Ninguno de los bandos se preocupa por entender lo que ocurre en las calles y hogares del país.
Es sintomático que en el peor momento del chavismo en los últimos años la oposición reunida en la MUD esté desorientada. Contra las cuerdas, el gobierno sonríe porque los que aspiran tener las riendas del país no saben cómo lograrlo. Es la peor pesadilla para la nación: gobernantes ineptos flanqueados por aspirantes forjados en el mismo molde. La prepotencia es un factor común entre unos y otros. Cada uno de los actores en el escenario político nacional pareciera pelear por sus intereses particulares, económicos siempre, vale decir.
Es paradigmático que ninguno de los bandos se preocupe por escuchar al ciudadano, que ninguno tenga la sensibilidad necesaria para entender lo que sucede en las calles y hogares de Venezuela, que todos den la espalda cuando la gente necesita ser vista a los ojos. No hay tacto, se perdió el olfato y sólo quedan las tripas para tomar decisiones que, como es lógico, siempre terminan siendo un fallo.
Desde Miraflores se transmite una sensación terrible. La gente está preocupada porque a ellos, a los burócratas, parece no angustiarles la grave situación que vive el país. Es un colapso generalizado, de esos que abarca cada aspecto de la vida y que no encuentra en los poderes públicos ninguna solución. Ya se ha dicho, el derrumbe es total y la instituciones no escapan a ello.
Tampoco la oposición ha logrado dar tan siquiera con una propuesta. ¿Qué hacer para acabar con la violencia? ¿Cómo congregar a todos los sectores de la nación? Y es que si la MUD está acéfala, si no puede ponerse de acuerdo en lo interno, poco se puede esperar de ella. Falta allí dentro un toque de creatividad y mucho de renovación.
Ante tan dramático cuadro, la primera conclusión que se puede sacar es que es necesaria una alternativa diferente, que rompa con la polarización que al final del día sólo favorece a las cúpulas de cada polo. Lo mejor del chavismo y de la MUD, sí, pero también lo mejor de todos los demás factores que no se identifican con uno u otro deben rebelarse, tomar definitivamente las riendas de un movimiento que ocupe los espacios abandonados, que tenga como objetivo el duro trabajo que significa sacar a Venezuela de la oscuridad, que se comprometa con hacer los esfuerzos necesarios para atacar a la madre de todas las crisis que vive la república: la crisis ética, moral, de valores.
El primer paso es romper con la estructura establecida, criticar y denunciar la podredumbre, desechar la solidaridad automática, convocar, sacudir el marasmo, actuar.