La rebelión está en la conciencia de cada venezolano. Y el voto, la denuncia sistemática de los abusos de poder y la exigencia de que rindan cuentas, es la herramienta que tenemos para reiniciar el camino al estado de derecho
Tamara Sujú Roa
“Si ella hubiera podido expresar sus pensamientos, hubiera sido para decir que eso no era a lo que aspiraban cuando emprendieron —años atrás— el derrocamiento de la raza humana”.
George Orwell, Rebelión en la granja.
¡Es un secuestro! habrían manifestado algunos funcionarios del gobierno, en relación con la aprehensión por parte de las autoridades estadounidenses de dos personas vinculadas a la familia presidencial, aprehendidas en Haití en una operación encubierta de la DEA cuando intentaban introducir 800 kilos de droga a Norteamérica. No tengo claro quién fue el primero en lanzar tal aseveración, pero sí cuál ha sido el coro que lo reprodujo. No importa que todo indique que los aprehendidos han sido agarrados con las manos en la masa, que ya fueron presentados ante una Corte Federal que ordenó su reclusión sin derecho a fianza mientras transcurre el juicio. Es decir, estimados lectores, no importa que huela a puerco, sepa a puerco, se vea muy gordo, grande y rosado, estos personajes jurarán por la revolución que son conejos mutantes deformados por el imperio.
Así han engañado a los venezolanos, como si se tratara de un ilusionismo colectivo durante 16 años. Y cuando esa gran granja que es Venezuela ha pretendido rebelarse ante la tiranía, manifestando su descontento, el régimen les ha echado a sus perros feroces llamados justicia y cuerpos policiales, pretendiendo someterlos mediante la represión y persecución, la intolerancia y el miedo, al control y la sumisión. También han tratado de sacarle provecho a la escasez de alimentos y medicinas, producto de las malas políticas económicas, la confiscación de empresas y la agroindustria, la ineptitud y el despilfarro del dinero público, para decirle a la granja que esto es culpa de la guerra económica que mantiene el imperio y el vecino de al lado para derrocarlos, y mantener así al enemigo “externo”, como protagonista de todas las calamidades que hoy sufre ese pueblo al que tanto mientan.
Ellos creen que la gente está dispuesta a resignarse en la miseria y la pobreza, aguantando penurias, largas colas para su supervivencia, mientras ellos, los grandes viajeros, le dan la vuelta al mundo con una comitiva más grande que la del propio Obama, llevando familia, amigos y hasta niñeras. Todavía no hay explicaciones para el escándalo del lavado de capitales en el banco de Andorra, donde hay venezolanos vinculados con funcionarios del gobierno con cuentas mil millonarias. Tampoco sabemos que pasó con los ladrones que se apropiaron con descaro de las divisas que repartió Cadivi, así como tampoco sabemos que pasó con la maleta de Antonini Wilson.
También han mantenido la idolatría a Chávez, al que han llamado después de su muerte “el comandante eterno” que todavía los ve, mediante esos ojos que han pintado en edificios y paredes, haciéndolos repetir de forma obligada la consigna “Chávez vive, la patria sigue…”, aunque no tengan comida en la mesa ni jabón en el baño. Para palear el hambre, los dueños de la granja, roban a los comerciantes privados —los pocos que quedan—, se les meten en sus almacenes y bodegas y les quitan la mercancía para venderla como piñata en carnaval a quienes hambrientos acuden a darle palo.
Esta semana pudimos observar cómo uno de ellos —transmutado en reptil— pedía a viva voz no abandonar a la “primera combatiente”, exigiendo lealtad y solidaridad ante tan viles acusaciones por las que atraviesa su familia. Otro fue grabado mientras ordenaba a sus subordinados sacarles fotos a sus votos, como prueba de lealtad con la revolución, indicando que votaron por el partido de gobierno.
Han pretendido cambiarnos la historia, modificando símbolos patrios, fechas conmemorativas, y han creado nuevas fechas nacionales, donde la revolución es la protagonista. También pretenden ideologizar a nuestros niños, con libros que hacen siempre referencia al eterno. Han creado nuevos cargos militares, llenos de soles y condecoraciones que se cuelgan en el pecho en homenaje a la única batalla que han librado: la represión del pueblo, la tortura y tratos crueles a los que han sometido a nuestras mujeres, a nuestros jóvenes, a nuestra gente.
Ahora ellos temen. Hay un gran murmullo en la granja. La gente se hartó de las mentiras, y el murmullo se ha convertido en gritos de indignación frente a farmacias y supermercados, frente a hospitales y morgues. Algunos pocos todavía no han reflexionado sobre el tsunami de información foránea que desnuda al gobierno más corrupto e inepto de América Latina, mas no les hace falta sentarse a ver noticias del exterior, porque las consecuencias de la ingobernabilidad existente en nuestro país, la viven día a día.
La rebelión está en la conciencia de cada venezolano. Y el voto, la denuncia sistemática de los abusos de poder y la exigencia de que rindan cuentas, es la herramienta que tenemos para reiniciar el camino de regreso al estado de derecho en nuestro país. Los seguidores de Chávez no imaginaron que el Socialismo del Siglo XXI, esa supuesta revolución por la cual votaron, fuera el surgimiento de una tiranía que cercenaría los derechos fundamentales de todos los venezolanos sin distinción de colores políticos ni clases sociales. Ellos quieren seguir manejando a Venezuela como los cerdos de la granja de Orwell, repartiendo migajas mientras se quedan con la cosecha, pero internamente ya la gente tiene sembrada la rebelión contra la opresión y el despotismo y lo veremos el 6 de diciembre cuando iniciemos el camino a la recuperación de las instituciones democráticas.
He releído la Rebelión en la Granja de George Orwell, que había leído en mi adolescencia, quizás sin tener en aquel entonces una realidad que comparar con esta sátira del estalinismo y su corrupción. La recomiendo ampliamente a todos mis lectores.