Nadie parece asumir sus responsabilidades ante la difícil situación del país
Si una de las principales misiones del Banco Central de Venezuela es defender a la moneda, ¿dónde está la directiva que ha permitido que el dólar paralelo se dispare? ¿Dónde está Nelson Merentes? ¿Por qué el ente no se encarga de buscar soluciones a las distorsiones que tanto daño le hacen al país? ¿Qué dicen los técnicos de la institución? ¿El BCV va a seguir imprimiendo billetes sin freno?
Si uno voltea hacia otro lado también podría exigir que los responsables de llevar adelante las políticas de seguridad ciudadana den un paso al costado, o que por lo menos acepten que la cosa está difícil y que alguna medida importante habrá que tomar para poner fin a tanto asesinato. La nación se encuentra tomada por las bandas que un día atracan un banco y toman rehenes, a la otra jornada atacan con granadas a funcionarios para despojarlos de sus armas, la mañana siguiente asaltan a una estación de policías y todos los días son los amos y señores de vastos territorios en el interior del país. Eso sucede a cada rato y no hay nadie que diga nada. Parece que Venezuela es un país sin dolientes, sin gobierno en funciones.
Lo mismo pasa con un decreto presidencial de tal relevancia que reaviva las viejas disputas territoriales de la nación. El 1787 no era un decreto cualquiera, pero fue modificado a los pocos días y en poco más de un mes derogado. Un decreto breve, a pesar de que cualquiera se podría imaginar que miembros de la Fuerza Armada, historiadores y la Cancillería estudiaron a profundidad el caso y asesoraron al presidente Maduro en su redacción. Pero se esfumó rápido. ¡Puf! Si estuvo errado, nadie se hizo responsable por ello, a pesar de las implicaciones. Y así pasa por donde quiera que usted mire. Nadie asume la responsabilidad por nada en un entorno donde parece que primero veremos pasar al cometa Halley antes que algún funcionario renuncie por dignidad. EDE