, ,

Voto selectivo contra los colaboracionistas

Es imposible ganar las elecciones con un CNE vendido. Esto es verdad, pero también lo es que debemos usar todas las formas de lucha para darle un viraje a la situación.


 

Jesús Antonio Petit da Costa

Ya está creado el clima internacional favorable al cambio político en Venezuela. Lo han creado los 30 expresidentes de América Latina y España que han suscrito la “Declaración de Panamá sobre Venezuela”, en la cual le imputan al régimen la violación flagrante y brutal de la Carta Democrática. Lo ha creado Estados Unidos con las sanciones impuestas a siete de los gobernantes de Venezuela por sus crímenes contra los derechos humanos. Lo han creado los pronunciamientos sucesivos del Congreso de España, los Senados de Chile y Colombia y el Parlamento Europeo, los cuales denuncian lo mismo y demandan la libertad de los presos políticos. Ha consolidado la opinión adversa contra la tiranía el lenguaje barriobajero empleado por Maduro, que lo descalifica para ejercer el cargo por indignidad. Y lo último por ahora: la declaración de “persona no-grata” a Felipe González, hecha por una Asamblea Nacional presidida inconstitucionalmente por un militar, todo con desplantes de perdonavidas.

Ya está claro para la comunidad internacional: 1) Que los venezolanos estamos bajo una tiranía cruel e inhumana; 2) Que esta tiranía la ejerce un gobierno títere de Cuba, a cuyas instrucciones obedece por renuncia de la soberanía; 3) Que esta tiranía ha llevado al país al colapso económico, consecuencia de la implantación progresiva del modelo comunista cubano, corrupto e ineficiente (“la alteración constitucional y democrática que sufre Venezuela se profundiza en el plano de lo económico y social, en razón, por una parte, de los señalamientos y evidencias que suministran gobiernos e instituciones financieras internacionales sobre actos de corrupción y lavado de dinero agravados que comprometen a altos funcionarios y jerarcas militares venezolanos y, por otra parte, al constatarse el derrumbe de la economía venezolana”); 4) Que las fuerzas militares, en lugar de defender la soberanía, se han convertido en un ejército de ocupación que persigue y reprime salvajemente a los ciudadanos; 5) Que la tiranía utiliza a la delincuencia organizada, en forma de bandas para-militares, como fuerza de choque para intimidar a los ciudadanos a fin de que no protesten y matarlos a sangre fría si lo hacen (“la existencia de grupos para-estatales armados y de apoyo al gobierno en un ambiente de total impunidad”); y, 6) Que Maduro es indigno del cargo por su conducta y su lenguaje vulgar y soez, incompatible con la dignidad del cargo.

Todos estos hechos son constitutivos de ilegitimidad de ejercicio. Ante la comunidad internacional Maduro está deslegitimado por su ejercicio violatorio de la Carta Democrática y por su indignidad, lo cual agrava su situación debido a su ilegitimidad de origen: 1) Por su nacionalidad, ya que mantiene oculta su partida de nacimiento; 2) Por la inconstitucionalidad de la sucesión en el cargo, ya que mantiene oculto el certificado de defunción del difunto; y, 3) Por el fraude electoral consumado en su elección, que no ha convalidado el colaboracionismo de la MUD. Conclusión: Maduro adolece de ilegitimidad absoluta, tanto de origen como de ejercicio.

Creado el clima internacional, lo cual significa que ha sido neutralizado el escudo externo de protección de la tiranía, queda ahora apartar el escudo interno: la MUD. ¿Cómo hacerlo? Sugiero que aprovechemos las elecciones parlamentarias con este fin. Ya sabemos que es imposible ganarlas con un CNE vendido, un registro electoral viciado y todo un sistema electoral diseñado para el fraude. Esto es verdad, pero también lo es que debemos usar todas las formas de lucha para darle un viraje a la situación. ¿Y cómo usar las elecciones parlamentarias en este sentido? Propongo que, apartando a la MUD, pongamos la renuncia de Maduro en el centro del debate. Convertir la campaña electoral en una movilización de masas que tenga por objetivo la renuncia de Maduro. Obliguemos a cada candidato a definirse: si hace de la renuncia de Maduro el tema de su campaña, sumándose a la movilización general, se le tiene por opositor y se le da el voto; y al que no lo haga, se le sabotea su elección por colaboracionista, postulando en su circuito electoral un rival que se sume a la movilización de masas o, si ello no fuere posible, convocando a la abstención en ese circuito para castigar al colaboracionista. Sería la estrategia del voto selectivo, cuyo objetivo verdadero sería forzar la renuncia de Maduro mediante la movilización popular, con el pueblo en la calle.

http://jesuspetitdacosta.blogspot.com

@petitdacosta