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Ser pobre es una calamidad, no una credencial

Ser pobre como credencial

Las acciones gubernamentales deberían estar dirigidas a sacar a la gente de una brutal y lamentable condición de pobreza


Luis Fuenmayor Toro

El Gobierno de Chávez, y por tanto el de Maduro, tomó como política la de suponer que ser pobre constituía una suerte de don providencial, por lo que los seres humanos en esta condición serían al final los privilegiados, primero de Dios y después del Socialismo del Siglo XXI. En lugar de suponer que la pobreza era una lacra social que se le imponía al ser humano, por lo que las acciones gubernamentales deberían estar dirigidas a sacar a la gente de esta brutal y lamentable condición, consideró aquello de “bienaventurados los pobres porque de ellos será el Reino de los Cielos”. En el caso particular que nos ocupa podríamos decir que: “bienaventurados los pobres porque de ellos serán los cupos universitarios”. Ser pobre se transformó entonces en una credencial, al pasar de ser una condición social lamentable para el individuo y la sociedad a una credencial de mérito para acceder a las plazas de nuevo ingreso en las universidades.

Pero ser pobre ya había sido transformado en credencial en otras áreas de los servicios sociales, como la preferencia para disponer de los productos escasos en el mercado, algo que pudiera entenderse dada la naturaleza de lo que se estaba repartiendo, aunque olvida que los venezolanos son todos seres humanos y sus necesidades deben ser atendidas con equidad y justicia. En salud, el Gobierno también creó una red asistencial, con médicos cubanos contratados y muy bien pagados, para los sectores pobres y desatendió totalmente a la población menos pobre y a las capas medias, que son tan seres humanos, venezolanos y necesitados como los más pobres. Pero una cosa es repartirle comida y brindarle atención médica prioritariamente a la gente más necesitada y otra muy distinta es repartir títulos universitarios, como ya ha se hecho, en forma fraudulenta, con los estudiantes de Medicina Integral Comunitaria y con muchos otros que cursan sus carreras en las llamadas universidades bolivarianas, donde ser pobre significa títulos universitarios.

De esta absurda manera, pero muy conveniente a sus intereses electorales, entendió el presidente Chávez aquel cuento de “pagar la deuda social”. Ni él, ni quienes se embelesaron con su discurso histriónico – demagógico, se llegaron a plantear la eliminación permanente de las condiciones económicas y sociales que nos mantienen en el subdesarrollo y la miseria, jamás se propusieron ejecutar un programa para extinguir permanentemente la pobreza en Venezuela. Al igual que adecos y copeyanos, entendieron que su permanencia en el poder pasaba por mantener una gran masa de gente muy necesitada e ignorante, susceptible de constituir una clientela electoral permanente, que se reproducía y actuaba en apoyo del “mesías” del momento, llámese éste Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez o Hugo Chávez Frías. Además, había que envenenar el espíritu de los “elegidos”, para lo cual era necesario un nivel educativo bajo y un discurso emancipador y justiciero, que se introdujera en sus mentes hasta fanatizarlos y alejarles la posibilidad de conocer la realidad.

El plan, sin embargo, recientemente ha sido manejado muy torpemente por los funcionarios del Ministerio de Educación Universitaria, quienes desconocen la historia de la admisión universitaria en el país, las múltiples investigaciones y estudios realizados sobre las distintas variables del proceso y las modificaciones habidas en el sistema nacional de admisión en el período 1999 – 2004, aprobadas unánimemente por el CNU, que garantizaron rescatar la equidad en el ingreso sin desmedro de la calidad académica del proceso y que puede estudiarse con facilidad, a través de las muchas publicaciones existentes en revista académicas acreditadas. Tampoco conocen las modificaciones instrumentadas hacia el período 2007 – 2009, cuando se incorporó el modelo multivariado. Es el eterno cuento de creer que la historia se inicia con uno, como lo pensaba el presidente Chávez, desechando toda la labor realizada previamente.

Hoy, los reclamos de los aspirantes menos pobres (estrato social “D”) procedentes de todas partes de Venezuela, provenientes de liceos oficiales, con promedios de notas de 18, 19 y 20, que no fueron aceptados, muchos de ellos de familias cercanas al Gobierno, amenazan con defenestrar al ministro y comprometen seriamente ya no sólo a la academia, pues ésta no es importante para el Gobierno, sino al beneficio electoral que se quería obtener con este reparto de cupos a los sectores muy pobres de la población. Ahora no saben cómo corregir los múltiples entuertos generados, pues no se atreven a dar marcha atrás, que sería la única conducta académicamente correcta. Desde ya deberían irse despidiendo de aplicar la misma metodología el próximo año, pues el desasosiego actual de decenas de miles de familias ocurriría de nuevo, al repetirse los resultados de una metodología que convirtió la calamidad de ser muy pobre en una credencial académica para el ingreso a la universidad.

@LFuenmayorToro