Un nefasto rentismo petrolero fue fomentado por gobernantes criollos subordinados a EEUU, ocasionando un despilfarro atroz que impidió invertir en el futuro
Jesús Silva R.
La cooperación industrial de Irán se ha ido incrementando sostenidamente desde 1999 en áreas como cemento, viviendas y automóviles, entre otras. Por ejemplo en el estado Anzoátegui pudimos presenciar recientemente el buen desempeño de los expertos iraníes trabajando en la fábrica de cemento conocida como Cerro Azul, la cual es reconocida como una de las que posee mayor capacidad productiva en toda América Latina. No menos significativo ha sido visitar la empresa de vehículos Venirauto cuya sede principal está ubicada en la ciudad de Maracay, allí fuimos testigos del ensamblaje de miles de carros a bajo precio y alta calidad, nuevamente gracias a la tecnología de Irán.
Asimismo, días atrás al efectuar un recorrido por Ciudad Ojeda en el estado Zulia, constatamos un pujante desarrollo en la construcción de miles viviendas con tecnología iraní. Cabe destacar que se trata de obras habitacionales destinadas a sectores humildes de la población venezolana. En este caso se ha dado cumplimiento a las metas trazadas con miles de apartamentos y casas culminadas en aporte al plan estratégico del Estado venezolano conocido como Misión Vivienda, el cual promueve hogares dignos para personas de bajos recursos.
Por tal motivo la alianza de Caracas y Terán representa una manifestación del antiimperialismo del siglo XXI que rompe con la tradición de una región latinoamericana que era vista como patio trasero de EEUU. Es así que en el presente tanto Venezuela como Irán en alianza multidisciplinaria desarrollan una política internacional independiente frente a potencias extranjeras.
Dicha alianza se ha articulado para el beneficio económico mutuo de venezolanos e iraníes, conjuntamente con el apoyo político recíproco entre ambos gobiernos. Esa reciprocidad se fundamenta en preceptos ideológicos de soberanía, democracia y paz que identifican a ambos pueblos. En este escenario político favorable, se generan bienes y servicios para favorecer a los segmentos más necesitados de la población venezolana, se fijan precios razonables y muchas veces, como sucede con las viviendas, estas son adjudicadas gratuitamente a personas en situación de extrema necesidad como madres solteras o gente que ha estado en situación de calle o sufrido la destrucción de su casa por desastres naturales.
Un nefasto rentismo petrolero fue fomentado por gobernantes criollos subordinados a EEUU, ocasionando un despilfarro atroz que impidió invertir en la productividad de Venezuela hacia el futuro. De hecho, años antes de que Chávez fuera presidente, gobiernos antinacionales detuvieron la inversión de la renta petrolera en el crecimiento de industrias venezolanas productivas como la petroquímica, la cual es capaz de generar productos manufacturados que poseen alto valor agregado.
En este sentido, países que se han liberado del negativo esquema importador lo han hecho mediante el acuerdo con nuevos aliados que de alguna manera han transitado exitosamente el camino de la industrialización, teniendo en consideración que dicho proceso constituye la indispensable base material de la soberanía económica. Irán se ubica en ese selecto grupo de países que pueden producir internamente para su pueblo lo necesario para alimentarse, tener vivienda y transportarse de un sitio a otro.
Como revolucionarios venezolanos celebramos la decisión del gobierno al profundizar alianzas con empresas de países amigos que están dispuestas a invertir capital propio y que no viven de la manera parasitaria que lo han hecho organizaciones criollas como Fedecamaras, Consecomercio, entre otras que agrupan a los burgueses especuladores del dólar en Venezuela. Demás está decir que cada dólar que se va a las manos de un empresario criollo deshonesto, es un dólar menos para comprar medicinas al enfermo o un kilo de comida menos para quien tiene hambre. Por consiguiente, los socialistas de este país vemos en las empresas iraníes una evidencia de que el socialismo venezolano puede convivir con empresas extranjeras siempre que se fijen reglas claras y beneficios para todos los involucrados.
Para que Venezuela logre la ansiada industrialización, se trabaja arduamente con los hermanos iraníes en diferentes frentes. Esto es un primer paso para abandonar la venta de materia prima petrolera como principal fuente de ingreso económico nacional, el otro paso impostergable es generar productos procesados cuya venta origine ganancias más elevadas. A todas luces, concretar el crecimiento económico nacional, lo que técnicamente se vincula al incremento del producto interno bruto o “gross domestic product” ha sido desde tiempos de Hugo Chávez un enorme reto histórico que la Venezuela Bolivariana se impuso a sí misma.
El “desarrollo endógeno” ideado por Chávez, es la aplicación moderna del socialismo del siglo XXI, de allí que la industrialización sea la clave para derrotar el subdesarrollo y la dependencia provocada por las constantes importaciones de productos. Venezuela está hoy determinada a garantizar bienes esenciales para nuestro pueblo en vez de comprarlos a través de países extranjeros en moneda estadounidense. Hoy más que nunca los venezolanos estamos empeñados en lograr estos objetivos, gracias a la invaluable cooperación industrial de Irán.
El autor es constitucionalista y analista internacional
@Jesus_Silva_R
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