Ledezma, López y Machado tienen la oportunidad de su vida si asumen el liderazgo de la movilización nacional que fuerce la renuncia de Maduro
Jesús Antonio Petit da Costa
En mi adolescencia aprendí cómo se combate a una tiranía y se la derrota. Entonces no teníamos prensa, radio ni tv. Todos los medios estaban sometidos a censura total. No existía la televisión por cable. No había internet ni telefonía móvil. La red telefónica de Cantv estaba intervenida. Sólo contábamos con multígrafo y papel para la comunicación con la gente. Repartíamos la propaganda de noche, metiéndola sigilosamente por debajo de las puertas de las viviendas. Vivíamos en conchas o escondites. Nuestros contactos y reuniones, de dos apenas, eran clandestinos. Se hacían bajo normas rígidas: puntualidad y brevedad. Era con el fin de evitar que nos descubrieran. Y, sin embargo, siempre había uno que caía en manos de la policía. Enseguida tomábamos medidas preventivas por si acaso el compañero preso sucumbía a la tortura y nos delataba. Al final éramos pocos, cada día menos, y no obstante alcanzamos la victoria cuando el pueblo de Caracas respondió a nuestro llamado saliendo a la calle y manteniéndose allí hasta que el tirano huyó. ¿Porqué siendo tan pocos tuvimos éxito, en cambio ahora, contando con millones de simpatizantes, no se ha conseguido a pesar de que la tiranía está debilitada por el colapso de la economía, arrastrando el país a su disolución? Son muchas las razones. Daré dos por ahora.
Primero: no había colaboracionistas que usurparan el rol de la oposición. Ningún partido era colaboracionista. Los cuatro partidos eran de oposición. En una tiranía se hace oposición cuando se la combate frontalmente y sobre todo se usan contra ella, para acabarla, todas las formas de lucha, sin descartar ninguna, incluyendo el concurso de militares. Ahora no hay oposición. Su espacio lo ocupan los colaboracionistas, a quienes hay que desalojar del lugar que ocupan. Hay que deslindar con ellos. ¿Quiénes lo harán? Sin duda, la sociedad civil, o sea, los independientes o sin partido, de la cual saldrán los líderes que demanda la situación, si antes algún político no se decide a romper con los colaboracionistas y asume el liderazgo de esta inmensa mayoría, convocando a una alianza de clases (trabajadores, universitarios, empresarios), con un objetivo concreto: la renuncia de Maduro, primer paso para el cambio radical y profundo que demanda el país. La oportunidad se presenta con la campaña electoral de las parlamentarias, a la cual se le daría así un sentido trascendente para la movilización nacional que termine forzando la renuncia de Maduro, al que sólo le falta un empujón para salir. Sacar la campaña de donde la han ubicado los colaboracionistas, que es seguir de comparsa, para hacerla trascender hacia lo fundamental que es darle un vuelco a la situación con la mayor urgencia. La ocasión la pintan calva para el trío: Ledezma, López y Machado, por sus antecedentes de LA SALIDA y el Acuerdo Nacional de Transición. La aureola por la persecución de que han sido víctimas les concede el derecho preferente para dar este golpe de efecto. Pero no hay derecho preferente imprescriptible. Todos tienen plazo de caducidad.
Segundo: en una tiranía la oposición se organiza como resistencia clandestina que sale de las catacumbas cuando está preparada para el asalto al poder. Fue lo que hicimos. Nadie nos veía en la calle haciendo política. Aparentábamos ser unos seres inofensivos que no se metían en nada. La diferencia está en que como los colaboracionistas no corren ningún riesgo porque la tiranía sabe que trabajan para ella, inducen al error de creer que todavía estamos en democracia y por ello no se toman las precauciones del caso, facilitando la represión. La más elemental es la de adaptarse al juego de simulación de la tiranía, montando paralelamente una organización subterránea, semejante a la resistencia clandestina del pasado, que capte los recursos humanos que van a emerger a la superficie en el momento del asalto al poder. Al mismo tiempo, crear organizaciones periféricas en las áreas gremiales, culturales y sindicales, que sirvan a lo que en el pasado llamamos “respiraderos legales.”
Resumo: Ledezma, López y Machado tienen la oportunidad de su vida si asumen el liderazgo de la movilización nacional que fuerce la renuncia de Maduro, dando inicio a la transición de la tiranía a la democracia. Pero esta oportunidad tiene un plazo de caducidad.
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