Hay una fiebre anticomunista en Venezuela. Por estos días, la embajada polaca difunde una película sobre Lech Walesa y sus “batallas contra el comunismo”.
Venevisión pasa películas contra el comunismo. Televen en sus noticieros clama por las libertades. Miguel Henrique Otero asegura en “El Nacional” que vivimos bajo la peor de las dictaduras y pide auxilio a las Naciones Unidas. De terror este comunismo, aseguran las publicaciones de Rafael Poleo. Según esta gente en Venezuela no hay democracia.
Juan José Arévalo escribió “El Antikomunismo en América Latina. Radiografía de un proceso hacia una nueva colonización”. Algo de eso ocurre en Venezuela: se busca una noecolonia petrolera gringa. El ex presidente guatemalteco resaltó esa “obsesión de los gendarmes: la obsesión jurídica y filológica alrededor de una cierta cosa llamada comunismo”. Decía que n ¡o había porqué asombrarse de que la gran prensa sea antikomunista. ¡Qué casualidad!.
Es más, hay un anticomunismo medio sibilino. Ahí destaca el Nuncio Apostólico. Es que este italianito e integrante de la OTAN, como que en verdad cree que es enviado de Dios para Venezuela. Incluso él, que no conoce a nuestro país, que no vio la represión de la Cuarta República, que no habla bien el español y que pareciera que ni siquiera ha leído Cantaclaro, como que nos quiere repetir la leyenda del burro, el palo y la zanahoria. Con el cuento de la santificación de José Gregorio Hernández parece enviar un metamensaje: José Gregorio será santo si ustedes liberan a Leopoldo López.
Sin duda, el Nuncio exige un diálogo entreguista, al gusto de los gringos. Cuando sale en televisión -y le ha cogido gusto, porque todos los días se encadena-, mete la cuña del diálogo, al tiempo que pide más testimonios de los milagros de José Gregorio Hernández. Miles y miles de pruebas se han presentado, y nada. El nuncio pide más. Carajo.
El infinito proceso de santificación de José Gregorio sorprende, porque vemos que fue más fácil para Juan Pablo II y Paulo VI. Estos ex papas tuvieron santificaciones express. No necesitaron tantos testimonios para ser santos. Como que en el vaticano también hay tráfico de influencias en materia de santidad. ¿Será que hay que pagar peaje?
Por lo visto nos va a salir caro esta santidad de José Gregorio, si le hacemos caso al Nuncio, un diplomático más. Es un político con sotanas. Y si no pelamos los ojos se corre el riesgo de perder la soberanía. Aldo Giordano exige “diálogo”, como si se tratara de un mandato. Seguramente se reúne antes en un Volkswagen con los dirigentes copeyanos. A la vez, el pelón de la MUD, Chúo Torrealba, pone al Nuncio en el mismo plano que al secretario general de Naciones Unidas. El clérigo Giordano quiere que Leopoldo López salga impune de los delitos contra el Estado y la nación venezolana. Porque López es vendido en la ultraderecha europea como un cruzado anticomunista. Rajoy lo cree. Increíble.
¿Cuál comunismo? Muy bonito comunismo: la Polar obtiene dólares y no da cuentas y sus productos terminan en Colombia. Un comunismo donde las aerolíneas extranjeras roban a los ciudadanos y luego pretenden estafar al estado. Señores, el socialismo es un ideal proclamado. Aquí lo que hay es capitalismo grosero por parte de minorías aliadas al imperio capitalista de Estados Unidos, decadente e improductivo. Esas minorías quieren entregar nuestro petróleo. Oiga bien.
La embajada de Polonia confunde a Venezuela con Europa oriental. Ofrece recetas de “cómo vencer al comunismo”. Saca películas que hacen propaganda de Lech Walesa junto al Papa Juan Pablo II amarrando al comunismo. Qué tontería. Paul Baran advirtió que el estancamiento del tiempo soviético no era culpa del socialismo sino del sistema político. Pocos aprenden.
¿Derrotaron al comunismo en Europa Oriental? No. En verdad, esto recuerda un relato en la vieja Polonia, La Nieve de Chelm, uno de los Cuentos Judíos de la aldea de Chelm, de Isaac Bashevis Singer, nobel de Literatura. “Chelm era una aldea de tontos: tontos jóvenes y tontos viejos. Una noche alguien espió a la luna, que se reflejaba en el barril de agua. La gente de Chelm imaginó que se había caído allí.
Sellaron el barril para que la luna no se escapara. Cuando a la mañana se abrió el barril y la luna no estaba allí, los aldeanos decidieron que había sido robada. Llamaron a la policía, y cuando el ladrón no pudo ser hallado, los tontos de Chelm lloraron y gimieron”.
Lo triste es que Europa oriental del sueño del socialismo pasó al más perrorabioso anticomunismo. Siervos de la guerrista OTAN. El cineasta Andre Wajda no echa el cuento completo. Mejor buscar otras explicaciones. “Walesa, el amigo de Washington y del Papa, se hizo pasar por el dirigente de un movimiento de ‘renovación de la clase obrera’ (así se presentaba Solidarnosc) mientras que su verdadero proyecto era destruir la capacidad de esa clase obrera para resistirse a los asaltos del capitalismo. Así es como se manipulan y descarrilan las legítimas aspiraciones democráticas de los pueblos del este, contando además con la facilidad que da el que las izquierdas mayoritarias en Europa se han hecho cómplices del proyecto imperialista dominante. Con lo que no ayudan a la necesaria reconstrucción de una izquierda postsoviética, sino todo lo contrario, contribuyen a perpetuar la confusión”, nos advierte el egipcio Samir Amin.
La Humanidad suela con una democracia revolucionaria y socialista.