La caída dramática de los precios del petróleo tomó por sorpresa a un régimen corrupto e incapaz
Humberto González Briceño
I. Auge del chavismo. Cuando Chávez asumió la Presidencia de Venezuela en 1999 el barril de petróleo se cotizaba en $7,57. Uno de sus niveles históricos más bajos. Las reservas internacionales estaban por el orden de los 15.380 millones de dólares. En 2000 los precios del petróleo saltaron a un promedio de $25,91 por barril y las reservas subieron a 17.930 millones de dólares. Desde ese momento los precios de petróleo seguirían subiendo sin parar, inyectándole chorros de dinero a un régimen que los desfalcó sin rendir cuentas. Al mismo tiempo comenzaba la crisis estructural de la economía venezolana, la cual no era apreciable por la abundancia de dólares. El aumento de los precios de petróleo ayudó al crecimiento de la clientela electoral del Psuv que aprovechó la cosecha petrolera.
II. Caída del chavismo. Hoy el precio de petróleo esta por debajo de los $20 y las reservas en $15.575 millones de dólares. El gobierno y el Psuv hasta ahora se dan cuenta que los miles de millones de dólares que entraron en la época de la bonanza fueron dilapidados. Ya no hay dinero para pagar las misiones. Ni siquiera para atender los compromisos mínimos de la republica. No hay comida, ni medicinas. Lo único que tiene el gobierno en sus arcas para pagar es papel moneda, devaluado. La caída dramática de los precios del petróleo tomó por sorpresa a un régimen corrupto e incapaz cuyo apoyo popular se evapora tan rápido como las reservas. Sin petróleo para mantenerse en el poder la caída del régimen chavista esta decretada.
III. Desembrujarse de Chávez. El gobierno y el Psuv siguen atados a una tara ideológica que les impide ver la realidad. Continúan amarrados a las mismas políticas que crearon la crisis. Estas son las políticas de gasto público descomunal y controles que han colapsado la economía. Para el anecdotario popular quedarán las expresiones arrogantes de Chávez diciendo: “Póngame el petróleo a $0 el barril y no habrá crisis”. La vocación ególatra y mesiánica de Chávez llevó a pensar a sus seguidores que el comandante podía desafiar todas las leyes de la economía. Hoy cuando la crisis es insostenible el ministro Luis Salas invoca con candidez la luz del comandante y dice: “Nos estamos preguntando qué habría hecho Chávez en esta situación”. Para salvar al país y su economía hay que rectificar y la rectificación comienza por desembrujarse de las ideas de Chávez.
IV. Las premisas ocultas del decreto. El decreto de emergencia económica está montado sobre ciertos presupuestos que revelan la lógica interna del régimen. 1) Provocar el colapso definitivo de la economía para crear un estado de conmoción social que impida el cambio político; 2) Envolver en su maniobra a la Asamblea Nacional para hacerla co-responsable de la crisis si aprueba el decreto o responsable directa si lo niega; 3) Usar el decreto de emergencia para terminar de desmantelar al sector privado; 4) Provocar una transición abrupta -¿violenta?- hacia una economía socialista; 5) Cubrir la ilegalidad e inconstitucionalidad de sus actos con el Tribunal Supremo de Justicia. La Asamblea Nacional debe seguir adelante ejerciendo plenamente sus atribuciones constitucionales, hasta que el juego se tranque.
V. Legitimidad contra coacción. Luego de más de 15 años de tener un poder legislativo postrado a los intereses del régimen ahora lo que debió ser cotidiano es noticia. Por primera vez se plantea que el régimen rinda cuentas de sus actos a un poder público independiente. Esto ha creado tal estado de pánico en el gobierno que aún hoy siguen buscando formas para hacer inefectivo el papel de la Asamblea. En esta coyuntura la Asamblea está en evidente desventaja desde el punto de vista institucional. El régimen tiene el control absoluto de todos los poderes públicos y de instituciones claves como las Fuerzas Armadas. Pero la Asamblea Nacional tiene un extraordinario apoyo popular y esto le da legitimidad para llevar adelante una agenda democrática y de cambios políticos.