A esta hora lo que se percibe es que la molestia se agiganta cada día
Rubén Osorio Canales
Para nadie es un secreto que el sistema electoral creado por un autócrata para su propio beneficio con la asesoría foránea de alguien que devino en tirano, hizo de los procesos electorales, no solo el arma para lograr la tan ansiada perpetuidad en el poder de todo régimen totalitario, sino el certificado de buena conducta para ser exhibido en caso de reclamos y marcadas impertinencias de organismos internacionales, creados para velar por la salud de la democracia.
Tampoco para nadie es un secreto que durante estos diecisiete años el régimen logró transmitir una idea de invencibilidad gracias a sus abusos de poder, las complicidades y las impudicias del poder electoral partiéndole el alma a la ley y a la Constitución, siempre con el respaldo del TSJ y la contribución del Ministerio Público a la hora de penalizar a la disidencia con el añadido de los colectivos, motorizados o no, en acción, con sus granadas, sus pistolas, su grosera prepotencia, sembrando el caos y el miedo para que la otra parte, o sea la ciudadanía descontenta y martirizada por tanto despropósito, se mantuviese al margen de la calle, de la protesta abierta y decidida y del reclamo justo de sus derechos.
Hasta ahora al régimen le había bastado repetir las promesas, aplicar el poder represivo, intensificar la mentira en la propaganda, pegar cuatro gritos para amedrentar, inventar enemigos donde no los hay, todas falsas maniobras con las que, sin embargo, había logrado sorprender la buena fe de una población temerosa e incauta. Pero eso no le basta.
Hay algo en esta oportunidad que a este proceso electoral para las parlamentarias, lo hace diferente y es que por primera vez, el régimen ha manifestado un miedo sepulcral al entender que lo que está marcando el paso y el ritmo de los acontecimientos, es la palabra cambio.
«Por primera vez pareciera que el pueblo ha comenzado a quitarse la venda de los ojos»
Cambio de rumbo, cambio de lenguaje, cambio de actores, cambio de todo, porque sencillamente al régimen le explotó en su cara una crisis creada por sus desaciertos, que nadie en su sano juicio puede aguantar.
La gente dice a diario y por todas partes, ya no más mentiras, no a los presos políticos, no al desabastecimiento, no al costo de la vida, no al bolívar empobrecido, no a la inflación, no a la impunidad, no a los abusos de poder, no a los Dakasos, no al engaño continuado, no al fraude perpetuo, a la ineficiencia y a la corrupción.
Y eso es lo que ha comenzado a sentirse ante la inminencia de unas elecciones que abren la posibilidad de entrar en un período de transición que nos vaya devolviendo a la democracia.
Ahora cuando el régimen siente que eso que señalan las encuestas no es un truco, que la inmensa arrechera nacional que ha de expresarse el 6 de diciembre, si es que la dejan, es más que cierta, que aquel encantamiento creado por un discurso falso no pasó de ser un espejismo y ya no funciona y algo que es mucho peor, y es que quienes detentan tan malamente el poder, han descubierto que ese semi dios que fabricaron a punta de un vergonzante culto a la personalidad, cada día está más muerto y no hace milagros y es que no puede hacerlos quien produjo todo esto que hoy asfixia a un entero país.
«El 6D, es una fecha que marcará con muchas turbulencias, los nuevos límites de la lucha por la democracia y la libertad»
Por primera vez pareciera que el pueblo ha comenzado a quitarse la venda de los ojos y lo que está viendo es todo lo contrario a lo que la voz de una retórica hueca y mentirosa, repetitiva y sin aliento creador, le ha contado durante estos larguísimos años.
Por eso el régimen trata desesperadamente de cerrar todo resquicio de libertad, creando situaciones artificiales que podrían permitirle un intento de fuga, y hasta evadirse del juicio popular suspendiendo las elecciones, o aplicando nuevas formas de fraude con los estados de excepción, y amenazando con incendiar al país y convertir a Venezuela nuevamente y por enésima vez en un cuartel.
A esta hora lo que se percibe y está claramente pintada en el aire, es que la arrechera ciudadana se agiganta cada día, poniendo a prueba a todo el liderazgo nacional, que tendrá que demostrar si está, o no, a la altura de tan grave circunstancia.
El 6D, es una fecha que marcará con muchas turbulencias, los nuevos límites de la lucha por la democracia y la libertad.