La MUD va a recibir una paliza electoral. Los pobres y mestizos, negros e indios no tienen nada que buscar con estos elitistas excluyentes y racistas
Julián Rivas
La victoria soviética sobre los nazis es un gran acontecimiento de la humanidad. Por estos días se celebran los 70 años de ese momento cúspide. Quienes nos iniciamos en las luchas revolucionarias siendo críticos de la Unión Soviética, siempre reconocimos que la Guerra Patria y el salto industrial soviético, son dos hazañas indiscutibles.
Cómo no vamos a recordar aquellos años setenta, fines del gobierno de Carlos Andrés Pérez e inicios del gobierno de Luis Herrera. En los círculos de estudio hablábamos de la revolución rusa, del capitalismo, los trust, los workers, la Nueva Política Económica (NEP) y los tratados Brest-Litovsk. ¿Que cómo era posible? Que Lenín actuó con sabiduría. Tantas cosas.
Recuerdo que en sitios ocultos de la red de liceos de la Avenida Morán guardábamos libros. Siempre, tras la reunión, el jefe del Comité sacaba un libro: ¡Camarada, léalo. Lo discutimos en la próxima reunión!
Así conocimos a Gorki y en lo personal llegué a Turgueniev. Luego a Lefevbre. ¡Lea los clásicos! Yo leo todo lo que enseñe. De la literatura de la Gran Guerra recuerdo “Un Hombre de verdad”, de Boris Polevoi, y “Lucharon por la Patria”, de Sholojov (autor que hasta ganó un Nobel de Literatura, cosa que en aquellos tiempos no nos interesaba). Hubo un libro que nunca alcanzamos a leer completo, solo fragmentos; nunca pudimos reunir los dos gruesos tomos que lo comprenden: “El Comité Regional Clandestino Actúa”, que era expresión de la resistencia contra los nazis, de la organización. Esta literatura se llamó realismo socialista, que para un amigo escritor, debería ser revisada en estos tiempos. Algo complicado, pero necesario, sin duda.
En verdad hay mucha mezquindad cuando los centros capitalistas tratan de invisibilizar que fueron los soviéticos los que derrotaron a los nazis. Las películas de Hollywood no ayudan, y los historiadores burgueses, incluyendo los rajaos, menos.
Estos historiadores godos
En Venezuela ocurren situaciones bien curiosas. Cada vez más, el fascismo trata de aliñarse intelectualmente, con ¡los académicos!.
Pareciera que estuvieran alienados por una mano invisible: “El pueblo retomará el curso normal de la historia” dice Guillermo Morón. Qué casualidad, por ahí un pájaro pide “poner las cosas en el lugar que le corresponden”. Es decir, la restauración.
Es difícil, por no decir imposible, que nuestro pueblo vuelva a la sociedad de élites. Hay que empujar hacia adelante. El anglosionismo internacional quiere que volvamos hacia atrás. Es curioso, la burguesía intelectual se viste de derechos, reclama derechos para que vuelvan los que nunca reconocieron derechos, salvo los suyos.
En nuestra historia republicana nunca ha habido crimen más vergonzoso que la masacre de 1989 contra el pueblo venezolano. Me pregunto como Albert Camus: ¿Quién permitió que la represión ocurriera en medio de la indiferencia, sino la prensa y los intelectuales? Ahora los vemos como defensores de derechos, clamadores de libertad. Uno es Elías Pino Iturrieta. En el Festival de Lectura, en Plaza Altamira, el domingo 3 de los corrientes a las 6:30 pm, vimos a Pino Iturrieta reclamar su derecho de ir a corridas de toros y de paso se le salió el tufo racista y fascista.
Él no cree que los animales tengan derecho alguno. Le parece absurdo que se haya cerrado el Nuevo Circo en defensa de los animales. Lo que le gustó a García Lorca no puede ser bárbaro, dijo con voz engolada. Reclamó las corridas de toros que “por desdicha se nos están yendo”.
Pareciera que Juan Vicente Gómez fue un adelantado de la civilización Occidental, que trajo toros de lidia a Venezuela, promovió corridas y fue amigo, entre los toreros, de Juan Belmonte. No como ahora que se cierran plazas de toros, que para Pino Iturrieta es una “manifestación de decadencia de la vida, sin consultas y sin estar concernidos”.
¡Se acaba la tradición!, exclamó Pino Iturrieta. Ya no se ven toreros. El muchacho le dijo que al menos se ve a Morenito de Maracay (José Nelo). A Pino Iturrieta no le pareció. Él, que fue a corridas en México, que esperaba con deleite la temporada caraqueña o maracayera, con corridas en plazas a reventar, con esos galanes toreros venidos de España:
— Morenito de Maracay era más mecánico que torero, por la pinta que tenía.
Jajaja, se oyó de parte de algunos asistentes, por fortuna una minoría.
Señores, esto es racismo puro. Triste, lamentable, vergonzoso para un señor que por mucho tiempo se dijo que era de izquierda. Incluso, es teodorista. Un señor que fue decano de Humanidades en la Universidad Central de Venezuela. Debe estar chocho, o siempre ha sido un facho.
Queda solamente por señalar que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es muy clara. Leamos el artículo 21: “Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona”.
En el Nuevo Circo de ahorita, hay una escuela de circo. Y más, lo que este balurdo no sabe, es que precisamente frente al Nuevo Circo hay un edificio de la Misión Vivienda, uno de los tantos en los que cientos de miles de familias antes excluidas han recibido techo. En un área de ese edificio hay un centro de atención de la Misión Nevado, en la que cientos de personas, todos los días, llevan perros y gatos para que les den asistencia veterinaria, gratuita.
En tiempos del gomecismo no había política de salud ni de educación para el pueblo. Eso no lo entienden estos godos racistas. La Mesa de la Unidad, de la que Pino Iturrieta es vocero, va a recibir una paliza electoral. Los pobres y mestizos, negros e indios, que son la gran mayoría del pueblo venezolano, saben que no tienen nada que buscar de estos elitistas excluyentes y racistas.
Nuevo Circo, Nuevo Circo, viejo circo caraqueño…
Y no deja de ser opositor perrorabioso. Pino Iturrieta reclamó su derecho a hacer cola, como antes, por una entrada a la plaza de toros. No para comprar papel tualé. Qué inteligente este Pino. No hay que lavarle la cara. Es un caradura.