En la calle se respira un ambiente denso y el Gobierno insiste en andar como si nada
La irresponsabilidad del Gobierno al llevar las riendas del país no hace más que dirigir a la nación hacia un colapso total.
Seguir adelante en la carrera suicida hacia las elecciones parlamentarias sin tomar medidas económicas, alimentando así el paradigma populista que se niega a morir, traerá lamentables consecuencias para quienes gobiernan, que pasarán a la historia como irresponsables incapaces de evitar una tragedia que según varias organizaciones que sí trabajan desde hace meses para reaccionar ante los escenarios por venir, tiene tintes de crisis humanitaria.
No será la cúpula burocrática la única en sufrir los daños de una crisis como nunca antes se había vivido. Es evidente que el pueblo llano, en todos sus matices, será el protagonista de tan amargo trago. La inflación, la escasez, la devaluación de la moneda y las protestas irán aumentando, según todos los pronósticos.
Se palpa en toda la geografía nacional el descontento, y los ciudadanos deben saber que los días y meses por venir serán difíciles, muy duros. Aún hoy, cuando el país no respira bien ante tantos síntomas inequívocos de un profundo malestar social, el gobierno escurre el bulto y mira para otro lado, como jugando al inocente, cuando en verdad tiene conocimiento de lo difícil de la actual coyuntura.
El discurso oficial podrá apuntar hacia la falacia, pero los hechos, la historia de estos días, se encargarán de resaltar a los responsables de haber destrozado lo que pudo ser una etapa dorada para Venezuela, y no fue. EDE