Eduardo Fernández, ex candidato presidencial: “El 70% del país está opuesto al gobierno y está esperando a una convocatoria para superar los problemas”.
Por Enrique Meléndez
Eduardo Fernández, presidente del Instituto de Formación Demócrata Cristiana (Ifedec), estima que sería una catástrofe para la economía venezolana que continúen bajando los precios del petróleo, porque nos encontraría con una aparato productivo totalmente demolido.
A su juicio, Venezuela en este momento no es sino petróleo. “No tenemos fuentes alternativas”, afirma al ex dirigente copeyano y ex candidato presidencial. ¿Cómo evalúa la situación económica? ¿Qué es lo que más le preocupa?
— El estancamiento. El país no crece económicamente. Durante algunos años tuvimos un crecimiento por el aumento de los precios del petróleo. Pero estamos estancados, porque ha sido demolido el aparato productivo interno. Venezuela en este momento no es sino petróleo, y los precios del petróleo están bajando. No tenemos fuentes alternativas.
[one_sixth]“El BCV se ha convertido en una oficina subalterna del poder ejecutivo”[/one_sixth]
Antes teníamos hierro y acero; eso ha sido destruido. Antes teníamos aluminio; ya no estamos produciendo aluminio. La producción agrícola y pecuaria se ha venido al suelo. No tenemos un ingreso en divisas por razones de turismo, porque no hay en Venezuela atractivos para desarrollar el potencial turístico que tiene el país. Tenemos un pésimo desempeño económico. Bolivia está mucho mejor que nosotros.
¿Qué medidas debería tomar el gobierno para enrumbar al país?
— Acabar con el control de cambio, acabar con los controles de precios, unos controles artificiales. Eso no solamente es un factor paralizante de la producción económica, sino que es una gigantesca fuente de corrupción.
¿Por qué, a su juicio, el gobierno no ha tomado esas medidas?
— Eso es un mecanismo que le sirve para dos cosas; primero, para control político. Eso le permite tener un control de toda la actividad económica. El que quiera tener una actividad económica no puede conseguir dólares en el mercado libre, sino que tiene que adular al gobierno para que el gobierno le otorgue algunos. Entonces, ese es un mecanismo de autoritarismo, de control político del gobierno sobre los ciudadanos; en especial, sobre la actividad económica. La otra razón es la corrupción. El gobierno tiene como un auxiliar para perpetuarse en el poder a la corrupción.
¿El gobierno es sincero con los ciudadanos? ¿Ha asumido públicamente la dimensión de la crisis?
— Yo creo que el gobierno sabe la dimensión de la crisis, pero no lo ha transmitido. La literatura oficial pretende decirnos a los ciudadanos que la cosa está bien y, evidentemente, que la cosa no está bien. Se ampara, además, en el argumento de que ha tenido que librar una guerra económica.
Sí también el tema de la guerra económica. Si un gobierno tiene quince años enfrentando una guerra económica, y no la ha ganado, pues debe irse, porque quiere decir que es un gobierno incompetente.
Algunos expertos vaticinan que el petróleo seguirá cayendo. ¿Está el país preparado para enfrentar esa circunstancia?
— Repito lo que dije antes: no hay ninguna fuente alterna de producción de bienes y servicios en Venezuela. Todo ha sido demolido, todo ha sido destruido. No tenemos sino petróleo. Si los precios del petróleo bajan, por supuesto que es una catástrofe para la economía venezolana, y el país no está preparado, porque no estamos produciendo acero, no estamos produciendo aluminio, porque no tenemos producción agrícola, porque no tenemos producción pecuaria, porque no tenemos actividad industrial, porque no tenemos actividad pesquera.
[one_sixth]“Hemos quedado reducidos a una especie de República bananera”[/one_sixth]
Nosotros éramos un país muy rico y muy productivo desde el punto de vista de la fauna marítima, y ahora no. Hemos quedado reducidos a una especie de República bananera que, en lugar de bananos, produce petróleo, y si el precio de los bananos baja, la República bananera sufre. Si un país no produce sino petróleo, y bajan los precios del petróleo, pues la economía de ese país sufre.
La modificación del Convenio Cambiario No 30 traerá mayor liquidez en bolívares para las misiones. ¿Eso a la larga beneficia al país o es una medida populista, pensada para un 2015 de elecciones?
— Hay un exceso de liquidez en el país. La cantidad de bolívares que circula en Venezuela es muy grande, porque, además, el BCV se ha convertido en una oficina subalterna del poder ejecutivo. Antes el BCV era autónomo, independiente, como debe ser. Ahora obedece órdenes del Ejecutivo, por lo tanto produce billetes, imprime billetes, aunque esos billetes no tengan el respaldo de una actividad productiva nacional. De modo que Venezuela no tiene problemas con los bolívares.
Los problemas de Venezuela se derivan de que no tiene dólares.Distintas encuestadoras reflejan en sus estudios de opinión que el chavismo vive su peor momento de popularidad en años. ¿Por qué la oposición no ha sabido capitalizar el descontento?
— Esa es una trágica pregunta, porque no solamente tenemos un gobierno muy ineficiente, sino que no hemos terminado de construir una alternativa seria, con una propuesta seria que merezca la confianza de la mayoría de los ciudadanos. De modo que yo declaro, tranquilamente, que no me siento contento ni con el gobierno ni con la oposición.
Creo que hace falta una gran convocatoria a la unidad nacional, alrededor de una agenda, de un programa que nos una a todos los venezolanos.
¿Está la oposición irremediablemente dividida? ¿Existe un liderazgo fuerte?
— No existe un liderazgo fuerte y me preocupa porque, por ejemplo, la MUD es una federación de debilidades. Los partidos que integran la MUD, ninguno de ellos, lamentablemente, logra pasar del 5%. Eso es muy preocupante. No lo digo con satisfacción, sino con una gran preocupación.
¿Qué es lo que yo creo que falta? Primero, un mensaje atractivo, pues el mensaje no puede reducirse a contestarle al gobierno. Los insultos y las ofensas que el gobierno profiere en la política han desaparecido y han sido sustituidos por una guerra de calificativos y de descalificaciones. Hacer política es presentar un mensaje que sea atractivo, es tener una organización que sea eficiente, y es tener una estrategia que sea inteligente.
[one_sixth]“Bolivia está mucho mejor que nosotros”[/one_sixth]
¿Qué llamo yo una estrategia inteligente? Si la estrategia que propone el gobierno es confrontar, la estrategia de la alternativa frente al gobierno debería ser una convocatoria a la unidad nacional. Ellos quieren dividirnos. Nosotros queremos unirnos.
¿Cree que la convocatoria a una Constituyente hoy en día es pertinente? ¿Está Leopoldo López precipitándose con esa convocatoria?
— Los venezolanos a lo largo de 200 años no hemos hecho otra cosa que convocar Constituyentes. A cada rato convocamos una Constituyente. Los países se constituyen una sola vez. Nosotros nos hemos debido constituir en 1811. Desde entonces hasta ahora hemos tenido unas 29 Constituciones nuevas. El frío no está en las cobijas. El problema no está en la Constitución, el problema está en que la Constitución no se cumple.
Ahora, ¿para qué es una Constituyente? Una Constituyente es para hacer una Constitución, y una Constitución no debe redactarse sino en un ambiente de consenso nacional, para que sea una Carta que interprete a todos los venezolanos, y no a un solo grupo.
Yo me opuse a la Constituyente de 1999, porque lo que quería el presidente Chávez era el poder absoluto, y para eso se convocó a una Constituyente. No porque no se pudiera vivir con la Constitución de 1961. A esa Constitución se le pudieran hacer unas reformas, pero no era necesaria una Constituyente, sino para el presidente Chávez tener el poder absoluto, y yo creo que el poder corrompe, y creo que el poder absoluto corrompe absolutamente.
La Iglesia ha hablado de retomar la Mesa de Diálogo. ¿Están dadas las condiciones?
— Lo que debe prevalecer en Venezuela es la cultura del diálogo. Eso es lo civilizado, no con un show mediático de dos monólogos. Lo que hubo el otro día fue la presentación en cadena nacional de dos monólogos. El gobierno fue a decir el suyo y los dirigentes de los diferentes partidos de la oposición fueron a decir lo suyo, pero eso no fue un diálogo. Eran dos monólogos.
¿Qué es un diálogo? Conversar, por ejemplo, en el parlamento para tratar de llegar a un CNE que le merezca confianza a todos los venezolanos; conversar, por ejemplo, para formar una mayoría calificada que le permita al país tener un Contralor General de la República. ¿Usted no se ha dado cuenta de que uno de los problemas más importantes que tiene el país es la corrupción, y el Contralor, que se supone que es el funcionario que debe enfrentar la corrupción, se murió hace tres años y nadie ni siquiera se ha dado cuenta de eso. No se elige a un nuevo Contralor y la corrupción campea en el país, y la Contraloría está ausente, porque no hay diálogo.
¿El diálogo debe apuntar hacia un gobierno de coalición? ¿Puede el gobierno seguir adelante de una manera exitosa sin la oposición?
— El gobierno necesita dialogar con todo el país, y yo creo que las encuestas demuestran que el gobierno en este momento, difícilmente, representa al 30% del país; o sea, que el 70% no está contento con el gobierno. El gobierno tiene que dialogar con ese 70% que no está tampoco en la MUD.
El 70% del país está opuesto al gobierno y está esperando a una convocatoria a un programa que nos permita superar los problemas del país, reactivar la economía, acabar con el alto costo de la vida, la inflación, acabar con el desabastecimiento, acabar con la inseguridad. Para eso hay que dialogar hasta que vengan las elecciones, y yo espero que en las elecciones el país haya escogido una buena alternativa que sea capaz de sustituir al gobierno.
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“¿Con qué dinero vamos a contar para las compras navideñas?, ¿con qué vamos a comprar las hallacas? Es dramática la situación económica del país”
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¿Usted aspira jugar un rol determinante en una transición? ¿Se imagina como presidente de Venezuela?
— No. Yo estoy al servicio de mis ideas, al servicio de mi país, como lo he estado durante toda mi vida, tratando de ayudar en lo que yo, modestamente, pueda hacerlo, pero no tengo ninguna fijación con ningún cargo de ninguna manera. Simplemente estoy aquí frente a mi instituto de estudios políticos, tratando de presentar ideas que ayuden a superar la prolongada y dramática crisis que ha sufrido el país en los últimos años.
Algunos actores de la política nacional parecieran estar en campaña electoral, como si se avecinara una elección presidencial. ¿Es sólido el gobierno de Maduro?
— ¿Qué puedo decir yo de un gobierno que tiene un desempeño tan mediocre? No puede considerarse sólido, y esto te lo dice alguien que aspira que el gobierno de Maduro sea sustituido por los mecanismos previstos en la Constitución, que sea el pueblo con sus votos en la oportunidad prevista en la Constitución que sustituya al gobierno, pero la verdad es que tenemos un gobierno muy precario, porque el pueblo, los ciudadanos, estamos sufriendo una situación muy crítica.
Imagínate las perspectivas para las navidades que vienen, ¿con qué dinero vamos a contar para las compras navideñas?, ¿con qué vamos a comprar las hallacas? Es dramática la situación económica del país.
¿Se imagina trabajando con el presidente Maduro?
— Mira, no. No me imagino trabajando porque tenemos una visión radicalmente distinta de lo que hay que hacer. Yo lo que creo es que hay que hacer inversiones: inversiones públicas, inversiones privadas, y que el Estado debe cumplir su papel más importante, que es proteger la vida y los bienes de los ciudadanos.
Mejores partidos
¿Cómo evalúa a Copei? ¿Es un partido con futuro?
— Definitivamente sí, y tiene un arma secreta que yo no sé por qué no la sacan, que es su doctrina, su ideología, sus principios. El humanismo democrático cristiano tiene un gran potencial de futuro. Pero eso sólo se hará realidad en la medida en que se convierta, como lo dice su lema más reciente, en el partido del diálogo. El partido que convoque la unidad nacional, que no sea uno más de los que participen en este festival de adjetivos, de insultos, de agravios, de dicterios, de descalificaciones, sino que sea una fuerza de esperanza, de orden, de unión, de ideas modernas, para construir un país mejor.
¿Piensa crear un nuevo partido?
— No, definitivamente, no. Creo que hay demasiados partidos en Venezuela. Lo que hace falta es que los partidos sean mejores.