Regresar a esas Fuerzas Armadas a su cauce institucional tomará tiempo y políticas muy claras para replantear su papel al servicio de toda la sociedad
Humberto González Briceño
I.- PADRINO. Según Padrino López su nuevo papel será el de poner orden y disciplina en el Gobierno. De esta manera confirma el general la anarquía que impera en el régimen donde desde sus operadores principales hasta empleados y funcionarios están en una frenética carrera de “raspado de olla”. Pero no es la parte civil del régimen la que preocupa a Padrino López. Esos nadaran con la corriente. Es la militar por su innegable poder disuasivo y represivo. El foco de Padrino López parece estar centrado en el complejo proceso de destituciones y enroques en el seno del régimen para asegurarse un control absoluto de los hilos que conducirán las verdaderas negociaciones y una eventual transición política.
II.- PATADA. Nicolás Maduro es el primero en la lista de víctimas de la transición. Por eso la jugada de darle superpoderes al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, hay que verla como un esfuerzo definitivo para afrontar la inevitable transición, pero en sus propios términos. Tener a Padrino López como su mano derecha y eventualmente como Vicepresidente de la República es de alguna forma una garantía para protegerse frente a posibles vendettas políticas de su grupo y de la oposición. La otra lectura de esta jugada es que Maduro se sacude abiertamente al ala civil de su régimen o sea al Psuv. Maduro entiende que la base de su poder está en los cuarteles, Padrino López mediante, y no en el cascarón vacío del Psuv.
III.- COHABITACIÓN. Lo más complejo de la transición será el esquema de relaciones del nuevo gobierno con unas Fuerzas Armadas autoproclamadas como “socialistas y chavistas”. Regresar a esas Fuerzas Armadas a su cauce institucional tomará tiempo y políticas muy claras para replantear su papel al servicio de toda la sociedad y no solo de una parcialidad política. Esto solo será posible con la cooperación de los estamentos decisores de la corporación armada, nunca en contra. Ya hay experiencias como la nicaragüense que cuentan de las dificultades y los logros de este tipo de cohabitación.
IV.- FARSA. Rodríguez Zapatero es un agente en la nómina del régimen. Va y viene en sus gestiones como presunto mediador para dar la impresión de que se avanza en el falso diálogo. La realidad es que Rodríguez Zapatero ha quedado en evidencia por su propia palabra como abogado del régimen y no tiene la confianza ni el respeto de la oposición. El expresidente español llegó inclusive a argumentar que el Revocatorio no era lo relevante para el diálogo. Su entrega a los interese del gobierno es evidente. Muy difícil que el diálogo avance tal como Rodríguez Zapatero lo ha planteado.
V.- DIVISIÓN. El chavismo está dividido. Pero la división que cuenta para entender esta coyuntura no es la que ocurre entre bandas que se disputan el poder. La verdadera división del chavismo es entre el grupo enchufado al robo y las bacanales y las bases chavistas en la calle que padecen las mismas privaciones que el resto de los venezolanos. Todos los estudios de opinión han sido consistentes al detectar un rechazo del 90% al régimen de Maduro y un apoyo de 80% al revocatorio. Eso solo es posible con la expresión contundente y vigorosa de quienes hasta ayer se consideran chavistas. El régimen está débil y aislado de sus propias bases, tan solo sostenido por una casta militar que no parece indiferente a la división.