Maduro tomó el camino de su perdición: no efectuó ninguno de los virajes posibles, sino ha persistido en la implantación del comunismo siguiendo el modelo cubano.
A la muerte de Chávez, le quedaban a Maduro dos caminos de salvación y uno de perdición. El primer camino de salvación era el viraje dentro del comunismo siguiendo el modelo chino: sistema político comunista con sistema económico capitalista. Era la única opción para salvar a la oligarquía comunista, a la cual pertenece, de la consecuencia del colapso de la economía, que en China fue la liquidación de la “banda de los cuatro” y sus secuaces.
El segundo camino de salvación era un viraje rupturista, tanto en lo político como en lo económico, siguiendo el modelo del Rey Juan Carlos de España, para lo cual necesitaba un Adolfo Suárez con liderazgo dentro del PSUV y un general Gutiérrez Mellado con liderazgo militar, y con ellos formar un triunvirato que hiciese la transición a la democracia y a la economía de mercado. Para este viraje hubiese contado con el apoyo de la MUD, su aliada colaboracionista, que no habría tenido inconveniente en garantizar la impunidad de los delitos cometidos por la oligarquía comunista: crímenes de lesa humanidad y saqueo del Tesoro Nacional, a cambio de la apertura.
Maduro tomó el camino de su perdición: no efectuó ninguno de los virajes posibles, sino ha persistido en la implantación del comunismo siguiendo el modelo cubano. ¿Porqué? Porque Maduro es un títere de Cuba. No tiene libertad de decidir. Ni siquiera de pensar. Él está donde está porque Cuba lo puso allí, y sigue allí porque los comunistas de aquí, civiles y militares, son unos cobardes vendepatrias, incapaces de rebelarse contra Cuba. Maduro no tiene liderazgo civil ni tampoco militar. Por este motivo, que garantiza su sumisión, lo escogieron los cubanos. Y por este motivo el difunto aceptó la escogencia de Cuba, que era su patria, tan amada por él que decidió pasar allá su enfermedad y morir allá. Se sentía mejor entre cubanos.
Con Maduro no hay posibilidad ninguna de viraje. Él sabe muy bien quienes lo pusieron allí donde está y para qué lo pusieron. Él sabe muy bien que no tiene capacidad de maniobra. Simplemente debe hacer lo que se le ordena desde La Habana. Él sabe muy bien que si desobedece lo liquidan los cubanos sin contemplación. Les bastará con darle orden a su anillo de seguridad, que no es de seguridad para Maduro sino de seguridad para los cubanos sobre Maduro. Él es un prisionero voluntario de los cubanos, a los cuales vendió su alma.
Este solo hecho, que Maduro no es Maduro sino Cuba, es motivo suficiente para exigirle la renuncia al cargo que usurpa. Hay muchos motivos más, pero éste es el determinante porque de que Maduro es títere de Cuba se desprenden todas las desgracias que padece el pueblo venezolano. Por sostener a Cuba, que nos puso a Maduro, estamos arruinados. Por sostener a Cuba, que nos puso a Maduro, sufrimos hiperinflación y escasez, pobreza y desempleo, inseguridad y desamparo. Por sostener a Cuba, que nos puso a Maduro, nos hemos empobrecido y nos seguiremos empobreciendo hasta caer en la miseria.
La renuncia de Maduro nos liberará de Cuba, que es la causa de la ruina de Venezuela y del empobrecimiento general de los venezolanos. No es sólo por patriotismo, que debería ser suficiente, sino por supervivencia, debemos exigir la renuncia de Maduro, que es el primer paso para la liberación nacional. Al liberarnos de Maduro, con su renuncia, estaremos dando el primer paso para liberarnos de Cuba, de la tiranía que nos ha impuesto Cuba con su títere Maduro para poder implantar el comunismo, del comunismo que nos ha empobrecido a todos y ha disminuido nuestra calidad de vida.
La renuncia de Maduro es el objetivo inmediato para la liberación nacional. Convertirla en exigencia imperativa con fundamento en el colapso económico y social debe ser nuestra tarea. Será apenas el primer paso, pero el decisivo para activar el proceso de cambios que está latente.