Han cometido tantos delitos de corrupción y desafueros que les atemoriza ser sometidos, en algún momento, a la justicia
Absalón Méndez Cegarra
El miedo es un sentimiento humano. Todos los seres humanos en algún momento de sus vidas hemos sentido miedo. En el lenguaje popular se dice que “el miedo es libre”. Cada ser humano responde de manera diferente al miedo. El miedo produce temor y, viceversa, el temor genera miedo. El temor al castigo nos causa miedo, pánico, algunas veces. Por esta razón las relaciones familiares, laborales y sociales en general se vuelven conflictivas y la convivencia social se hace insostenible como ocurre, por ejemplo, en la relación paterno-filial, cuando el respeto y obediencia de los hijos al padre está mediado por el temor al castigo implacable. El diccionario define el miedo (lat. metum) como una “perturbación angustiosa del ánimo ante un peligro real o imaginario, presente o futuro.” El miedo nos impulsa a cometer errores, nos paraliza o nos incita a realizar actos indebidos, que, en otras circunstancias, no realizaríamos. El miedo está asociado a la inseguridad humana. El sentirnos inseguros ante cualquier circunstancia de la vida nos genera temor y el temor desencadena miedos y el miedo ofusca la mente.
El gobierno nacional, ha hecho tan mal las cosas, ha destruido totalmente el país, ha llevado a los venezolanos a una situación miserable y ha causado tanto daño a millones de personas, que, hoy, sin duda alguna, siente miedo. Miedo por el presente y por el futuro del país y de los venezolanos, pues se acerca la hora de rendir cuentas y las cuentas no están nada claras. Chávez y sus continuadores tienen una deuda pendiente con los venezolanos. Y, esa deuda, va a ser pagada, aquí y ahora. Ya hemos visto y conocido algunos anticipos de ese pago.
El miedo gubernamental tiene múltiples síntomas y signos. Referiremos algunos de ellos. El gobierno ha tratado de desconocer la voluntad popular expresada el 6D mediante la cual se eligió democráticamente una nueva Asamblea Nacional, expresión constitucional, legal y legítima del Soberano, es decir, el pueblo, al que tanto se invoca; pero, cuando el pueblo hace efectivo su derecho a la participación protagónica, se le desconoce e ignora. No hay Soberano, no hay pueblo, el “pueblo soy yo”. El gobierno ante el temor que le produjo perder el bastión legislativo, se apresuró a designar un Tribunal Supremo de Justicia, el cual no tiene nada de Tribunal, menos de Supremo y mucho menos de Justicia, para utilizarlo como la carta marcada o escondida en la manga para jugarla según sus oscuros intereses. Pero, según tenemos entendido, por fuentes bien informadas, las decisiones utilitarias y serviles del TSJ están generando nauseas, rechazos, y repulsión entre sus propios redactores y entre el personal decente, honesto y profesional que labora en la cabeza de la administración de justicia en Venezuela. El Poder Electoral y el Ciudadano hacen magia para congraciarse con el Ejecutivo. La convocatoria de la MUD para una movilización popular y su concentración en las sedes del CNE precipitó al Ejecutivo, por miedo, a darle vacaciones a todo el funcionariado público. El Poder Electoral, igualmente, por miedo, a entregar las planillas para cumplir con la primera fase de referendo revocatorio, hecho que ha llenado de temor, angustia, en fin, miedo, al gobierno; pues, luego de descalificar el hecho y menospreciarlo, declaraciones de Maduro, Diosdado y Carreño, entre otros, el gobierno está atónito, enloquecido, mejor, ante la avalancha de personas deseosas de firmar para acabar con la noche oscura que se instauró en Venezuela hace 17 años. El miércoles 27 de abril del año en curso fue un día de fiesta nacional. Ese día, el pueblo se volcó a los puntos establecidos para la recolección de firmas. En pocas horas fue recolectado con creces el 1% de las cifras necesarias para solicitar la convocatoria del revocatorio. Sí, ese día, se hubiese realizado la votación refrendaria, ya, Maduro y su séquito no la estaría contando, pues, su reinado habría concluido estrepitosamente. Ahora, por miedo, quieren desconocer las firmas. Nombran una comisión, “zamuros cuidando carne”, para verificar las firmas, porque piensan, que son planas, como vemos, “cada ladrón juzga por su condición”; pero, lo que va a quedar plana es la cara de estos buenos para nada cuando salgan del gobierno.
Otra demostración de medio gubernamental fue la agresión de la que fue víctima un grupo de estudiantes que recolectaba firmas en las Facultades de Ciencias Económicas y Sociales y Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV por parte de encapuchados armados, quienes despojaron a los estudiantes de sus pertenencias, agredieron físicamente y les arrebataron las planillas firmadas. Y, otro hecho demostrativo de miedo, fue la agresión brutal de un grupo de forajidos propinada al Secretario General de la MUD. Ninguno de estos hechos ha amedrentado a la población, al contrario, le ha dado energía y fuerza para dar la batalla final. Imposible encontrar espacio alguno en Venezuela en el que no se hable del asunto. El gobierno es mal visto en todos los ámbitos. Las mentiras gubernamentales no se las cree ni siquiera el propio gobierno. Producen repulsión. Esta vía que ha tomado el gobierno no le saldrá bien. La gente ha perdido el miedo. No teme a otra lista “Tascón”, pues, hasta militares uniformados, acudieron a firmar. Pueden identificar y verificar todo lo que quieran, la lealtad y consecuencia tiene límites y el gobierno ha sobrepasado esos límites.
Ahora bien, es natural que el gobierno sienta miedo, pánico, terror, ante el presente-futuro de Venezuela. El gobierno y sus seguidores han cometido tantos delitos de corrupción y desafueros que les atemoriza ser sometidos, en algún momento, a la justicia terrenal y ante el pueblo de Venezuela. Es imposible justificar tanta riqueza mal habida. Y, la riqueza, como la gripe, es imposible de ocultar. Además, los seres humanos somos vanidosos, nos gusta la ostentación. El rico se evidencia, se muestra públicamente, más aun, cuando la riqueza no deriva del esfuerzo, del trabajo honesto, de la licitud de los actos, por la ostentación que hace de su riqueza. Por eso es que el gobierno tiene miedo porque sus acólitos tendrán que rendir cuentas y decir de dónde ha salido el dinero para comprar mansiones, aquí y en el exterior; joyas; aviones; yates; viajes; cuentas en paraísos fiscales; vestimenta de marca; fiestas súper lujosas; fincas; etc. Todo eso no se compra con baratijas, ni con el sueldo de un diputado, magistrado, rector, ministro o Presidente de la República. Para adquirir esos bienes se requiere de la “ayudadita” que con frecuencia pedía Chávez al Banco Central de Venezuela y esta Institución se la concedía prontamente. Y, dejamos, para otra ocasión, la violación de los derechos humanos.