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Hasta hace poco nadie dudaba que el gobierno de izquierda de Uruguay ganaría las elecciones 2014, pero la coalición de gobierno no está en su mejor momento.
Las encuestas dan como resultado actualmente un empate entre dos bandos: por un lado el Frente Amplio, de José «Pepe Mujica», encarnado por el ex presidente Tabaré Vázquez; por otro, Luis Alberto Lacalle Pou (vástago de Luis Lacalle Herrera) y Pedro Bordaberry (hijo del dictador Juan María Bordaberry), representantes de los dos partidos tradicionales, que se alternaron en el poder los cien años anteriores a este gobierno: los Blancos y los Colorados, ambos hoy de cuño conservador.
La primera ronda de las elecciones tiene lugar el 26 de octubre. Si en una eventual segunda ronda ambos partidos tradicionales suman sus votos, podrían sacar al Frente Amplio del poder, según destaca la televisora pública alemana Deutsche Welle.
El equipo de gobierno, ya entrado en años, reacciona desconcertado y busca respuestas, informa el mismo trabajo. A partes de la sociedad no les alcanza lo logrado; otros, a pesar de que ganan más que antes, se quejan de la presión impositiva y hay quienes piensan que la orientación liberal e izquierdista del gobierno va demasiado lejos. La proximidad del gobierno a regímenes populistas, si bien más táctica que por convicción, no le gusta a muchos uruguayos. La liberalización del aborto es controvertida incluso dentro del propio Frente Amplio.
El Frente Amplio no ha logrado renovarse. En las elecciones de este año se presenta con el mismo candidato a presidente que hace una década: Tabaré Vázquez, de 74 años, que ya fue jefe de gobierno de 2005 a 2010. Mujica, la actual figura más popular de la coalición, cumplió ya los 79.
Gran part de la sociedad, a pesar de que Uruguay está de moda por sus acertadas políticas económicas, quieren una renovación del sistema político, algo que el Frente Amplio no les ofrece. El Frente Amplio fue la antítesis al sistema de los viejos partidos. Muchos uruguayos exigen ahora la síntesis.
