Hay muchas razones que permiten respaldar un aumento de la gasolina. No en vano los estudios de opinión muestran que la inmensa mayoría de los venezo- lanos entiende que la medida es necesaria.
Es absurdo que se siga subsidiando el combustible de esta manera. Todo es más costoso que la gasolina, todo vale más, incluso en el imaginario colectivo, y el venezolano debe entender que eso es un error, una gran distorsión. Es cuestión de tomar conciencia al res- pecto. De entender la importancia del combustible y parar el derroche. De comprender el impacto ecológico que generar el uso y abuso de los carburan- tes. Pero la medida del aumento de la gasolina, por sí sola, no va a resolver mucho. Debe ir acompañada de mu- chas otras acciones, de voluntad por mejorar. Es la oportunidad para iniciar un cambio de mentalidad, de acabar de una buena vez con la terrible tara de ser un país rentista y, por ende, despil- farrador. La calidad de vida del ciudadano puede mejorar con el aumento de la ga- solina, aunque suene paradójico. Se ne- cesitan transportes públicos eficientes, de calidad, como los hay en distintos ejemplos en nuestro continente. Basta ya que las grandes mafias de transpor- tistas puedan más que la necesidad co- lectiva. El transporte debe trabajar en función de las personas y no de un grupo que hace y deshace, que ame- naza. El aumento de la gasolina debe impul- sar al gobierno a trabajar a fondo en la construcción de vías férreas, de una buena vez terminar los ferrocarriles y conectar al país. Pero con el aumento del precio del car- burante llega también la incógnita. ¿Qué hacer con los recursos adiciona- les? El propio Maduro ha hablado de crear un fondo que destine recursos para la Misión Vivienda, por ejemplo. Muy bien. Otros proponen que el fondo pueda servir para becas estu- diantiles, para crear un sistema de transporte eficiente. Excelente. Pero puede más la duda, la sospecha. Cosas de la costumbre, de la experiencia, de los discursos de lucha contra la co- rrupción que quedan sólo en eso, a pesar de la Habilitante. Visto lo visto, vista la forma de dilapi- dar los recursos, los desastres en el ma- nejo de otros fondos (Fonden, Fondo Chino, entre otros) pocas esperanzas quedan. ¿Con qué auctoritas se pide al venezolano que aporte más, que se ajuste el cinturón? He allí un punto. El cambio de paradigma se debe asumir desde la calle, lo debe asumir el hom- bre de a pie, pero también los buró- cratas. Ya basta de que ellos y sus socios sean intocables, de que nada les salpique. Que aumente la gasolina, sí. Pero que sea mayor también la trans- parencia, el castigo a los corruptos, la ejecución de las obras. De lo contrario, que paguen los que deben pagar. Y que se les cobre.