Pompeyo Márquez ha llegado a la conclusión de que en el momento actual se ha cerrado un ciclo histórico encarnado por la dictadura “chavomadurista”.
Por Enrique Meléndez
“Son dieciséis años de un modelo fracasado, y eso cierra un ciclo histórico y le abre al país otras perspectivas”, sentencia el viejo luchador, ya golpeado por los años; no obstante, no pierde el optimismo. Con la misma reciedumbre con la que anduvo clandestino bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, bajo el legendario seudónimo de Santos Yorme, admite que estamos ante una crisis sistémica, como él la llama, pero que muy pronto tendremos una salida.
¿Existe “el socialismo bolivariano”, tal como se define el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en su declaración doctrinaria?
— No existe. Esto no tiene nada que ver con el socialismo. Después del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, donde Nikita Jruschov denunció los crímenes de Stalin, se produjo un gran debate a escala internacional sobre las características del socialismo y las definiciones que han esgrimido Felipe González y Norberto Bobbio, para mencionar a un español y a un italiano, son contestatarias a lo que se está haciendo aquí.
Esto es una dictadura militar que desconoce la Constitución, y la que reza en su artículo 6: “Venezuela es y será siempre una República democrática”. Además, en el artículo 4 habla de un estado de derecho social. Habla del pluralismo y de una serie de valores que han sido desconocidos por completo durante este régimen chavomadurista, que no es otra cosa que una dictadura.
Esto se ve plasmado en la tendencia totalitaria. Todos los poderes en manos del Ejecutivo. No hay independencia de poderes. No hay justicia. Aquí no hay donde acudir, porque no hay justicia. Cada vez más se acentúa la hegemonía comunicacional.
¿Qué opina de la participación que ha tenido el ex candidato presidencial del MAS, José Vicente Rangel, a favor del actual régimen, que usted llama militarista, autoritario y totalitario?
— Este no es el José Vicente que yo conocí, y a quien apoyé y le ofrecí todo mi respaldo, cuando fue nuestro candidato. Él rompió hace mucho tiempo con nosotros. Hoy constituye uno de los principales sostenedores de esta dictadura militar. Yo respeto sus opiniones, como lo hago con todo el mundo, así sean adversas a la mías. Pero este José Vicente no tiene nada que ver con el José Vicente que fue nuestro candidato.
¿Existe algún parecido entre el actual régimen y la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la cual usted combatió desde la clandestinidad con el seudónimo de “Santos Yorme”?
— Sí existen unas similitudes y diferencias. Son dos momentos distintos de la historia venezolana. Las similitudes las podemos encontrar en el hecho de que éste es un régimen represivo. Se trata de un régimen que ha aplicado la tortura, que tiene asesinatos a cuesta. En ese sentido, es la negación por completo de la libertad de expresión. De modo que por esta vía encontramos las similitudes con el régimen de Pérez Jiménez.
¿La MUD corre el riesgo de desintegrarse, como ya ocurrió con la fenecida Coordinadora Democrática?
— No, no. Hay dos momentos históricos totalmente, distintos. Si la MUD no existiera, habría que construirla.
¿Qué opina usted de la iniciativa política denominada “La Salida” que encabezan María Corina Machado, el ex alcalde Leopoldo López, actualmente preso en Ramo Verde, y el alcalde Antonio Ledezma?
— Yo no niego ninguna hipótesis. Yo he llegado a la conclusión de que en el momento actual se ha cerrado un ciclo histórico encarnado por la dictadura chavomadurista: son dieciséis años de un modelo fracasado, y eso cierra un ciclo histórico y le abre al país otras perspectivas. Eso en primer lugar.
En segundo lugar, en este momento el debate político fundamental en su esencia se basa en dos modelos de sociedades: una sociedad autocrática, militarista, totalitaria, y una sociedad democrática, con una República civil con toda su cauda de libertades: libertad de prensa, libertad de organización, libertad de poderes, etcétera.
Igualmente, digo que toda crisis tiene solución. ¿Cómo va a ser la solución de esta crisis? Eso yo no lo sé. ¿Qué métodos se encontrarán? Yo no sé. Pero lo que sí sé es que habrá de encontrarse una salida y, en ese sentido, yo no descarto ninguna hipótesis. Ninguna. Incluso, creo que puede ser inédita la salida que tenga la crisis venezolana.
Inédita en el sentido de que ninguno de los opinadores políticos ha dado en el clavo, de cómo ha sucedido con otras transiciones: española, soviética, chilena, dominicana, para citar apenas un pequeño muestrario. Víctor Hugo D’Paola escribió un libro muy importante no hace nada, que tiene que ver con todas las transiciones que se han operado en el mundo.
El caso, por ejemplo, de Mandela constituye una salida muy original, si tomamos en cuenta que fue un hombre que tuvo por largos años en prisiones; no obstante, entró en negociaciones con el gobierno y logró, a través de un partido de fútbol, por cierto, unificar a las dos Sudáfrica; siendo una de ellas un apartheid. Una sociedad verdaderamente aberrante.
Así que nosotros debemos tener confianza en que la salida es hacia la democracia, hacia las libertades.
¿Cree que las fuerzas armadas, que se han declarado cien por ciento chavistas, puedan respaldar una iniciativa de cambio en Venezuela?
— Yo no diría las fuerzas armadas. Yo hablaría de sectores de las fuerzas armadas de carácter institucionalista. Eso existe, y tendría que manifestarse en un momento determinado. Yo a menudo sostengo que no hay que satanizar a los militares, porque vamos a necesitar de ellos para reconstruir el país, que yace en el suelo.
Todas las instituciones destruidas, significa que estamos ante una crisis sistémica, una crisis que está en todas partes: es política, es económica, es social, es cultural, es sanitaria. Por donde se meta la mano se topa con la crisis. Por eso se llama una crisis sistémica, y el país no puede seguir viviendo bajo esa crisis, el país no puede seguir viviendo sin Constitución, sin ley, sin justicia. No se puede.
En ese sentido, hay que tener confianza en que se va a producir una salida, y que ya existe una mayoría, una mayoría que pide cambio, que está en contra de este gobierno de Maduro.
¿Rompió usted, totalmente, con la Revolución Cubana? ¿Cuándo fue la última vez que habló usted con los hermanos Raúl y Fidel Castro Ruz?
— Hace bastantes años. Yo lo expreso, como lo dice Felipe González en su último libro, que tiene 50 años discutiendo con Fidel acerca del hombre nuevo, y el hombre nuevo no aparece. Ya está a la vista cincuenta años después, desde 1959, una dictadura con el culto a la personalidad. En lo particular, yo rompí con el culto a la personalidad en el año 1956.
Justamente, el único venezolano vivo que asistió al XX Congreso, que le he dicho, soy yo, que salí clandestino del país y regresé clandestino. En esa oportunidad pude conocer el informe de Jruschov, y en el cual condenaba el culto a la personalidad como algo perverso. Bueno, esa expresión yo la utilizo también para el régimen cubano que, por cierto, en este momento está tratando de introducir algunas variantes, algunas reformas que implican una actualización.
Bueno, el régimen cubano no necesita actualizaciones, lo que se necesita es una reforma a fondo, como la que hizo Deng Xiao Ping con el régimen chino.
¿Le correspondió a usted llevar las relaciones con las FARC, en nombre del gobierno del presidente Caldera?
– Sencillamente, nosotros partíamos de que la paz en Colombia era la paz en Venezuela. En ese sentido, estimulamos en aquel entonces un proceso de paz y estaba aquí el comandante Andrés París, y hablaba con el ministro de la Defensa, con el ministro de Relaciones Interiores, con el director del SIFA, conmigo, pues había un enlace directo. Luego apareció comandando un destacamento en Colombia. Sin embargo, sus expresiones eran de paz. Nos sentábamos a buscar, como se está buscando hoy, la paz.
¿Es cierto que el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Jesús Emilio Carvajalino (alias Andrés París) tenía asignada una oficina en el Palacio Blanco, muy cerca de su despacho del Ministerio de Fronteras?
— No, no la tenía.
¿Fue un error político de Pompeyo Márquez su afinidad política con el dictador rumano Nicolás Ceausescu?
— No, no fue un error. El partido comunista rumano fue uno de los pocos que reconocieron al MAS. En ese sentido, viajamos Héctor Rodríguez Bauza, que fue un factor importante en el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez como miembro del Comité Cívico Militar. Fuimos a Rumania, junto con un grupo de compañeros, antes de la ruptura con el PCV, eso fue en su momento.
Sin lugar a dudas, mi trayectoria es de lucha contra la dictadura, sobre todo militar. Después de un cierto período yo no tuve más relaciones con Ceausescu. Yo tuve dos entrevistas con él, de lo cual quedaron los testimonios gráficos de esos encuentros, pero al conocer el tipo de régimen que funcionaba en ese país, inmediatamente se produjo una ruptura en el plano político y en el plano ideológico.
Porque, justamente, nosotros en el MAS hablábamos de socialismo, pero de un socialismo democrático.
¿Venezuela debe esperar las elecciones presidenciales del año 2019, es decir, dentro de cinco años, para salir del actual gobierno?
— No, eso sería un error que le causaría un serio daño al país. Es muy grande la crisis que está viviendo Venezuela.
En consecuencia, ¿todos los métodos de lucha son válidos para salir del actual régimen, incluyendo las guarimbas?
— Bueno, sí. Yo no condeno ningún método de lucha. Es decir, la disidencia es plural. Eso significa que en su seno hay distintas opiniones. Nos une un hecho: estamos contra el gobierno de Maduro, y esa es una base muy cierta para recomponer la unidad. En relación a la guarimba, yo no condeno ninguna forma de lucha. Yo creo que lo que está planteado es la mayor suma de esfuerzos, y que todos vayan en una misma dirección, la dirección de conquistar a Venezuela la democracia y las libertades.
«Los estudiantes volverán»
¿El gobierno derrotó la lucha en la calle, iniciada por los estudiantes?
— No, lo que sí presenciamos fue la represión más salvaje contra el movimiento estudiantil. Pero eso está latente allí. Los estudiantes volverán, como lo han expresado varios de sus dirigentes. Volverán con otras modalidades.
Porque aquí lo que está planteado es la salida de este gobierno, por la vía democrática. La salida que le dará a Venezuela las libertades necesarias, y para eso necesitamos una unidad nacional, una unidad que agrupe a la inmensa mayoría del país, en los términos en los que está siendo expresada en las encuestas.
En algún momento será la mayoría del país, abrumadoramente, la que tendrá que levantarse. Porque lo que está en juego es la sociedad venezolana. No un partido ni un liderazgo, sino la sociedad venezolana. Yo insisto mucho en que hay que avanzar hacia una unidad que ponga fin a esta dictadura militar, y que le restituya al país la democracia y la libertad.
Santos Yorme se rebela otra vez
Es el único venezolano que queda vivo de los que asistieron al histórico XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, cuando Nikita Jruschov denunció a Stalin, al totalitarismo. Entonces se declaró al culto a la personalidad como algo perverso. “Esa expresión yo la utilizo también para el régimen cubano”, dice Pompeyo Márquez convencido de que en Venezuela se acerca el fin de un ciclo histórico, el fin de lo que cataloga como una dictadura militar que desconoce a la Constitución. Para ello no cree que se deba esperar hasta las elecciones presidenciales de 2019. Eso sería un error, destaca y, como hace décadas, en los años de clandestinidad, cuando Santos Yorme era su alias, se rebela. “No condeno ningún método de lucha”.