Repetir el 19 de abril de 1810 forzando la renuncia de Maduro con una movilización nacional en la oportunidad de las elecciones parlamentarias, es lo que debemos hacer
Jesús Antonio Petit da Costa
Es un hecho público y notorio que Venezuela perdió su soberanía, cedida graciosamente a Cuba por el difunto y su banda de traidores a la patria. Es un hecho público y notorio que Cubazuela, antes Venezuela, está gobernada desde La Habana por Su Majestad Raúl Castro, monarca en ejercicio, en quien abdicó su hermano Fidel, Rey Emérito, existiendo una situación semejante a la actual del Reino de España. Es un hecho público y notorio que la monarquía comunista cubana tiene en Cubazuela un gobierno títere, obediente a sus órdenes en política interior y exterior, así como en la económica y en la social cuya finalidad es la implantación del comunismo. Es un hecho público y notorio que el gobierno títere, como todos los de su especie, es una tiranía, que concentra todos los poderes en uno solo, por lo cual todos estos poderes, sin excepción, son títeres de Cuba y como tales conforman la institucionalidad de Cubazuela. En consecuencia, todos los diputados son de Cubazuela, de la cual forman parte.
Establecida esta premisa, recurro a cuatro precedentes históricos para ilustrar lo que debería hacer la oposición cuando desplace a los colaboracionistas que usurpan su lugar. Veamos el primero. En 1810 había una crisis política del imperio español. Entonces la metrópoli, como medida de apaciguamiento, convocó a la elección de representantes de las colonias americanas ante las Cortes de Cádiz. En lugar de hacerlo, la clase dirigente de Venezuela decidió aprovechar la crisis para declarar la independencia forzando primero la renuncia del Capitán General y convocando enseguida el Congreso Constituyente que aprobó la primera Constitución. Aprendamos la lección: aprovechemos la crisis política y el colapso económico para forzar la renuncia del títere de Cuba en Cubazuela, primer paso hacia la ruptura de los lazos de sumisión y coloniaje, y después, pero sólo después, celebrar elecciones parlamentarias.
El segundo precedente lo tenemos en los sucesos de 1812. Este año fue promulgada la Constitución de Cádiz, inspirada en el liberalismo, la cual establecía la representación parlamentaria de las colonias. Para entonces los patriotas habían sido derrotados y estaban fugitivos, pero ninguno se postuló para diputado. Si fueran políticos de esta época hubieran sobrado los candidatos, como sucede desde 2006, alegando que hay que ocupar los espacios. Ellos no lo hicieron y por ello los honramos como libertadores. Aprendamos la elección: en la lucha por la independencia hay que ser radical. Nada de colaboracionismo.
El tercer precedente lo tenemos en Fermín Toro. Después de asaltar Monagas el Congreso en 1848, como aquí Chávez en 1999, hizo elegir uno servil que constitucionalizó la tiranía estableciendo la reelección indefinida. Invitado Fermín Toro por el tirano para que aceptara ser diputado en su Congreso, su respuesta a los emisarios fue: “Díganle ustedes al general Monagas que mi cadáver lo llevarán, pero Fermín Toro no se prostituye”. Aprendamos la lección: ser diputado en una tiranía y sobre todo convalidar explícitamente la reelección indefinida, haciendo uso de ella, es un acto de prostitución política, con mayor razón ahora cuando el gobierno es títere de Cuba. No han aparecido hasta ahora los émulos de Fermín Toro. Estamos esperando por ellos.
El cuarto precedente se remonta a 1952. En diciembre de este año Pérez Jiménez cometió fraude electoral alterando los resultados de la elección de la Constituyente que le habían sido adversos. Con la finalidad de que convalidaran el fraude, le propuso a los partidos legales de oposición (URD y COPEI) el 40% de las curules. Tanto Jóvito como Caldera rechazaron la oferta. Al primero lo expulsó del país, mientras al segundo lo mantuvo cercado hasta que salió al exilio. De haber sido políticos de esta época hubieran aceptado complacidos porque “hay que ocupar los espacios”, el pretexto de los colaboracionistas para convalidar los fraudes. La firmeza de aquellos líderes fue premiada por el pueblo: en apenas cinco años llegaron al poder ejerciendo liderazgo hasta la muerte. Aprendamos la lección: no convalidar el fraude electoral acerca al poder, porque el vicio de ilegitimidad desestabiliza al régimen.
Repetir el 19 de abril de 1810 forzando la renuncia de Maduro con una movilización nacional en ocasión de las elecciones parlamentarias y seguir las cuatro lecciones de la historia es lo que debemos hacer.
El objetivo: RENUNCIA MADURO.
La consigna: FUERA MADURO.
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@petitdacosta