Desde Barcelona, España, un joven voluntario en Donbas (Ucrania) asegura que el levantamiento en armas de los novorrusos es una reacción defensiva a las agresiones del ejército de Kiev
Tamer Sarkis Fernández
«Van Markus» es un voluntario internacionalista en Donetsk (Ucrania), quien por motivos de seguridad ha asumido un nombre falso. Este joven ha pasado varias semanas en la ciudad, llevando a cabo tareas civiles de apoyo pacífico a la población cercada, mientras, a título de prensa, cubría la retaguardia del frente defensivo. Al llegar, Van Markuss trazó relación con un batallón comandado por un general solidario francés, con el que mantuvo interesantes conversaciones geopolíticas, de inédito valor para construir una perspectiva internacional de resistencia al mundialismo anglosionista.
Afirmaba Mao Tse Tung que, en determinados contextos, la lucha contra la opresión nacional es inextricable a la transformación de orden social, pues la liberación nacional sería, en su fondo, liberación frente a la(s) clase(s) dominantes del territorio político-administrativo gestor, con su cosmovisión y su proyecto de ordenamiento nacional y sumisión a cierta lógica clasista precisa. Tal lógica acumulativa parasitaria solo puede imponerse a través de la dominación nacional y, por tanto, sobre la organización económica y de fuerzas productivas.
Tal vez algún día se consolidará y extenderá en Novorrusia aquella conciencia china respecto de la cuestión nacional en calidad de dimensión ínsita a una lógica englobante de combate contra las clases antipopulares (ucranianas y mundiales para el caso que nos ocupa). Un servidor está convencido de que, en Novorrusia, la cuestión nacional es aquello que la forma es al contenido, o el fenómeno a la esencia (por decirlo siguiendo a Marx): forma que refleja y expresa en el plano fenoménico la esencia de sí misma. La lucha nacional novorrusa es la lucha internacional de nuestro género humano contra su enemigo principal compuesto de la Superpotencia y su “pueblo elegido” de supremacistas aposentados.
¿Acaso no es la lectura nacionalista del proceso nada más que el reflejo mecánico de la realidad –confrontativa, destructiva, competidora a muerte- diseñada por el anglosionismo, en este caso para Europa?. Son las fuerzas dinerarias, mediáticas, militares y de inteligencia “occidentales” aquellas que han puesto en formación y regimiento a cierto neonazismo “anti-asiatista” que, al asalto etnicida contra el Este de Ucrania, ha generado su propia antítesis legítima. Y, sin embargo, las identidades que reflejan los vientos bélicos removidos, y que son funcionales a esa lógica belicista del mundialismo, empiezan a deshacerse como un azucarillo en té caliente con sólo recordar la Ucrania UNA histórica, tan vinculada a Rusia como a Europa sin hallar jamás contradicción en ello. Cuyos viejos enemigos interiores terratenientes, contra quienes lucharon los bolcheviques, los populistas narodniky tanto como los anarquistas, perviven a día de hoy en sus “nuevos” enemigos sedicentes “europeístas”, vendedores de la patria y de la tierra a la Bolsa de Chicago y a las patentes germanas bajo Contratos análogos a los del funesto TTPI entre la Comisión Europea y la Administración Obama.
Ya en el siglo XIX Alemania había entronizado en Ucrania un gobierno títere, convirtiendo el país en un estado más torpedero que tapón contra la Rusia zarista, al que, sin embargo, ésta última no enfrentaría con éxito, en parte porque los ucranianos percibían, en los Zares, el báculo de un imperio, con voluntad de extenderse también a su costa. Serían los bolcheviques quienes, con el Ejército Rojo, lograrían desbancar a ese gobierno agresivo pro-germano, justamente porque pudieron contar con el apoyo interno de parte de las masas ucranianas. ¿La historia se repite hoy? O, preguntado en otras palabras: contra el divisionismo fratricida de las identidades amasadas y puestas a confrontarse por todos los Bernard Henry Levi y todos los cizañeros curiosamente globalistas, paladines de un cosmopolitismo de mercado afronterizo, ¿acaso no continúa residiendo en la ideología de clase la clave de materializar una perspectiva, para Ucrania toda, antagónica a los presentes manejos “occidentales”?
“Nacionalistas”, “separatistas”, “etnicistas”, “fascistas”, “antifascistas”, “pro-rusos”, “comunistas”… Las gentes armadas de Novorrusia han sido objeto de calificativos distintos en los medios de comunicación oficiales y en sus tentáculos sociopolíticos. ¿Por qué y contra qué combate el pueblo novorruso?
Todas las etiquetas incorporan en sí una minucia sesgada de verdad, y por eso mismo todas mienten de fondo. Y mienten porque la cuestión de la filiación –de una o de otra-, lejos de constituir la cuestión, no es más que la coartada “occidental” para desacreditar al pueblo oprimido por el Régimen Maidan. Hay quienes, mirando las cosas desde fuera, desde lejos y desde una relativa tranquilidad, se empeñan en figurarse los acontecimientos como si formaran parte de un proceso “ideológico avanzado”. Estas fabulaciones “puras” son tan idealistas como peligrosas y contra-producentes, pues sirven en bandeja cierto discurso establecedor de “controles de calidad”. Dicho discurso reparte prebendas de “legitimidad” o bien las sustrae en función de constructos ideológicos.
Pero lo cierto es que la resistencia a la opresión es un principio que se justifica en sí; no podemos hacer depender nuestra solidaridad, del hecho de filtrar la resistencia popular a través de un tamiz monocolor del tipo (“Estos novorrusos son X y dignos de internacionalismo”; “Estos novorrusos, en cambio, son Z y por tanto son el enemigo”, o “son infiltrados ajenos al pueblo del Donbass”). El pueblo novorruso es la víctima, y como un solo pueblo (como un solo puño) se defiende. Se trata de una realidad tan física, concreta y material como ésta: el pueblo novorruso está luchando para expulsar de su tierra al ejército ucraniano, quien le está agrediendo con la complicidad de la OTAN y demás organizaciones internacionales, que asedian y asesinan a la población rusófona del Donbass.
Los medios oficiales acostumbran a hacerse eco de la versión gubernamental ucraniana. Según ésta, el ejército de Ucrania trata de abatir una rebelión armada que intentaría imponerse contra la voluntad mayoritaria de los habitantes de la región. ¿Es eso cierto?
Totalmente falso. El levantamiento en armas de los novorrusos es una reacción defensiva a las agresiones del ejército de Kiev. Después de la pseudo-revolución del euro-Maidan, el gobierno de Poroshenko llevó a cabo una operación de castigo/represalia, bajo el eufemismo embellecedor de “operación anti-terrorista” (ATO), contra los habitantes del Donbass. Estos últimos no reconocían al gobierno ilegitimo llegado al poder mediante la violencia y que responde a intereses ajenos y contrarios a los intereses y necesidades de los habitantes de la región. Ante esta situación, los novorrusos no han tenido más remedio que organizarse militarmente para la defensa de su tierra, de su gente y de sus símbolos, primero como milicias de voluntarios y ahora como ejército regular.
¿En qué medida ha podido desarrollarse entre la población una perspectiva política unificadora que acoja e incorpore la necesidad objetiva general que Ucrania tiene de liberarse del Régimen de Kiev y de sus vendepatrias instalados en el Gobierno?
Son minoría los opositores al gobierno actual de la Junta y esta minoría está siendo perseguida fulminantemente. De hecho han desaparecido periodistas y activistas por informar/actuar en contra de los intereses de la Junta. Mayoritariamente se le echa la culpa de todas las desgracias de Kiev a Rusia. Hoy en Ucrania no caben elementos neutros o voluntades conciliadoras sino que la perspectiva de Kiev pasa por la desrusificacion de toda Ucrania, sin tener en cuenta la historia. Y sin tener en cuenta, para empezar, que Kiev fue antigua capital del imperio ruso. Además me temo que la situación se agravará en el futuro ya que se ha emprendido un proceso de adoctrinamiento y radicalización en todas las escuelas de Ucrania.
Descríbenos un cuadro de las relaciones sociales y el sistema político emergente en los territorios agredidos. ¿Hasta qué punto las nuevas instituciones sociales, mecanismos distributivos, etc., son el producto mecánico de una situación material de emergencia?, ¿y hasta qué punto reflejan una ideología actualmente al Mando, que consigue prefigurar una vida social, política y decisoria alternativa al globalismo anglosionista?
Es evidente que en el pueblo ruso persiste una mentalidad heredada de la educación socialista y el pasado soviético. También es innegable que el capitalismo ha conseguido clavar sus zarpas en la organización económica de la sociedad y hacer mella en el alma del pueblo. Pero a pesar de ello, el pueblo novorruso mantiene un fuerte espíritu comunitarista/solidario y de resistencia ante las adversidades. Por ahora la organización de las instituciones es fruto de una situación de emergencia. Bajo tal situación, el objetivo prioritario es ganar la guerra y dar respuesta a las problemáticas de las numerosas víctimas afectadas por el conflicto. Quién sabe si ganada la guerra se consolidarán instituciones de carácter socialista que abran brecha en la hasta ahora hegemonía del capitalismo anglo-sionista, y ello en el mismo corazón de Europa, dando un ejemplo al resto de pueblos del mundo. Ojalá así sea…
En Novorrusia, el pueblo hace suyos los símbolos cristiano-ortodoxos y las banderas rojas. Al asiento delantero de los taxis, las estaciones de tren, las escuelas… Éste es un hecho que puede contrariar, sorprender o repeler a muchos cabezacuadradas que desde aquí imaginan una ideología política metafísicamente divorciada y sobrepuesta a la cultura y a la realidad y espíritu del pueblo (narod). Afirmarse ortodoxo en Novorrusia no es una “toma identitaria de partido” solamente relativa a creencias posmundanas. Es, en cambio, afirmarse por la lucha a favor de preservar unos modelos de relaciones humanas que el “liberalismo” sionista se esfuerza por arrasar en todo el Planeta. Allí se perciben los restos (naufragados pero pervivientes) de comunidad perdida enterrada bajo “el individuo” que el anglosionismo pretende imponer como paradigma antropológico: gente en la calle, que lo había perdido todo, me ofrendaba iconos, imágenes y retablos religiosos ortodoxos. Y, si yo intentaba pagárselos con dinero, se ofendían. Pues su creencia sagrada se vincula a su modo de comprender la vida y el ser humano, y con lo sagrado no se comercia. El pueblo rebosa ideología-fuerza que oponer al utilitarismo del “individuo libre” y todos sus siervos kievitas “pro-occidente”. Por lo demás, el pueblo ha recuperado el comercio no renovando las licencias a las franquicias del Capital comercial y sus boutiques; no hay McDonald’s; no hay cajeros; hay sola banca nacional centralizada; la visión colectivista es directriz en el planteamiento del transporte, de los esfuerzos…
¿Qué signos y episodios opresivos gubernamentales ucranianos, de cerco, de despoblamiento, de agresión, de bloqueo…, destacas a través de tu experiencia in situ?
En primer lugar, el bloqueo económico que sufre la región por parte de Kiev es asfixiante. Kiev tiene bloqueadas las pensiones y ayudas sociales, y, si no fuera por la ayuda humanitaria proveniente de Rusia, la situación sería todavía más catastrófica. En segundo lugar, hay que considerar la constante agresión militar contra la población civil. Los numerosos desplazados, gente que no puede regresar a sus casas, ya que está en peligro de ser bombardeada, a la que sumar los huérfanos y la gente mayor que requiere atención humanitaria, crean un paisaje dramático. Hay que tener en cuenta que la artillería ucraniana está constantemente sometiendo bajo fuego de GRADS, obuses, morteros, etc., a las zonas residenciales (hospitales, escuelas, edificios públicos, todo tipo de infraestructuras…) donde no hay objetivos militares, con el claro propósito de amedrentar a un pueblo que ha decidido ser soberano y resistir hasta las últimas consecuencias. Las fachadas de los edificios civiles se presentan sistemáticamente ametralladas. Se dispara a las ventanas tras las que los novorrusos intentan refugiarse y ensayar una precaria vida doméstica. Las vidrieras se hacen añicos… Se mantienen en pie las iglesias, donde el pueblo se congrega, se encuentra cara a cara, se abraza y alimenta su espíritu de comunidad…
La práctica defensiva contra el proceso de etnocidio ha acabado por alinear, a un mismo lado de la trinchera, y por una cuestión de vida o muerte, a ideologías dispares e incluso antagónicas en la teoría. ¿Existen procesos comunicativos, encendidos entre esos variopintos destacamentos ideológicos, en una senda adquisitiva de mayor comprensión del enemigo principal de ese pueblo (y de los demás pueblos)?
Por necesidades de guerra los sectarismos no tienen cabida. La artillería ucra no distingue entre nacionalistas o comunistas a la hora de matar novorrusos. Con rectitud, y afortunadamente, los destacamentos de no importa qué tendencia se han plegado a las órdenes y directrices impuestas por la Comandancia General, de marcado cariz comunista. Estallaron disputas incluso de fuego en cierto momento entre marxista-leninistas y nacionalistas, rápidamente apladadas por el posicionamiento de unas y otras autoridades militares sobre el terreno, que llegaron a amenazar con la renuncia de cargos si la concordia seguía degenerando en trifulca fratricida. Aparte de esto, no hay una ideología que unifique la resistencia del Donbass, sino más bien la necesidad de defender esa tierra y la clara identificación del enemigo común (OTAN, FMI y sus lacayos de Kiev). Comunicación entre los diferentes grupos existe, pero se da más bien a nivel logístico y por razones de deficiencia militar. No existe hasta ahora voluntad de llegar a un sincretismo ideológico que pudiera ser superador de antiguas divergencias teóricas.
Se habla de campos de concentración gubernamentales, deportaciones, torturas, etc.¿Puede hablarse de campos de exterminio?; ¿hay una política-guía del exterminio directriz funcional de esos lugares de internamiento?
No los hay en sentido estricto, pues esos campos están funcionando para la retención y el chantaje de prisioneros, las tácticas de intercambio, la extorsión informativa, etc., así que no están rotando en torno a un plan de exterminio expreso al interior de esas instituciones de secuestro. Aun así, existen torturas en ese perímetro, así como eliminación selectiva de prisioneros. Y, de todos modos, Kiev trata de convertir a todo el Donbass en un campo de exterminio aéreo, así que es poco menos que ocioso llevar la discusión al micro-terreno de los campos del Régimen de Maidan.
¿Qué registro material de ayuda y apoyo ruso has podido detectar sobre el terreno?. ¿Condiciona y limita, este apoyo, la definición y funcionamiento políticos de los nuevos poderes populares erigidos sobre el territorio novorruso?
Rusia se ha limitado a enviar convoyes de ayuda humanitaria. Hay soldados rusos que de forma voluntaria han acudido con objeto de ayudar a las milicias, pero ningún soldado ruso ha sido enviado por el Kremlin a combatir en el Donbass. De hecho, algunos habitantes del Donbass reclaman o reprochan a Putin que éste no haya desplegado sus fuerzas a diferencia de lo que hiciera en Crimea tras el referéndum, ya que gracias a dicha intervención Crimea goza ahora de una paz y estabilidad que el Donbass anhela algún día recuperar. Por el contrario, la colaboración de la OTAN con el ejército ucraniano es evidente, y se desarrolla a través de apoyo logístico, instructores militares y armamento. Los movimientos provocadores de la OTAN desplegando armamento pesado en los países limítrofes con Rusia, tratando así de amedrentarla, no han surtido efecto. Rusia ha demostrado músculo militar. Pero también perseverancia y astucia geopolítica, además de la sincera no-voluntad de entrar en una guerra abierta contra la OTAN; situación que sería dramática para toda Europa, Rusia incluida, y cuyo único beneficiario sería la industria armamentística de los Estados Unidos.
Descríbenos la afluencia de solidaridad internacional, combatientes, voluntariado, que has podido percibir en Novorrusia.
Existe ayuda tanto humanitaria como de voluntarios que han ido allí a combatir, pero siendo realistas las cifras son irrisorias. Por poner un ejemplo, durante la Guerra Civil española el número de brigadistas internacionales ascendió hasta los 60.000 aproximadamente. En el Donbass a día de hoy sólo se pueden contar por centenares. Esto es un claro ejemplo de cómo el individualismo, el escaso espíritu de lucha y un hedonismo exacerbado se han apoderado del alma de los pueblos europeos. En Europa, una mayoría desconoce la existencia misma del conflicto (gracias a la implacable labor de los mass-media). Y la minoría que sí tiene conocimiento del mismo, se limita a “subvertir” la red y poco más.
¿De qué forma crees que está actuando cierto diagnóstico de “conflicto inter-imperialista”, manejado y difundido por sectores diversos de la socialdemocracia primermundista y sus ecos “izquierdistas”?. ¿Explica dicho diagnóstico cierta inhibición de la solidaridad popular con Novorrusia y un déficit de claridad social en la toma de partido a favor de los pueblos y territorios agredidos?
¿Inter-imperialismo? Para que haya inter-imperialismo se necesita la existencia de dos imperialismos batiéndose en un escenario específico, y, que yo sepa, a día de hoy el único imperialismo actuante contra el Donbass (y contra Ucrania también) es el anglo-sionista encarnado en el FMI. La OTAN (brazo armado del FMI) tiene mas de 800 bases fuera de su territorio y ha iniciado numerosas guerras imperialistas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, bajo la premisa de exportar democracia o intervenir por razones humanitarias (Yugoslavia, Corea, Iraq, Libia, Siria, Afganistán…). Rusia no posee bases en el exterior de sus fronteras salvo en Venezuela y Siria, que son de apoyo logístico. Rusia no ha iniciado ninguna guerra con voluntad expansionista o imperialista. Por tanto, definir de conflicto inter-imperialista la situación en Ucrania es una manera de hacerle el juego a la mafia mundialista. Es una forma de nuevo trotskismo, como siempre perro de los intereses del imperialismo sionista.
Hay un Hilo Negro que une la Chechenia de los 90 con los chechenos y los azeríes en Siria o con los mercenarios chechenos asesinando en las filas del ejército de Kiev, los islamistas chinos colocando bombas en Pekín, los atentados en Rusia, etc. Si tiramos del hilo, tal vez nos encontramos con la creación británica imperialista de la Hermandad Musulmana tras la revolución bolchevique, entre cuyos componentes centrales se hallaba un fuerte sentimiento rusófobo. Desde el Islam Político se habla hoy del “lobo ruso”. ¿Qué percepción hay en Novorrusia respecto de este ligamen entre imperialismo, “europeísmo” neonazi, dominación internacional sionista y cierto “islamismo”, con la rusofobia como eje transversal aglutinante?
La usurocracia internacional “la tiene fijada” contra Rusia y esto se explica por múltiples factores. El primero remite a un castigo por el apoyo ruso al gobierno sirio de Bashar al-Assad (recordemos la integración, en las fuerzas de choque de Pravy Sektor, de centenares de mercenarios, por ejemplo chechenos, que habían integrado el EI con anterioridad, o, a la inversa, su integración pos-Maidan en el EI). Otro factor remite al avance de la unión euroasiática, tan contraria a los intereses del dominio anglo-sionista. Por último, asistimos a la resistencia rusa frente a las políticas sociales impuestas por la progresía internacional, convirtiendo a Rusia en bastión de valores tradicionales europeos (y humanos en general).
¿Qué les dirías a algunos de nuestros lectores, quienes puedan albergar posiciones, bien “neutralistas”, bien “anti-todo”, bien “ideológico-inmediatistas” (dogmáticas, sectarias, exclusionistas/exclusivistas…) respecto de la dialéctica ucraniana?
El infantilismo de la sedicente “izquierda” de la Europa occidental es asqueante. El dogmatismo debe ser superado en pro de la unión de fuerzas en contra el enemigo común. Mientras los dogmáticos caen en disputas estériles y contraproducentes para las perspectivas de victoria del Donbass y hasta de supervivencia poblacional lata, la gente sigue sufriendo los ataques del ejército ucraniano. No se trata aquí, en la realidad, de una lucha entre izquierdas y derechas o entre independentistas y unionistas. Hay un pueblo con divergencias ideológicas en su seno, pero que hace frente común a la ofensiva atlantista y que tiene correctamente identificado al enemigo material de todo el pueblo.
En Barcelona, 9 de agosto de 2015
El autor es vicedirector del Diario Unidad