El elemento que genera y mantiene la polarización y que nos ha conducido a este escenario de división del país en dos es la ausencia de proporcionalidad electoral.
Por Luis Fuenmayor Toro
Estamos en un momento de grandes decisiones y por lo tanto de discusiones, acuerdos y desacuerdos. Por primera vez en este siglo, un grupo importante de organizaciones políticas, entre ellas más de media docena de partidos nacionales con amplia experiencia, y muchos otros grupos y luchadores sociales, se reúnen y deciden enfrentar unidos la polarización que nos ha gobernado y maltratado en los últimos 16 años. Esta bienvenida aproximación es sin duda la consecuencia de la grave crisis que atraviesa el país, mayor incluso que la de finales del siglo pasado que llevó a la elección de Chávez. El deterioro actual de las condiciones de vida de la población es gigantesco y desconcertante. La inflación del año pasado fue mayor de tres dígitos, a pesar de los engaños del Gobierno, y sigue incrementándose libremente, y la escasez sobre pasa con facilidad el 60 por ciento. Pero hay más, mucho más…
La devaluación de la moneda es indetenible, impulsada además por la corrupción alrededor del dólar barato de 6,30 bolívares; la producción interna sigue sin recuperarse y el déficit fiscal aumenta y más con los pagos del servicio de la deuda externa, que a su vez crece sin limitaciones por las políticas suicidas del Gobierno nacional. La inseguridad, el deterioro de la salud, el fraude educativo, la falta de viviendas, el menoscabo de la infraestructura urbana y de los servicios básicos: agua, electricidad, gas y aseo, agravan más la ya insoportable situación. Agréguense los bajísimos salarios, la instrumentación de un nocivo paquete de ajustes, la violación de los derechos políticos, de las reivindicaciones de los trabajadores, la criminalización de la protesta y la represión, y tendremos el cuadro dantesco que hoy es el país. Y todo luego de recibir un billón de dólares.
La quiebra económica y social y la desaparición del líder oficialista han dado paso a una descomposición política, que afecta al sector gubernamental y a la oposición agrupada en la MUD. La polarización política y electoral, que tanto benefició al Gobierno y a esa oposición, se ve hoy muy resquebrajada, al aparecer un sector mayoritario de venezolanos que la rechazan, como se evidenció en los comicios más recientes. Esta situación abre posibilidades reales de participación electoral de otros sectores políticos, democratizando y pluralizando el escenario de luchas. De los muchos desenlaces posibles de la crisis, preferimos las salidas dentro del marco constitucional y asignamos la mayor probabilidad de ocurrencia al escenario institucional ordinario, que tiene fecha precisa a finales de 2015 con la realización de las elecciones de la Asamblea Nacional.
El elemento que genera y mantiene la polarización y que nos ha conducido a este escenario de división del país en dos es la ausencia de proporcionalidad electoral, dado el régimen establecido en la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que viola claramente el artículo 63 de la Constitución, al establecer un sistema de carácter mayoritario, que sólo da representación a quienes obtengan las dos primeras mayorías en los comicios, dejando centenas de miles de votantes sin la representación debida. Es una ley inconstitucional, antidemocrática y excluyente, que debe ser modificada urgentemente. De la proporcionalidad se beneficiarían incluso los variados grupos que se desgajan hoy del PSUV-Polo Patriótico y de la MUD, pues podrían obtener su representación según el porcentaje de sus votaciones, sin depender de las limosnas que los grupos mayoritarios les otorguen en las listas candidaturales.
Es reconfortante para toda la nación venezolana, que personas, grupos, movimientos, sindicatos, asociaciones y partidos políticos, convengan en un gran compromiso patriótico alternativo, que le dé expresión al descontento existente y se comprometan en impulsar el inicio de un vuelco a la situación existente en el país, primero rompiendo la polarización, para pluralizar y democratizar el escenarios político electoral venezolano, acabar con la exclusión de los votantes que origina el sistema electoral mayoritario y permita la integración de una Asamblea Nacional sin fuerzas hegemónicas, que violenten los consensos y aplasten la disidencia. Sería el inicio de una convergencia de esfuerzos con un objetivo democrático y plural concreto, beneficioso para la vida política de Venezuela y que abre las puertas a entendimientos más complejos y de mayor alcance, para la dirección económica, social y política del país.
@LFuenmayorToro