A pesar del terror de las bayonetas, del uso excesivo e impropio del poder, saben que su destino está sellado
José Rafael López Padrino
Solo un día después de anunciar la normalización de la frontera colombo-venezolana el iletrado de Maduro decretó el estado de excepción en algunos municipios del estado Amazonas (19/09/15). Con esta nueva y arbitraria decisión son ya 23 municipios fronterizos en los cuales priva el estado de excepción; regiones geográficas donde coincidencialmente los sondeos electorales no favorecen al oficialismo de cara a las elecciones del 6D.
Estado de excepción que ha implicado un grotesco despliegue militar, con masivas restricciones de las libertades civiles e individuales que hacen prácticamente imposible la actividad política y la campaña electoral para las elecciones del 6D. Igualmente, tales medidas han significado la imposición arbitraria y anticonstitucional de connotados milicos bolivarianos como autoridades únicas, asumiendo responsabilidades administrativas propias de los gobernadores y alcaldes electos en esas regiones. Además, el régimen de Maduro ha extendido las razias milicos-policiales (OLP) a nivel nacional, ocasionando atroces violaciones de los derechos humanos ante la mirada cómplice y cortesana de la Fiscal General y del malandrín Defensor del Pueblo.
Estas medidas dictadas por el grupete Maduro-Cabellos-Padrino responden a la visión reaccionaria del Estado Pretoriano, el cual pretende legitimar el rol de la Fuerza Armada Nacional en la conducción del Estado y la sociedad. Ya en el siglo XIX, el pensador y político socialista francés Louis Blanc alertaba sobre la perversidad del militarismo como doctrina, al señalar el peligro que constituía el uso de las instituciones armadas, no sólo para defenderse del enemigo externo, sino para reprimir al «enemigo interno», es decir la disidencia política.
El pestilente control armado de la sociedad venezolana se ha manifestado en el copamiento de las instituciones del Estado y de la conciencia de los ciudadanos con valores militares (obediencia, servilismo, y disciplina), con sus símbolos (uniformes y marchas) y con su lenguaje (batallas, misiones, enemigo, unidades y batallones). Control armado que además se evidencia en la imposición de un vulgar patrioterismo, un falaz catecismo de heroicidades, así como una intolerancia a lo disímil que incita al odio, a su destrucción.
Este control armado por parte del régimen procura establecer un férreo control de la vida y el comportamiento de los ciudadanos, con la pretensión de dominar su inclinación ideológica (pensamiento único), la educación (currículo bolivariano), los medios de comunicación (censura y cierre de ellos) y la economía nacional (capitalismo de Estado salvaje). Es la transformación de la nación en un inmenso cuartel, en un «Estado Guarnición» en donde impere «el orden, la disciplina y la subordinación”. Reivindican el viejo mandato de Mussolini de “Creer, Obedecer, Combatir” (1930).
La logia milico-civilista bolivariana se propone seguir declarando Estado de excepción en otras regiones del país a fin “condicionar el escenario electoral del 6D”. Estrategia que conlleva a una mayor militarización de la sociedad e imposición de una política de terror a fin de atemorizar a la población y desmotivarla a participar en el próximo proceso eleccionario del 6D. Es el uso del componente armado como parte de una estrategia política electoral orientada a prevenir la derrota electoral que se anticipa.
El carácter fachomilitarista del régimen hoy es indiscutible. No se trata de una revolución socialista lo que está en marcha como suelen afirmar los asalariados y proxenetas al servicio del régimen, sino más bien de un militarismo hegemónico que a través de la corrupción, la limosna social, la exclusión ideológica, la represión y el terror pretende perpetuarse en el poder.
El régimen se apresta a seguir adelante con su libreto milico-electoral, con sus demenciales despliegues de tanquetas y miles de soldados en las calles de nuestras ciudades imponiendo el miedo. Sin embargo, a pesar del terror de las bayonetas, del uso excesivo e impropio del poder, y de la conducta mafiosa y delincuencial del Consejo Nacional Electoral, saben que su destino está sellado y que su derrota el próximo 6D será tan inminente como segura.