La nueva Asamblea Nacional (2016-2021) será bipartidista y de mayoría simple, y no tiene por qué acabarse el mundo, Venezuela seguirá a partir del 7 de diciembre
Manuel Isidro Molina
El pueblo venezolano está escaldado por la saga de violencia e insensatez que venimos sufriendo desde la horrenda e impune matanza de 1989, cuando explotó el “El Caracazo” del 27 de febrero que fue reprimido brutalmente por las Fuerzas Armadas por órdenes y en connivencia con el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.
Tres años después, golpearon las rebeliones militares del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, cuyos actores fueron indultados por el presidente Rafael Caldera en 1994.
Diez años después, sufrimos el golpe político, militar y empresarial del 11 de abril de 2002, cuyos actores fueron amnistiados por el presidente Hugo Chávez Frías en 2004.
Meses después la violencia golpista generó el alzamiento histriónico de decenas de oficiales militares en la plaza Altamira, y como tapa del frasco el 2 de diciembre de 2002 las mismas fuerzas políticas, militares y empresariales involucradas en el fallido golpe del 11-A, iniciaron el segundo y definitivo paro petrolero y empresarial que colapsó nuestra principal industria y fue extendido de manera irracional
hasta el 3 de febrero de 2003, cuando ya estaba derrotado.
Al año siguiente, ocurre el referendo revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004, cuyo resultado favoreció la permanencia en el gobierno del presidente Hugo Chávez con el 59,1 por ciento de los votos, pero los opositores de entonces –los mismos de hoy- cantaron “fraude” sin pruebas ni razones, como lo han hecho recurrentemente cada vez que pierden una elección.
Nueve años después, el 14 de abril de 2013, Henrique Capriles Radonski le canta “fraude” al presidente electo Nicolás Maduro Moros, y llama a “descargar la arrechera” a sus seguidores, generando 11 asesinatos en una sola noche, por los cuales no ha ofrecido disculpas a la nación, políticamente hablando, ni condolencias a las humildes familias enlutadas.
Al año siguiente, los dirigentes opositores Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma llaman a “La Salida”, jornada de protesta a partir del 12 de febrero de 2014, Día de la Juventud venezolana, que se extendió durante cuatro meses, causando 43 asesinatos a manos de agentes gubernamentales, opositores de “La Salida” y efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, así como más de 800 personas heridas y destrucción masiva de bienes públicos y privados en diversas regiones del país.
Todos estos eventos violentos e insensatos han tenido consecuencias terribles para nuestro pueblo: muertos, heridos, destrucción material, traumas psicosociales, pérdidas económicas incalculables y afectación integral del desarrollo nacional.
No es cualquier dato el hecho de que llevamos un cuarto de siglo (1989-2015) sufriendo traumas violentos y tensiones bajo amenazas o temores de violencia. También es cierto que Venezuela ha sido –al margen de las historias rosas- un país violento, como lo demuestra a vuelo de pájaro, el siguiente resumen referencial del siglo XX:
-Violencia represiva gubernamental y reacción violenta opositora durante el gobierno del presidente Rómulo Betancourt (1959-1964), cuya maquinaria de tortura y muerte se extendió y profundizó durante el gobierno del presidente Raúl Leoni (1964-1969) y alcanzó el mandato del presidente Rafael Caldera cuyos esfuerzo de “pacificación” comenzaron con la reestructuración de dos antros de tortura y muerte como fueron la DIGEPOL (Dirección General de Policía) y el SIFA (Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas), cuyos torturadores y asesinos quedaron impunes.
-Dictadura militar a partir del derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos en 1948, lapso traumático y represivo que se prolongó hasta el 23 de enero de 1958, cuando fue derrocado el dictador, torturador, asesino y ladrón Marcos Pérez Jiménez.
-Dictadura militar del también torturador, asesino y ladrón Juan Vicente Gómez, la más férrea y longeva de la historia venezolana, entre 1908 y 1935.
Es fácil concluir que basta de violencia fratricida en Venezuela. En paz, todo lo resolveremos mejor. Lo planteo abiertamente en vísperas de las 24 elecciones parlamentarias simultáneas e inconexas que tendremos este domingo 6 de diciembre.
Lo he resumido en mis tres “aproximaciones” al 6D: la nueva Asamblea Nacional (2016-2021) será bipartidista y de mayoría simple, y no tiene por qué acabarse el mundo, Venezuela seguirá a partir del 7 de diciembre (7D) buscando caminos de realización armónica, solidaria, eficiente, responsable y futurista.
También está cantado que la mediocridad del liderazgo político nacional entrampado en el cepo estatismo-neoliberalismo (chavismo-antichavismo) nos mantendrá en crisis permanente, hasta que surja un poderoso movimiento nacional transformador, capaz de promover el indispensable proceso de reconstrucción moral de la República y la integración de las fuerzas sociales, productivas e institucionales que nos lleven a un estadio superior de desarrollo equilibrado y pujante.
No habrá milagros, este 6D. Los resultados se irán conociendo circuito por circuito y estado por estado hasta alcanzar los 167 diputados y diputadas que tendremos hasta 2021. No debe haber cabida a los cantos de “fraude” ni a los llamados a la violencia golpista, sean quienes sean sus promotores.
Venezuela merece respeto y paz. Los actores políticos que tanto daño nos han causado deben ser los primeros en asumir su responsabilidad actuando con sindéresis y capacidad de comprensión de la realidad, más allá del chantaje de los factores extremistas de ambos bandos en pugna.
Ni un solo muerto más, por violencia política. Que cada bando amarre a sus desaforados. Gane quien gane la mayoría simple en la Asamblea Nacional por decisión del pueblo venezolano, los resultados deben ser acatados en paz, como ocurre en cualquier país civilizado. Y si en alguna circunscripción se presenta alguna irregularidad significativa, pues que se recurra a las instancias de alzada con base en la legislación vigente.
Nos vemos a partir del 7D, con el nuevo cuadro legislativo nacional y las mismas exigencias de responsabilidad, sindéresis, honestidad y solidaridad.
El Confesionario
- EL PRÓXIMO 10 DE DICIEMBRE se cumplirán cien años del nacimiento de mi padre el profesor Manuel Isidro Molina Gavidia (10.12.1915 – 04.07.1998), quien fuera director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, presidente del Círculo de Periodismo Científico de Venezuela y directivo del Colegio Nacional de Periodistas, el Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP), el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP). El Consejo Municipal de su natal Valera (Trujillo) acordó rendirle homenaje por su meritoria trayectoria. Igual hará el CNP-Mérida en fecha que informaremos oportunamente. Nuestro agradecimiento familiar y personal a quienes así lo recuerdan con valoración y estima.
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