Los venezolanos siguen a la espera de la llegada de los cancilleres de la Unasur para la reactivación del diálogo entre el Gobierno y la oposición, en medio de las denuncias del Ejecutivo de supuestos planes golpistas de la «extrema derecha» y de la queja de los opositores sobre falsas promesas oficialistas.
El proceso de diálogo que se inició hace poco más de un mes entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para procurar aliviar la crisis política que vive el país fue suspendido el martes por la oposición por faltar, supuestamente, a los compromisos contraídos.
Las conversaciones están paralizadas y a la espera de la llegada, este domingo, de los tres cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que han acompañado el proceso desde su inicio, una visita que podría impulsar una reactivación del diálogo, indica la web del 2001.
La MUD espera poder reunirse con los cancilleres de Colombia, María Ángela Holguín, Brasil, Luiz Alberto Figueiredo, y Ecuador, Ricardo Patiño, así como con el nuncio en Caracas, Aldo Giordano, que han sigo acompañantes en las conversaciones, y ponerlos al tanto de las razones que los llevaron a suspenderlas.
Entretanto, Maduro dijo que hay sectores de la «extrema derecha» que siguen conspirando contra su Gobierno y que tienen una agenda para dar un «golpe de Estado» en junio, cuando, afirmó, sembrarán el caos por la vía de la violencia.
«Los golpistas (…) han dicho que junio es el mes del colapso, que en junio el pueblo se va a alzar contra el Gobierno, que junio es el mes para el golpe de Estado, que en junio se acabó la revolución», dijo el jefe de Estado en un acto en Caracas transmitido en cadena de radio y televisión.
El mandatario indicó que los datos del supuesto plan se lo hicieron llegar personas que, «aunque son de la oposición», le facilitaron la información a su Gobierno «alarmados» por lo que vieron y escucharon durante la reunión de los «golpistas».
Según Maduro, esa extrema derecha ha contratado bandas criminales y les paga «con drogas» para hacer actos de violencia y mandar a matar «a figuras conocidas de la política (…) de la televisión» para llevar el caos al país.
En la única referencia que hizo sobre el proceso de diálogo el gobernante indicó que ordenó al ministro de Interior, Miguel Rodríguez, que le muestre a la oposición que participa en esas conversaciones las pruebas que tienen de la supuesta conspiración de la «extrema derecha» y sus planes golpistas.
Asimismo, pidió a la MUD que se pronuncie en contra de los «terroristas» que salen a destruir edificios y autobuses de transporte público en el marco de las protestas contra su Gobierno que se han producido en los últimos tres meses.
Retomar el diálogo
El sábado el presidente dijo que llamaba nuevamente a la MUD a retomar el diálogo pero afirmó que el país es «mucho más» que esa alianza y que en caso de que no se volvieran a sentar a conversar, la nación seguiría su rumbo.
Indicó que espera que las próximas conversaciones con los cancilleres «sean fluidas, tranquilas, sin presiones» y que se siga avanzando en la construcción de una agenda positiva para el país, «sin componendas, sin negociaciones, sin acuerdo de cúpulas ni conversaciones, diálogo transparente para el país».
El presidente del partido Copei y miembro de la comisión opositora para el proceso de conversaciones Roberto Enríquez dijo hoy que el Gobierno está haciendo quedar a la representación de la Unasur que ha acompañado el diálogo desde sus inicios «como un jarrón chino».
Además resaltó que es «inaceptable» que los puntos que se han acordado en las conversaciones no se cumplan y apuntó que el diálogo no puede ser un «burladero para la crisis».
Para Enríquez, la actual crisis del diálogo ha sido creada «exclusivamente por el Gobierno y la irresponsabilidad de sus voceros majaderos».
Venezuela vive desde el pasado 12 de febrero una serie de protestas antigubernamentales encabezadas por la oposición y grupos de estudiantes, que en ocasiones se han vuelto violentas y que dejan a día de hoy un saldo de 42 muertos, cerca de 800 heridos y cientos de detenidos.
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