La luna de miel parece haber terminado para el Papa Francisco, que sembró el dabate en el seno de la iglesia Católica sobre la moralidad sexual.
Dos semanas de un acalorado sínodo expusieron la polarización en la Iglesia Católica sobre el intento del Papa de reformar el tradicional enfoque sobre moralidad sexual para ser más abierta a las personas gays y flexibilizar las restricciones sobre católicos divorciados que se vuelven a casar, informa Reuters.
Francisco, un jesuita que no le teme al debate, generó un choque de opiniones que no se veía desde el reformista Segundo Concilio del Vaticano de 1962-1965.
En vez de imponer sus puntos de vista como puede hacerlo un Papa, Francisco eligió el difícil camino de que sus obispos discutan libremente las enseñanzas católicas sobre sexo.
Casi 200 obispos ovacionaron de pie al Papa, que ganó el apoyo general para su esfuerzo de reforma, en el cierre del sínodo el sábado. Pero una minoría que se hace oír, respaldada por lo que un cardenal llamó una «masiva ola de ataques» contra el Papa desde medios tradicionalistas, emergió para bloquear algunas de las propuestas.
El sínodo se reunirá de nuevo en octubre del 2015 para hacer sus recomendaciones finales al Papa. Hasta ese momento, el pontífice cuenta con las discusiones entre católicos para aumentar el respaldo a las reformas. Sus críticos dicen que usarán el tiempo para oponerse a ellas.
«El Papa ha puesto su autoridad en peligro», dijo el experto francés sobre el Vaticano Jean-Marie Guenois, autor de un nuevo libro sobre el líder católico y sus intenciones de reforma. «Si falla en hallar una solución, será su fracaso», agregó.
Massimo Faggioli, un historiador de la iglesia en la Universidad Saint Thomas en Minnesota, vio «diferentes culturas católicas» surgiendo y dijo que mantenerlas juntas «será la mayor apuesta de Francisco en los próximos 12 meses».
«Podría ser difícil en adelante para él hablarle a todos los católicos», dijo el experto, que añadió que algunos conservadores nostálgicos de los predecesores más doctrinarios Juan Pablo y Benedicto «pensarán que debe renunciar de inmediato».
Los obispos tienen previsto continuar con las discusiones con el clero y los laicos en sus diócesis antes del segundo sínodo. Francisco dijo que el tiempo permitiría que las ideas «maduraran» sin decir exactamente qué es lo que quiere ver surgir del proceso.
El desafío será hallar un consenso entre gran parte de los religiosos occidentales abiertos a los cambiantes estilos de vida y los tradicionalistas.