Henry Ramos se propuso acabar con el proceso bolivariano en apenas seis meses, y no logró su cometido
Julián Rivas
La gente empezaba a agolparse en el rancho de Irapa. “Ay, apenas fue esta mañana que me lo dijeron: La mujer de Pachico tuvo un muchachito”. Una de las visitantes entró al cuarto donde estaba el niño y la madre. La habitación estaba separada de la sala por una pared de tabiques adornadas con revistas viejas. Pachico daba pasos, nervioso, sus alpargatas resonaban en el piso de tierra. “Ay, pero si es un negrito”, dijo una muchacha. Pachico bufaba como un toro, y miraba de reojo a las visitantes, muchachas y mujeres del pueblo que todavía cultivaban la antigua costumbre de visitar las casas de las recién paridas. “Ay, pero si es un negrito negrito”, asintió otra. Pachito, blanco pobre, con mujer negra, rezongo: “Uuuh”. Todos los presentes se fijaron en él cuando dijo claramente: “Si ese muchacho no clarea de aquí a tres meses, aquí va a haber verga, va a habee veeerga”.
Como diría la canción de Bonny Cepeda, pasaron tres meses, ya llegaron diez, y míreme usted. Yo que me pensaba gozar mis tres meses, debo hasta la vida, más los intereses. Ay, ay, ay doctor.
Henry Ramos se propuso acabar con el proceso bolivariano en apenas seis meses, y no logró su cometido.
La oposición ganó las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre porque, entre otras razones, le funcionó el plan de destrucción de la economía nacional. Por lo demás, se había liquidado el poder adquisitivo del salario. En un país donde los asalariados están entre 15 y 18 millones. El impacto es para todo el país.
En ese cuadro llega Henry Ramos Allup a la presidencia de la Asamblea Nacional. Desde ese espacio creyó que sentaría las bases para llegar a Miraflores. Hoy, vista las cosas, debería retirarse a su casa, como cualquier anciano en retiro.
En medio año fracasó el cóctel de la salida, la renuncia, el referéndum y la pretensión de la novel Asamblea de constituirse en poder paralelo que gobernaría con sus propias leyes. Tan desgastada luce la iniciativa parlamentaria que algunos ya reclaman nuevo legislativo. Uno no sabe, diría Cuto Lamache.
Henry Ramos cada día luce más molesto. Se le va el tiempo. Bueno, cronológicamente él está en esos momentos en que los viejos a la larga pagan el atrevimiento de los hombres maduros de levantar carajita, según advierte el escritor argentino Bioy Casares, pana de Borges.
Caramba no ha podido mandar el hombre. Justo ahora cuando la ofensiva anglosionista necesita gobiernos dóciles en Latinoamérica. Y pensar, a lo Uribe Vélez, que Venezuela es vital en la geopolítica regional.
Mire que las pretensiones de Henry Ramos no son cualquier cosa. Ramos Ayoub (un error de traducción en prefectura es el Allup) no es político de aspiraciones sencillas y modestas. Su suegro se queda corto si le dan un contrato de construcción con carretilla y pala. No, el italiano necesita grandes obras, con cientos de maquinarias, centenares de empleados. Miles de millones.
Comprensible la tragedia de Henry Ramos, por eso sus groserías contra la Fuerza Armada. No es broma, este señor quiere mascada grande.
Esta gente quiere liquidar la Fuerza Armada. El mega plan Atlanticista del anglosionismo está en marcha (El Brexit, la salida inglesa de la Unión Europea es un gran paso en esta hegemonía fascistoide. Si Clinton gana será peor).
El drama de este juego es que aquí Henry Ramos no ha podido sacar los outs. El mánager gringo le puede pedir la bola para que venga el relevo derechista. La nueva derecha, fascista y elitesca. Sería el agotamiento socialdemócrata, se guardaría la vieja rocola adeca.
El que se casa con mujer bonita hasta que no llega a vieja el susto no se le quita. Con el presidente de la Asamblea hay algo peor, adicionalmente, no ha podido tumbar al gobierno. No logra el poder, que seria su viagra en este invierno de su vida. Pobrecito.
Triste episodio de nuestra historia lo que hemos vivido en este 2016. Un Parlamento que pretendió hacer de Henry Ramos presidente de un poder paralelo. Del presidente de la Comisión de Política Exterior, un jefe diplomático. A la vez Timoteo y Milos Alcalay fungen y fingen como agentes diplomáticos. Y lo peor, Rafael Poleo actúa como si fuera embajador en Washington. Esto sí es vaina.
El pueblo ve a esta gente opositora y dice: dejen quieto al que está quieto.
Venezuela merece consolidar su destino. No será fácil, por supuesto. Hay que informarse, y obvio, formarse. Recomiendo una vez más el libro “Crisis de la democracia”, de José Agustín Silva Michelena. Lástima que este hombre todavía no haya sido reconocido en Venezuela. Ludovico Silva llegó a decir que su hermano era mejor que él, y eso obliga a la reflexión. Revisémonos como venezolanos. José Agustín Silva Michelena indaga, revisa datos y reclama. El pueblo que dio grandes héroes en la independencia ha tenido problemas en consolidar la vida diaria, en poner orden al país, en el buen sentido que tiene esta palabra. ¿Por qué? Lea y verá.
Insistimos, la orientación de la producción de comida. Otros países garantizan sus alimentos. Ninguno pretende ser autárquico, pero planifican e investigan como si ese fuera el objetivo. Países como Indonesia, Bangladesh, Myanmar o Pakistán tienen ministerio de cooperativas. En India se habla de bienestar y cooperativas. Cuanta variedad de productos con la madera y los textiles se ven en Asia. Indonesia es el mayor productor mundial de contraenchapados. Tailandia, que es un monstruo en investigación y desarrollo agrícola tiene el Ministerio de Agricultura y Cooperativas. En África vemos a Kenia con avances agrícolas a partir de la asociación cooperativa, exporta mangos y aguacates. El mismo Sudán, asociado con países del Golfo tiene una alta capacidad de exportación de ganado, ovino, caprino y vacuno.
El mejoramiento genético de nuestra ganadería con fines de aumentar la producción lechera debe ser un plan con evaluación permanente, incluso para que no se lleven las vaquillas a Colombia. Pero hay que cobrarle a Uruguay y Paraguay, lo mismo que a Argentina. Con Paraguay no es solamente la ganadería (tienen una raza bradford, traigamos algo de eso) sino la producción vegetal. Por ejemplo, averigüemos cómo produce trigo en ambiente sub tropical, siendo exportador mundial. Por favor señores del Ciepe, entérense.
Esta semana vimos un desastre en el Metro de Caracas que nos obliga a sugerir la intervención inmediata de la Guardia Nacional, Milicia o el Ejército. Ahí el saboteo es lo único que explica la destrucción de equipos, torniquetes, la venta informal. Y pensar que hace unos meses unos diplomáticos en el Golfo Pérsico se sorprendieron cuando les dije que Venezuela tiene varios sistemas de transporte subterráneo. Orden en el Metro ya.