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La gestión gubernamental

Entre 2012 y el primer semestre de 2014, con el barril de petróleo en casi cien dólares, ya la crisis económica se había desatado por el gasto demencial electoral


Luis Fuenmayor Toro

Algo tiene que significar el retardo del Consejo Nacional Electoral en fijar la fecha de las elecciones parlamentarias. De Tibisay Lucena se puede decir lo que sea, sobre todo ahora luego de sus dos últimas magistrales actuaciones: la certificación en minutos de los miles de millones de firmas, que se iban a entregar a Obama y que por fin no se entregaron sin ninguna explicación (para algunos hay que preguntarle a Shannon) y la cantinflada ante la pregunta de la Asamblea Nacional, sobre la procedencia de la elección directa de los diputados del Parlatino. Lo que no se puede decir es que no conozca de materia electoral. Si de algo podía presumir antes de ser Presidente del CNE era de ser una profesional competente en el sistema electoral venezolano. Por ello es que no se puede aceptar que el problema del retardo de la fecha de realización de las elecciones parlamentarias es por cuestiones técnicas, falta de información o cualquier otra majadería.

Debe haber entonces problemas para el acuerdo sobre el tema en la dirección gubernamental, posiblemente por saberse que, por lo menos hasta ahora, el Gobierno pierde las elecciones parlamentarias. No se sabe todavía con quién, pero las pierde. Recordemos que entre 2012 y el primer semestre de 2014, con el barril de petróleo en casi cien dólares, ya la crisis económica se había desatado por el gasto demencial electoral, como lo afirmó el mago del Fonden Jorge Giordani. Alguien en aquellos momentos calculó que para asumir el excesivo gasto gubernamental se requeriría que el precio del barril de petróleo llegara a los 140 dólares. Desde ese momento el déficit fiscal nos persigue y la reducción del PIB también. Imaginemos cómo estará la situación de grave con el petróleo a menos de 50 dólares el barril; tan grave debe ser que el Banco Central no ha informado cuánto fue el PIB en 2014 y ya estamos en el sexto mes de 2015.

El deterioro gubernamental es más que evidente; tendrían los venezolanos que ser masoquistas para seguir apoyando a quienes han reducido, en forma drástica, sus condiciones de vida, y eso que las que se tenían no eran precisamente buenas. Los precios aumentan de día a día, sin que los salarios cambien ni con la misma frecuencia ni en la misma magnitud; no se firman contrataciones colectivas y se burlan las existentes, la inseguridad sigue cobrando vidas de manera permanente, principalmente en los sectores pobres; los hijos de la patria emigran, en búsqueda de un más claro futuro; el delito se enseñorea generando lesiones, robos, atracos, violaciones, agresiones y vandalismo, actividades en las que se unen a los delincuentes las distintas policías, militares, colectivos gubernamentales y malandros motorizados. Los hostigamientos y detenciones injustificadas constituyen el día a día. La corrupción descarada con total impunidad, como en el caso del Fonden, donde 116 mil millones de dólares desaparecieron con las firmas del eterno y de Giordani.

Tres tasas oficiales de cambio, mantenidas simplemente porque son la fuente de negocios exorbitantes de la alta burocracia gubernamental y partidista; inexistencia de divisas y de todas las mercancías que se importaban con las mismas, dólar negro a 400 bolívares y con tendencia alcista, restricciones de las compras a una frecuencia de una vez por semana, largas filas en auto mercados, farmacias y otros establecimientos comerciales; los hospitales en el suelo, pacientes muriendo de mengua, la mortalidad materna y la infantil en aumento, 47 mil casos de paludismo en los primeros cinco meses del año, lepra en el 30 por ciento de los pobladores de tres localidades barinenses, déficit de 17 mil profesores de matemática, física y química; ausencia de títulos en la cuarta parte de los docentes activos, actividades docentes en solamente el 75 por ciento de los días obligatorios de clases, completan el dramático cuadro de un país que ve disolverse sus instituciones.

¿Y mientras tanto? Piloto automático pues el alto gobierno está preocupado sólo en ver cómo gana las elecciones venideras y, si no puede, qué inventa para posponerlas. Ya sus escribidores tarifados se han venido pronunciando en este sentido. Ya se enfrentaron y “derrotaron” a Obama; hoy negocian con Shannon las condiciones de rendición del Presidente estadounidense, quien aspira a que no lo encierren con Leopoldo López; ya “acabaron” con Rajoy y lo hicieron perder las elecciones en España, ya repartieron los cupos universitarios entre su clientela electoral, Diosdado se cae a golpes declarativos y a distancia con Uribe Vélez, a quien ya lo tienen lista para meterlo preso en Colombia por el asesinato de Robert Serra, para luego extraditarlo y no saber dónde ponerlo pues sería una pésima influencia hasta para el pran más rapaz de las cárceles venezolanas.

Gobierno angustiado es gobierno peligroso. ¡Alerta!