Durante casi dos décadas, el régimen ha sido sordo y ciego ante el clamor popular
Tamara Suju Roa
Mucho se ha escrito sobre reuniones, juntas, mediaciones y transiciones en Venezuela. Y mucho lo que sale en redes sociales y en comunicados sobre si éste o aquel ya no acompañan al proyecto chavista o ya no apoyan a Maduro, y sobre que si se fraccionan o se deslindan del fracasado proyecto de poder que por desgracia trajo Chávez para destruir y dividir a Venezuela.
Lo que poco se dice es la lucha de años que los venezolanos demócratas han tenido en contra de éste régimen, caminando por dolorosos senderos de sangre, sudor y lágrimas. Porque ahora, cuando la ineptitud y la corrupción llegaron al llegadero, y las arcas publicas venezolanas se han vaciado y no dan para mantener a tanto oportunista y aprovechador de nuestras riquezas, comienzan a escucharse “voces en Latinoamérica” que todavía insultando al intelecto de nuestro pueblo, dicen que “Venezuela necesita diálogo” y que la oposición y el gobierno deben sentarse a buscar salidas democráticas a la crisis que se vive en nuestro país.
Es decir, ¡que frustración caramba! 17 años no han sido capaces de mostrarle a nuestros “hermanos” del Hemisferio que el Socialismo del Siglo XXI no fue más que un proyecto de poder, para apropiarse de un país rico y convertirlo en la guarida de los Castro, en el cofre de riquezas para los comunistas frustrados, para los narcotraficantes y sus células de América, el paraíso minero para los iraníes, chinos y rusos y la caja chica de candidatos “amigos” del continente, que se cansaron de pedir para proyectar el falso socialismo en sus propios países.
Venezuela prácticamente le regaló el petróleo a Cuba y a los países de Petro- Caribe, regaló viviendas, carreteras y hasta plantas eléctricas a nuestros “hermanos”, pegó afiches y pancartas hasta en los lugares mas recónditos del mundo, tratando de exportar el proyecto de poder, mientras nuestro país se empobrecía, los campos y fundos expropiados se secaban, las empresas confiscadas se oxidaban y la pobreza y la decadencia de la calidad de vida de todos los ciudadanos caía en picada, aguatando el circo de Chávez y ahora el de Maduro.
Durante casi dos décadas, el régimen ha sido sordo y ciego ante el clamor popular, ante las denuncias de persecución contra la disidencia, contra los medios de comunicación, contra los partidos de oposición, contra el movimiento estudiantil y juvenil, contra las ONG de DDHH. Controlar y apropiarse de lo ajeno, secuestrar las Instituciones y poderes públicos, aplicar el apartheid político, económico y social, ha sido desde el principio, el plan de guerra trazado por el chavismo, sin contemplaciones. Lo que los Castro y los copiones del castrismo nunca esperaron, es la férrea pelea que la oposición democrática les ha dado, sin armas, sin el poder económico y bélico que el régimen tiene, y que a pesar de los muertos, los heridos, los presos y los exiliados, hoy, 17 años después, los venezolanos están dando la pelea por el regreso de la democracia en nuestro país.
Por eso, desde esta columna, no sólo reclamo la benevolencia obsecuente que aún mantienen la mayoría de los gobiernos de latinoamérica con el régimen tiránico de Nicolás Maduro, sino que les pregunto: Hasta donde piensan encubrir y ser cómplices de un régimen que al día de hoy, con su cara muy lavada, se atreve a sentarse en el banquillo del Consejo Permanente de la OEA, decir que en Venezuela no hay crisis humanitaria, que la oposición tiene la culpa del problema económico y que la violencia es generada desde el lado nuestro, cuando ellos mantienen bandas armadas que atacan a manifestantes, cuando han controlado por años las divisas y las han dilapidado y robado en detrimento del sector productivo del país, cuando la impunidad rebaza el 98% y el crimen organizado proviene incluso desde las entrañas de sus propios organismos de seguridad, cuando tienen 96 venezolanos detrás de las rejas, más de 1000 con procesos penales abiertos y cientos de torturados por razones políticas y además, siguen torturando a nuestros hijos, que lo único que exigen en las calles es Libertad!
Señores y señoras de Latinoamérica y del mundo: La dignidad, los derechos y la libertad del pueblo venezolano, no se negocia. Cuando el mundo decida llamar al régimen tiránico de Nicolás Maduro por su nombre, quizás sea tarde para Venezuela. Con las uñas, sin armas, sin poder económico pero con mucho valor, los venezolanos se enfrentar a quienes le han demostrado al mundo que no les importa matar a nuestra juventud con tiros en la cabeza. Proponer un diálogo en estas circunstancias es una vergüenza y solo les sirve para abdicar su responsabilidad con Venezuela y los venezolanos. Ustedes tienen la ultima palabra.