Imaginar que solo por tener parientes extranjeros y sin hacer ningún trámite jurídico, un venezolano automáticamente adquiere otra nacionalidad paralela, demuestra total ignorancia
Jesús Silva R.
De la locura: la irreverencia verbal que caracteriza a los nacidos en el cono sur del continente americano hace que las palabras del respetable y talentoso expresidente uruguayo José Pepe Mujica no me causen demasiado ruido. A veces que te digan loco es un halago.
Pepe tiene razón en cierta forma cuando dice que en Venezuela todos estamos locos. Desde luego se refiere a los políticos venezolanos, cito: “Que se dicen de todo y así no van a arreglar nada” y “se pasaron de rosca”.
Por ejemplo, yo soy marxista leninista en el siglo XXI. Desde luego estoy requete loco. Soy comunista pero no de los falsos que apoyaron a Caldera.
Es obvio, en mi patria el diálogo, la negociación y la conciliación no están de moda porque a la burguesía criolla le quitaron el gobierno y el petróleo hace varios años y por eso anda enfurecida. Quieren tumbar al Presidente chavista como sea y punto.
En Uruguay no hubo cambio radical que afectara los intereses capitalistas. Los que eran ricos antes de que Pepe fuera presidente siguen con sus privilegios hoy. No niego que Uruguay viva un Estado de bienestar donde el “capitalismo regulado” lanza gotas de asistencia a los más humildes, pero el tema es que allí no se intentó desplazar a la burguesía para redistribuir riquezas y por ello no ha habido conflicto radical entre clase empresarial y gobierno popular. A falta de pleitos, se puede vivir en entorno de armonía y cordura.
Pero en Venezuela sí ha ocurrido un desplazamiento radical de la burguesía, su prócer fue Chávez. Desde entonces andamos locos aquí y nos decimos de todo, aquí hay intereses existenciales en disputa, llámenlo dominio de la renta petrolera, pues.
Reconozco los logros de la lucha política del Frente Amplio, alianza centroizquierdista que ha hecho presidentes a Tabaré Vásquez y a Pepe. El pueblo uruguayo ha percibido beneficios, pero es una lucha superficial contra el capitalismo. Así es factible sufrir menos locura porque la lucha de clases es de baja intensidad.
Admiro los aportes teóricos de Pepe y su vida sencilla. En el fondo tal vez él coincida en la idea de que estar loco en América Latina es bueno, para rebelarse contra tradiciones perversas como la desigualdad social, el neoliberalismo, gobiernos oligarcas, la privatización de industrias básicas, la pobreza, la subordinación al imperialismo yanqui, etcétera.
Venezuela hoy tiene menos comida per cápita que Uruguay, es cierto; pero esto ocurre no por culpa del sueño socialista sino por falta de eficiencia de nuestra burocracia revolucionaria y el sabotaje de una burguesía vengativa que ya no recibe subsidio petrolero del Estado. Empresarios hacen colapsar economía buscando efecto electoral.
La Revolución Bolivariana intentará ganar su guerra económica, sabiendo que si no lo hace, entonces será desplazada del poder por la habilidosa oferta electoral capitalista.
Pero todavía hoy, como revolucionario venezolano literalmente adelgazado por el mal tiempo económico de mi patria, digo abiertamente: prefiero un presidente que éste loco como una cabra por desafiar a la clase explotadora y buscar el socialismo antes que un líder social reformista dedicado a promover la convivencia con la plutocracia y firmar la paz con los explotadores.
Sobre Almagro, advierto, no es igual ser esclavo del derecho burgués que abogado de la soberanía e independencia de los pueblos. El derecho, como todas las ciencias, se subordina a intereses de clase. Almagro es ficha gringa.
Finalmente reivindico a Pepe, aunque discrepo de varias de sus ideas y obras como legalizar la marihuana. Pepe a su manera también ha estado loco, eso sí, en Uruguay los locos han sido menos intensos contra la oligarquía y por eso viven en un “manicomio” más tranquilo que mi Patria.
De la doble nacionalidad: necesario es presentar aclaratoria constitucional sobre reciente sentencia de la Sala Constitucional del TSJ que la oposición falsamente ha relacionado con una supuesta doble nacionalidad del Presidente venezolano.
Está nueva pieza de jurisprudencia constitucional venezolana aparece en Gaceta Oficial número 40909 de fecha 23 de mayo de 2016 y dictamina cómo proceder en caso de que alguien ostente dos o más nacionalidades, incluyendo la venezolana.
Dicha sentencia no posee relación directa ni aplicación extensiva a la situación del cargo de Presidente de la República ni con el ciudadano venezolano Nicolás Maduro, quien por cierto no es colombiano, y ya veremos por qué.
Ciertamente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es muy clara en cuanto a las circunstancias de hecho y de derecho según las cuales una persona es venezolano o venezolana por nacimiento, tal como se desprende del artículo 32:
“Son venezolanos y venezolanas por nacimiento: Toda persona nacida en el territorio de la República (…)”.
De la mencionada norma se deriva el pleno reconocimiento de la nacionalidad venezolana a todo aquel que nace en nuestro territorio, aunque tenga madre o padre extranjero. No hay evidencia de que Nicolás Maduro haya nacido fuera de Venezuela así como tampoco la hay de Henrique Capriles Radonski, aunque ambos tengan progenitores nacidos fuera de nuestro país.
Examinando específicamente la situación del último candidato presidencial de la derecha antichavista, por su propia boca se sabe que tiene madre polaca e israelí embargo esto no ha sido obstáculo para que en dos oportunidades haya optado formalmente a la primera magistratura.
Expresamente nuestra Constitución, en su artículo 41, determina que solo quienes sean venezolanos por nacimiento y no posean otra nacionalidad, pueden ejercer el cargo de presidente de la República. Esto significa que el excandidato opositor, al no haber hecho el procedimiento jurídico para intentar la nacionalidad polaca ni israelí, es únicamente venezolano y sólo así pudo inscribirse como candidato presidencial ante el CNE.
Las normas que son válidas para opositores, también lo son para chavistas. Imaginar que solo por tener parientes extranjeros y sin hacer ningún trámite jurídico, un venezolano automáticamente adquiere otra nacionalidad paralela, demuestra total ignorancia sobre el derecho constitucional venezolano que regula esta materia. O tal vez se trate de una perversa maniobra con objetivos políticos.
Los revolucionarios debemos siempre rechazar la propaganda de odio contra colombianos, israelíes, cubanos, estadounidenses, etcétera. Recordemos que más allá de gobiernos buenos y malos, son las relaciones de paz, respeto y tolerancia entre los pueblos las que deben preponderar por encima de todo.
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