Hace un año, cuando el gobierno de Nicolás Maduro se hundía en su propio charco, el Presidente de los Estados Unidos se inventó el famoso Decreto calificando a Venezuela de amenaza
Absalón Méndez Cegarra
Las relaciones entre los Estados Unidos de Norteamérica y Venezuela semejan el juego que se establece, en ocasiones, entre un gato y un ratón. El colega profesor Antonio D´Alessandro, con mayor elegancia, las denomina “historias de amor y desamor”.
Los Estados Unidos, son, por supuesto, el gato, perteneciente a la familia felina; y, Venezuela, naturalmente, el mísero ratón, simple roedor. El gato juega a su antojo con el ratón, lo persigue, el ratón se esconde y corretea hasta que por fin lo caza y se lo engulle, luego, el gato descansa y se limpia los bigotes en señal de triunfo y satisfacción.
Las relaciones internacionales constituyen un campo en extremo complejo y sumamente interesante. No es materia para neófitos y menos aún para improvisados. Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela han sido estudiadas desde distintas perspectivas y, nuestro país, a lo largo de su historia, ha tenido excelentes representantes diplomáticos en el país del Norte que han dado brillo a la diplomacia venezolana, sin ser de las mejores, como lo advierten los especialistas, experiencia truncada en los últimos quinquenios cuando al frente de la Cancillería venezolana y en las más importantes sedes diplomáticas, como la de Estados Unidos, hemos colocado a un sinnúmero de diletantes y pendencieros que generan pena ajena, como ocurre con la actual Cancillera de la República y sus antecesores.
Venezuela, a no dudar, es un país dependiente en lo interno y externo. Venezuela gira alrededor de su riqueza petrolera; por consiguiente, está sometido a los vaivenes del mercado petrolero. Su principal, más fiel y efectivo comprador de petróleo son los Estados Unidos. Ayer, no sólo era el comprador principal, sino el productor en casa.
Los Estados Unidos han sido vistos desde los tiempos coloniales como el causante de todos nuestros males, mecanismo de defensa colectivo para evadir nuestras responsabilidades como pueblo. Es muy fácil echar la culpa de nuestros errores a terceros. Desde siempre ha sido nuestro ogro imperialista. Hoy, lo estamos cambiando por otros imperialismos, algunos más pobres y, otros, más salvajes; pero, sin renunciar a su órbita, inclusive, por razones geográficas y de sobrevivencia.
Venezuela, como el ratón del juego, hace escaramuzas y alardea de fuerzas y astucias, de independencia anti imperial, aunque cada día resulte más sometida, subordinada y dependiente. Los Estados Unidos, por su parte, conceden muy poca importancia al país suramericano, ni siquiera se dignan recibir a sus magistrados que ruegan por reunirse con su Presidente. Su papel como comprador de petróleo y proveedor de mercancías sigue vigente, aunque el rol prominente lo tiene, ahora, el ser receptor de cuanto pillo se ha enriquecido a la sombra del poder en Venezuela y con los lucrativos negocios del narcotráfico, la compra de armas y el terrorismo. Este nuevo rol de los Estados Unidos debe ser estudiado con gran detenimiento, pues, pareciera que se trata de una suerte de complicidad entre el gobierno de Venezuela y el de los Estados Unidos, juego, en el que el gato concede ciertas licencias al ratón.
Los Estados Unidos, poco a poco, reciben a corruptos de todo pelaje, quienes, luego de romper relaciones con el gobierno que les permitió cometer todo tipo de tropelías y enriquecerse hasta más no poder en el ejercicio de la función pública, corren y se refugian en el imperio que ayer condenaban y atacaban, y, hoy, el imperio odiado, los recibe con los brazos abiertos y les brinda y garantiza protección (“testigos protegidos”). Los venezolanos, que no podemos hacer lo mismo y nos mantenemos presos en el territorio nacional, nos preguntamos, posiblemente por envidia, ¿qué buscan los Estados Unidos protegiendo tanto bandido, acumulando tantas pruebas contra quién y para qué? Los Estados Unidos, ¿por qué, no sueltan prenda, y dicen todo lo que saben, toda vez que cuentan con suficientes indicios, pues, los servicios de inteligencia de ese país, no son cualquier cosa, con lo cual harían una gran contribución en la labor de limpieza nacional, sin que ello signifique injerencia alguna, toda vez que se trata de venezolanos que han viajado a los Estados Unidos a denunciar sus fechorías y pedir refugio y asilo, supuestamente, político, cuando se trata de vulgares peculadores del patrimonio nacional.
Por otra parte, observamos otro hecho que llama mucho la atención, por lo curioso, en las relaciones actuales del gobierno norteamericano con el venezolano. Cada vez que el gobierno venezolano se tambalea por la suma de errores cometidos, el gobierno norteamericano, sin que nadie se lo pida, sin injerencia alguna, le lanza un salvavidas. El gato, da otra oportunidad al ratón.
Hace un año, cuando el gobierno de Nicolás Maduro, si tal cosa puede llamarse gobierno, se hundía en su propio charco, el Presidente de los Estados Unidos, se inventó el famoso Decreto calificando a Venezuela de amenaza para el país del Norte, con lo que auspició que el gobierno, hábilmente, alimentara un nacionalismo ramplón, procediera a recoger, supuestamente, diez millones de firmas en contra del Decreto, cuyo paradero se ignora, e hiciera distraer la atención de los venezolanos hacia esa afrenta imperial, minimizando nuestros propios, sentidos y verdaderos problemas nacionales. El gobierno venezolano es amenaza única y exclusivamente para su propio y sufrido pueblo, para nadie más.
En la actualidad, cuando de nuevo el gobierno nacional se tambalea y el pueblo pide a gritos su fin, reaparece el Presidente de los Estados Unidos prorrogando el susodicho Decreto, para darle fuerza, fortaleza, a un gobierno no querido por el pueblo venezolano. Y, como era de esperar, el gobierno, ni tonto ni perezoso, no pierde la oportunidad para crecerse ante las multitudes, condenando la osadía norteamericana, y, nuevamente, aparece la condena al imperio, el injerencismo, el despertar nacionalista y la búsqueda de apoyo internacional en rechazo a lo que se estima la preparación de las condiciones para una invasión norteamericana a nuestro país. Otro salvavidas a un gobierno ruinoso que ha destruido el país y sometido a su población a inhumanas condiciones de vida. Señor Presidente de los Estados Unidos por qué no nos deja el tema de la amenaza a los venezolanos y coloca fin al jueguito del gato y el ratón.