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PASANDO LA HOJA: 2015, año de decisiones

Manuel Isidro Molina

La polarización nos lleva a seguir bajo la conducción de quienes son efectivamente corresponsables de la crisis.


Entramos al 2015, colmados de calor familiar y la típica alegría decembrina venezolana, a pesar de la enorme carga de problemas económicos, políticos, sociales y morales que nos retan y maltratan cotidianamente.
Políticos irresponsables, corruptos y delincuentes mafiosos son una ínfima minoría, que no puede seguir asfixiando a la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Esa convicción se afianza entre quienes nos mantenemos independientes de las toldas políticas de la fracasadas; y también entre quienes se desplazan de las simpatías por los mandos partidistas del cepo chavismo-antichavismo, hacia nuevos horizontes de realizaciones personales y colectivas que superen las miserias del pasado y del presente.
Con nuestro gran abrazo venezolanista y latinoamericanista, les invito a reflexionar sobre la crisis que sufrimos, y el reto de lucha para la reconstrucción moral de la República.
La polarización del cepo chavismo-antichavismo nos invita a “tropezar con la misma piedra”, a seguir bajo la conducción de quienes son efectivamente corresponsables de la crisis. El derecho de la mayoría inconforme es echarlos a un lado, dejarlos en la cuneta, y avanzar por un mejor futuro. 2015 es un año de decisiones.

El Confesionario

DESDE LA FRONTERA CON COLOMBIA, San Antonio del Táchira, reportan presuntas extorsiones contra ciudadanos colombianos por parte de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, Ejército y Cicpc, a propósito de la incautación de mercancías y vehículos supuestamente incursos en contrabando de extracción. Las denuncias indican que los “bajan de la mula” para dejarlos en libertad, bajo amenazas de llevarlos a juicio.

ESTAS NOCIVAS PRÁCTICAS de militares y policías venezolanos reafirman nuestra preocupación por el impacto de la codicia en la moral de nuestros agentes de seguridad y defensa, lo que nos coloca en grave debilidad frente a potenciales conflictos internacionales o interiores. Son una vergüenza, esos militares y policías corrompidos, peligrosos malhechores con uniforme y porte de armas.

LAS FAMILIAS DE LAS VÍCTIMAS DE EXTORSIÓN militar y policial en Táchira, son obligadas a pagar decenas de miles de bolívares por la libertad de los detenidos, quienes si en verdad han delinquido deben ser presentados a Fiscalía. Lo que hacen los muy pillos militares y policías corrompidos, es mantenerlos privados de libertad ilegalmente, para extorsionarlos. Ese inmoral proceder de militares y policías corrompidos por la codicia, debe cesar inmediatamente.

ESTOS HECHOS PERTURBARÁN las relaciones con Colombia, a cuyas autoridades les asistirá el derecho a reclamar justicia y trato decoroso a sus nacionales, supuestamente implicados en delitos en Venezuela.

TAMBIÉN SE ESTIMULA A LAS MAFIAS colombianas que se dedican a inundar Venezuela con todo tipo de prácticas delictivas, asociadas con delincuentes venezolanos. Con fuerzas militares y policiales semi podridas, es imposible sanear las áreas críticas de nuestra sociedad que han sido enervadas por las mafias colombianas y venezolanas de la corrupción, el sicariato, la extorsión, el robo y el tráfico de estupefacientes.

DE AQUELLA FRONTERA “CALIENTE” regresamos a la no menos corrompida zona del oro, al sur de Guayana, donde las codiciosas mafias están incrustadas en el gobierno del estado Bolívar, la policía regional, los municipios mineros, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Hasta algunos “pastores” evangélicos están asociados a las mafias.

EN LA MINA “LAS VAINITAS” el “pastor” cobra la extorsión a los mineros: “Tienen que entregarle una grama, cada uno, semanalmente, en combinación con ‘el Gordo’ y ‘el hijo del Gordo’”.

MÁS DE 150 FUSILES DE ASALTO, METRALLETAS y otras armas de fuego ha introducido “la mafia del Gordo y su hijo”, a la zona minera de Las Vainitas, según estimaciones de mineros extorsionados. “Se están armando para atacar, quieren sacar a los mineros independientes, que no aceptan en control mafioso que extorsiona con apoyo militar y policial, en el sur de Guayana”.

LA EXTRACCIÓN DE UNAS 30 TONELADAS DE ORO anualmente requiere la intervención del frágil ecosistema de bosques y ríos, de imponderables consecuencias para el futuro hidroeléctrico de las cuencas de los ríos Caroní, Caura y Aro, sobre las cuales está el sistema estratégico de generación hidroeléctrica venezolano. Hoy existe un desastre, que incluye el desmantelamiento de Minerven, ahora adscrita a Pdvsa Industrial, varias de cuyas plantas han sido desmanteladas por el pillaje y la irresponsabilidad administrativa.

LA MINERÍA ILEGAL Y EL CONTRIOL MAFIOSO deben ser suplantados por comunas organizadas, según la legislación vigente, en combinación con la explotación industrial pública y privada, nacional e internacional, que también permita la introducción de nuevas tecnologías y el manejo científico –no depredador- de minas y cuencas.

LOS MINEROS PIDEN apoyo consistente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y el sistema judicial y de seguridad de la nación, para regimentar apropiadamente la explotación minera en Guayana, pero exigen que las autoridades desmonten los tinglados de militares y policías corrompidos que se han asociado con las mafias para extorsionar a quienes tradicionalmente viven de la explotación del oro.

OTRO PROBLEMA GRAVE es la contaminación ambiental por el uso incontrolado de mercurio y cianuro, lo que está afectando a los pobladores de Guasipati, El Callao, Tumeremo y El Dorado.

UNAS 187 ZONAS MINERAS DE GUAYANA están “controladas” por paramilitares colombianos, según expertos de la región. Rige la “ley de la selva” y los mineros y pobladores venezolanos son sus principales víctimas.

A LOS PARAMILITARES COLOMBIANOS se suma la delincuencia común: desde las cárceles –así como controlan la industria de la construcción y extorsionan al comercio y la actividad agropecuaria-, los “pranes” y jefes de bandas delictivas actúan sobre las minas de oro y diamantes. “La producción es desviada a manos de bandas de narcotraficantes colombianos, que utilizan pistas y rutas aéreas clandestinas: traen y venden cocaína y marihuana, y se llevan oro y diamantes”. Por supuesto, con su carga de violencia delictiva: armas, sicariato, extorsión, prostitución y corrupción de militares y policías venezolanos.

PARTE DEL ORO ILEGALMENTE “EXPORTADO” por las mafias desde el sur de Guayana, es comprado por traficantes de oro en Brasil, Colombia, Trinidad-Tobago, Curazao, España y Gran Bretaña, lo que no puede ser reducido y llevado a su mínima expresión, si no se erradica la corrupción codiciosa entre oficiales militares y comisarios policiales nacionales, regionales y municipales en las zonas mineras.

DESDE LA GOBERNACIÓN DE BOLÍVAR, operan varios tentáculos mafiosos para el control de la actividad minera –principalmente oro y diamantes- en el sur de Guayana, según denuncias confidenciales. El presidente Nicolás Maduro; el vicepresidente ejecutivo, Jorge Arreaza; y la ministra de Interior, justicia y Paz, Carmen Meléndez, deben –tienen la obligación moral, legal e institucional- enfrentar este grave problema que viene desmoronando la moral pública en el estado Bolívar, donde la corrupción y la acción criminal de las mafias se viene desarrollando a la luz del día, bajo complicidad oficial, amenazante y pendenciera.

LA CORRUPCIÓN DE OFICIALES MILITARES y los desmanes que vienen cometiendo en las zonas mineras de Guayana, es inevadible problema moral, operativo e institucional para el alto mando militar, encabezado por el general en jefe Padrino López, ministro de la Defensa y comandante del CEOFANB.

NO HAY DERECHO a que codiciosos oficiales corrompidos sigan destruyendo la moral militar en Venezuela, y acabando con el prestigio institucional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana entre nuestra población, cada vez más decepcionada por las tropelías de esos falsos “hijos” de nuestro libertador Simón Bolívar, quien fue un líder moral que combatió a los corruptos, como cáncer en el Ejército Libertador de nuestra Independencia.