El Decreto 1787 se trata de un acontecimiento histórico, político, militar y jurídico de la mayor importancia
Manuel Malaver
Desde que hace cinco meses se conoció que Exxon Mobil exploraba un yacimiento petrolero en la “Zona en Reclamación del Esequibo” con el permiso y en sociedad de las autoridades guyanesas, Maduro, no solo pretendió bypasear la noticia, sino que una vez que le resultó imposible no admitirla, salió a defender la administración de David Granger (presidente recién electo de Guyana) y a denunciar que todo se debía a una conspiración de la transnacional norteamericana.
Extremada ridiculez que solo podía cometer un ignorante del diferendo que desde comienzos de los 60 mantienen Venezuela y Guyana sobre el “Territorio Esequibo” y de la ley internacional que, en ningún caso, da luz verde a empresas extranjeras a operar en países soberanos, a menos que sean avalados por sus gobiernos y luego de especiosas y largas negociaciones.
A desmentirlo salió, entonces, el propio gobierno guyanés en sucesivos comunicados del presidente saliente, Donald Ramotar y del entrante, David Granger, quienes, de manera consistente, taxativa e indubitable sostuvieron que la puntal del imperialismo yanqui exploraba el “Territorio en Reclamación” con acuerdo y consentimiento del país caribeño.
Debió arder Troya, puesto que se confirmaba una denuncia formulada en 1999, de que la ex colonia británica había trazado una línea arbitraria sobre la proyección del delta venezolano, delimitando espacios marítimos ubicados entre la cuenca de la Guayana Esequiba y la cuenca del Delta del Orinoco, distribuyéndolos en bloques y, años más tarde, entregándolos en concesiones.
Pero Maduro seguía deshojando la margarita, entre su férreo amor guyanés y su ambiguo amor por Venezuela, y con el cuento, cada día más desacreditado por las autoridades caribeñas, de que se trataba de un problema con Exxon Mobil y no con el gobierno de David Granger.
Seguían explotando bombas, sin embargo, alrededor de Maduro, y una que debió dejarlo con otra otitis reveló que los bloques dados en concesión, tocaban aguas venezolanas, aunque la línea trazada tenía la intención de hacer ver que todo es territorio guyanés.
“Venezuela reclamó, pero Guyana no hizo caso”, según datos que suministra, Emilio Figueredo, quien durante 12 años fue embajador ante la ONU para la aplicación del “Acuerdo de Ginebra”.
Como tampoco lo hizo el entonces presidente, Hugo Chávez, quien, como parte de su alianza con la dictadura de los hermanos Castro de Cuba, viajó a Guyana en febrero del 2004 a sostener que “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países». y “que el gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área».
En otras palabras, que en una hora Chávez borró más de 100 años de reclamación por el despojo por parte del imperialismo británico del “Territorio Esequibo”, y el logro supremo de nuestra diplomacia de obligar a Guyana a firmar el “Acuerdo de Ginebra” -que le daba carácter constitucional a la reclamación-, pero para implementar un nuevo despojo, el de las riquezas y la soberanía venezolanas para agregarlas a las tropelías del comunismo cubano en América y en el mundo.
“Doctrina” que es también la del sucesor de Chávez, Maduro, en el conflicto limítrofe, quien durante cinco meses dribló lo que era una invasión de las cuencas de la Guayana Esequiba y del Delta del Orinoco y solo reaccionó cuando la Fuerza Armada Nacional le impuso firmar el “Decreto No 1787”, publicado en la Gaceta Oficial del 27 de mayo pasado y mediante el cual “se crean las Zonas de Defensa Integral Marítimas e Insulares (Zodimain), que cubren el espacio acuático jurisdiccional del país y buscan resguardarlo, abriendo la puerta para que la Fuerza Armada Nacional defienda la fachada atlántica de Venezuela, y la zona en reclamación”.
Se trata de un acontecimiento histórico, político, militar y jurídico de la mayor importancia que, literalmente, devuelve la problemática del Esequibo a los tiempos antes de que Chávez la desviara hacia los intereses cubanos y guyaneses, que enfrenta la injerencia castrista en los asuntos internos del país, y que, de nuevo, no concita la atención que debiera del liderazgo político, académico y especializado opositor.
Que recordemos, solo la organización política, “Vente Venezuela” que lidera, María Corina Machado, publicó un amplio documento que fija el Decreto en sus justos términos y lo encuadra en la perspectiva histórica que reclama.
Para decirlo en breve, -y ya dentro de mi análisis personal- se trata de un golpe de estado “en frío”, que en cuanto no permite conocer las circunstancia en que fue redactado el Decreto, quiénes fueron sus promotores y redactores y si fue compartido por las cuatro fuerzas de la FAN, o solo uno o dos de sus componentes, deja sin respuestas muchas de las preguntas que se hacen los venezolanos sobre la actual situación de los hombres y mujeres de uniforme.
Un instrumento de acción que se reconoce fue establecido con alguna prisa, puesto que ya fue reformulado en lo referente a que los límites con Guyana fueron dados como fijos cuando existe la Zona en Reclamación, pero que trae la ventaja de que demuestra que la FAN no está al margen de la geopolítica castrochavista y está dispuesta a “corregirla” cuando lo juzgue necesario.
Por todo ello, un secreto protestado a voces por las cancillerías de los gobiernos afectados por el Decreto como son Colombia y Guyana, pero sobre todo por este último, el cual, retomando la retórica de los tiempos en que los presidentes de la República trabajaban por Venezuela y no por Cuba, está acusando a Maduro de querer violar su soberanía y querer apropiarse de su riqueza.
Ante todo ello, Maduro guarda silencio, limitándose a hacer lo elemental, como es reclamar el status de “Zona en Reclamación del Territorio Esequibo”, y de protestar la invasión de la cuencas marítima de la Guayana Esequiba y del Delta del Orinoco, pero sin llamar a una movilización nacional en respaldo al Decreto 1787 y de la FAN, y, mucho menos, convocando a las milicias, a la reserva y al PSUV en el defensa de 159.000 que pertenecieron y deben regresar a la geografía nacional.
[quote_center]“Guyana por concepto de petróleo recibido de Petrocaribe debe a PDVSA 580 millones de dólares”[/quote_center]
Tampoco se ha visto al presidente denunciando la agresión guyanesa ante gobiernos y cancillerías extranjeras, ni mucho menos apelando a la solidaridad de los países “hermanos” del Alba y la Unasur -creados y financiados por el “ábrete sésamo” de los petrodólares venezolanos, -para que emitan, al menos, una declaración formal, sino de respaldo a Venezuela, si llamando al diálogo entre los dos países y en el marco del respeto al “Acuerdo de Ginebra”.
Del Mercosur, igualmente, el silencio ante la crisis es abrumador, y de nuevo se trata de “aliados estratégicos” que en los casos de Brasil y Argentina, han hecho esguace con las finanzas venezolanas en todas sus manifestaciones.
Y se trata de “hermanos” que saltan a proclamar “respaldos y apoyos” y convocar reuniones urgentes y especiales cuando “las presuntas agresiones” vienen del imperialismo yanqui o de gobiernos derechistas o golpistas como el de Álvaro Uribe de Colombia, Roberto Micheletti de Honduras, o Federico Franco en Paraguay.
En otras palabras que, no una, sino muchas manos pelúas, tienen que estar inhibiendo la solidaridad con Venezuela en una coyuntura tan dramática y comprometida y la primera sospecha recae en el presidente de Cuba, Raúl Castro, quien, al lado de su hermano Fidel, championó siempre los apoyos con los gobiernos autoritarios de Guyana en su disputa con los gobiernos democráticos venezolanos.
Siguen, los “hermanos” Lula Da Silva y Dilma Rousseff, continuadores de la política exterior brasileña que siempre se negó a reconocer los reclamos de Venezuela sobre el Esequibo y apoyó irrestrictamente a Guyana.
Y -last but not least- los “hermanos” chinos, los cuales -abróchense el cinturón- aparecen en sociedad con Exxon y el gobierno guyanés, con una empresa “Nexen Petroleum Guyana” -filial de la estatal petrolera china, “China National Oil Company- participando en el expolio del petróleo venezolano en el Territorio Esequibo.
En otras palabras que, no Álvaro Uribe, no Roberto Micheletti, no Franco son los asociados con la Exxon Mobil y Guyana en la plataforma de las aguas territoriales de la Zona en Reclamación, sino estos “aliados” y “hermanos” a quien Chávez invitó a incorporarse a la nueva “Guerra Fría” contra el imperialismo yanqui, y lo hicieron, pero no sin antes entrarle a dentelladas al ingreso petrolero venezolano que dejaron exhausto
Y entre ellos, Guyana, que por concepto de petróleo recibido de Petrocaribe debe a PDVSA 580 millones de dólares.
Alianzas políticas pagadas con dólares contantes y sonantes, pero que una vez que se acaban, ponen a los clientes a buscar otros socios.
Y dejando perversamente comprometidos a los financistas empobrecidos, pues les cuesta justificar que arruinaron al país por un amor de bobo, de tonto útil.