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Militarismo y chavismo

Ha sido con el advenimiento de la economía petrolera bajo el control absoluto de capital inversionista extranjero, cuando el militarismo venezolano alcanza su mayor impulso


Por Oscar Battaglini

Son diversas las causas del surgimiento del militarismo en nuestro país. Pero es indudable que la determinación básica del mismo, es el hecho de que aquí, como en toda América Latina, se constituyera en 1830 una república que se declara formal y definitivamente independiente sin que de manera simultánea se iniciara un proceso de cambio sustantivo de las relaciones sociales generales heredadas de la Colonia. De ese modo se bloquea la posibilidad de que la sociedad venezolana se desarrollara de acuerdo a los requerimientos civilizatorios de aquel entonces.

Eso explica, entre otras cosas, que en Venezuela no se estableciera un Estado Nacional verdaderamente soberano, integrado territorialmente, que contribuyera a crear las condiciones que hacen posible la formación de la figura del ciudadano, que le diera cabida, en fin, a la democracia como sistema político para la realización plena de los derechos civiles que da tal condición. Contrariamente a eso, lo que toma cuerpo y se desarrolla es un Estado instrumental al servicio estrictamente de la oligarquía de raíz colonial que se hace con el poder, en el marco de la República naciente; la cual desde un principio, aparece articulada a la fuerza armada que existía bajo el mando único, directo y personalista de José Antonio Páez.

Cuando se revisa la historia del país que va de aquel entonces al presente, se percibe claramente cómo se ha repetido, con muy pocos cambios, el esquema político-militar impuesto por Páez.

Si bien casi todos los gobernantes que aquí hemos tenido optaron por ese esquema, han sido, sin duda, Gómez y Chávez con la creación de sus propios ejércitos, quienes más amplia y consecuentemente han aplicado dicho esquema en el ejercicio de su poder autoritario y cesarista.

Al mismo tiempo conviene precisar que ha sido con el advenimiento de la economía petrolera bajo el control absoluto de capital inversionista extranjero, cuando el militarismo venezolano alcanza su mayor impulso y nuevas características. Ahora no se trata simplemente de una nueva incidencia de la tradicional lucha caudillesca por el poder sino que ese poder asentado principalmente en el estamento militar comenzara a funcionar para garantizar la estabilidad y seguridad del orden petrolero implantado. A lo dicho habría que agregar que tal función se hizo cada vez más obsecuente a medida que la FAN comenzó a ser operativizada mediante la “Doctrina de la Seguridad Nacional” introducida en América Latina por la geopolítica de los EEUU en el período de la Guerra Fría.

A partir de ese momento, tanto el Estado como el Poder ensimismo comenzaron a mostrar una mayor y más completa identificación con la Fuerza Armada Nacional; institución que desde entonces pasó a desempeñar definitivamente un rol de primer plano en la actividad política del país, no obstante existir formalidades constitucionales y legales que lo prohíben expresamente.

A tal efecto, es importante señalar que esa usurpación ha tratado de justificarla la FAN mediante la ideología en la que ella aparece como una suerte de árbitro supremo en la definición de nuestro “destino Nacional”. Demás está decir que en esa aberración se han apoyado siempre los militares venezolanos para validar su permanente injerencia en el acontecer político Nacional.

Esa actitud, que como lo hemos expresado ha sido una constante en nuestro país, es la que ha venido imponiéndose bajo la Administración chavista. Esto se ha hecho tan evidente que el diario “El Mundo, Economía y Negocios”, tituló en su portada del 15/04/2013, al parecer sin asombro alguno, que “La Estabilidad del país pasa por los cuarteles militares” y que “la gobernabilidad de los próximos años requiere un acuerdo con el sector castrense, el cual juega un papel protagónico en todos los espacios del país”.

Las demostraciones de que esto es exactamente así, son entre otras: 1.- El papel cada vez más protagónico que progresivamente, han venido desempeñando oficiales activos de la FAN en la dirección y control del poder y del Estado. 2.- La declaración hecha por Chávez (2012) y reiterada públicamente por sus comandantes de que la FAN es chavista. 3.- La creciente designación de oficiales de la FAN para ocupar cargos de la más diversa índole en los poderes públicos; como directores y administradores de empresas e instituciones del Estado; como Ministros, gobernadores; etc. 4.- La manera prepotente y desafiante contenida en la declaración de la oficialidad chavista de que ellos no aceptarán un resultado electoral contrario al “proyecto bolivariano”. 5.- La militarización de la justicia que de nuevo ha comenzado a regir en el país. 6.- La decisión de que la FAN participe directa y activamente en la represión de las protestas y manifestaciones públicas antigubernamentales en desarrollo.

No se necesita de mucha perspicacia para darse cuenta de que todos esos hechos forman parte de un plan deliberado para imponerle al país un régimen político bajo la orientación y control directa de la FAN y más particularmente de la “fan chavista”; la cual ha pasado a ser el poder efectivo en la sociedad venezolana. Esto dicho de otro modo, significa que el verdadero poder político en Venezuela no es el que todavía aparece como la representación formal del mismo, sino el que existe constituido en los cuarteles.

Muerto Chávez, le deja como herencia política a la sociedad venezolana una estructura de poder altamente militarizada y extremadamente anti-democrática; cuyos representantes políticos procuran perpetuar mediante la puesta en práctica de una sistemática represión militar-policial dirigida a eliminar de raíz toda disidencia en su contra. La ofensiva reaccionaria a liquidar a los medios de comunicación de oposición; la resolución militarista que legaliza la disolución de las manifestaciones públicas por el ejército y con armas de guerra; la detención y enjuiciamento del Alcalde Ledezma; la amenaza de continuar destituyendo Diputados de oposición; etcétera, son todas medidas gubernamentales que van en aquella dirección.

Esa es la perspectiva inmediata que se nos ofrece a los venezolanos en la hora presente. Como en otras oportunidades, de nuevo tenemos ante nosotros el conflicto o la contradicción antagónica que aquí siempre ha existido entre el autoritarismo militarista y la democracia política en su más amplia acepción. Es legítimo aspirar que esta vez el resultado al que finalmente se llegue sea por fin favorable a esta última.