrentamientos y víctimas en Slaviansk, también en Odessa, la tercera ciudad más grande de Ucrania, 38 personas murieron tras el incendio de un edificio. Manifestantes prorrusos que habían reventado una marcha por la unidad de Ucrania se refugiaron en un edificio oficial, denominado Casa de los Sindicatos, al que los partidarios de Kiev prendieron fuego. Pocas horas antes, otras cuatro personas habían perdido la vida en choques registrados durante la manifestación.

Pese a las continuas advertencias de la Unión Europea y de los Estados Unidos a Rusia por «querer desmembrar a Ucrania», según las acusaciones del primer ministro ucraniano, los focos de violencia parecen escaparse del control de las autoridades de ese país.

A ocho días del referéndum federalista convocado por la República de Donetsk —ilegal para el Gobierno de Kiev, a su vez embarcado en la preparación de unos comicios cuya viabilidad puso el miércoles en entredicho el propio presidente interino, Alexandr Turchínov—, el pulso entre Kiev y el cinturón ruso-hablante del este se redobla. Pero sobre el terreno y ante las urnas, los rebeldes parecen llevar aún la delantera.

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