Para la oposición es una victoria importante romper el mito que el chavismo era el amo de las calles y los sectores populares
Humberto González Briceño
I.- 1S. Cálculos generosos le reconocen a la oposición el mérito de haber movilizado más de un millón 500 mil personas el pasado 1S en Caracas. Estimaciones más conservadoras y prudentes dicen que la oposición tan sólo logró movilizar 500 mil personas ese día. De cualquier manera que se vea, la oposición realizó la manifestación política más concurrida en la historia republicana de Venezuela. De eso no hay duda. El régimen tiene todo el derecho a desestimar esta realidad al costo de seguir alienando sus bases y enterrar definitivamente su proyecto político. Cuanta gente movilizó la oposición el 1S es un tema para ociosos, estadísticos y matemáticos. Lo relevante es que el chavismo perdió la calle y cualquier cosa que haga no parece suficiente para recuperarla.
II.- CICERÓN. Mientras las marchas opositoras llenaban a plenitud lo largo y ancho de tres avenidas principales de Caracas, los oficialistas hacían esfuerzos desesperados por llenar unas cuadras de la avenida Bolívar. Los animadores más recalcitrantes en la tarima del gobierno no se cansaban de mirar a lo lejos de la avenida como esperando que apareciera más gente. Los más entusiastas sólo se atrevieron a decir que era un triunfo para la revolución reunir 50 mil personas a pesar de la guerra económica y la campaña mediática. En medio de su paroxismo fueron comedidos. A diferencia de José Vicente Rangel quien desafió todas las leyes de la física y la lógica para mentir y asegurar que en la concentración oficialista había 970 mil personas y el resto estaba en los actos de la oposición.
III.- BALANCE. Para la oposición es una victoria importante romper el mito que el chavismo era el amo de las calles y los sectores populares. No será así a partir del 1S, cuando desde numerosos sectores salieron caminatas en apoyo al revocatorio. Además, la oposición puso a prueba y venció al aparato de miedo y terror del régimen logrando que miles de personas salieran a pesar de las amenazas. El régimen, por su parte, está en una situación muy precaria lo cual lo hace errático e impredecible. Hay una evidente desmoralización y agotamiento en los cuadros civiles y militares del gobierno, que ya expresan públicamente sus temores frente a lo que consideran una estrategia suicida. Cuanto más se tarde el régimen en aceptar una salida política y democrática tanto más le costará regresar algún día al poder.
IV.- ESTRATEGIA. El viernes 26 de agosto la periodista Sebastiana Barráez se preguntaba quién es el asesor de Nicolás Maduro, que en medio de la peor crisis política y económica de Venezuela lo manda a ir al cine y le sugiere que la mejor estrategia es negar la realidad. Mucha gente en el chavismo, ajena a sorda lucha interna que se libra en el Psuv, se hace la misma pregunta. ¿Quién asesora a Maduro? ¿Diosdado? ¿Tareck? ¿Los hermanos Rodríguez? ¿Quién le aconseja al chofer del metro que pise el acelerador justamente cuando el vagón va rumbo al abismo? ¿Quién se está beneficiando de esta jugada suicida para el chavismo? ¿Quién? Hoy está claro que el chavismo oficialista está entrampado. Lo que comenzó como una campaña de propaganda, apoyada en los falsos supuestos de una guerra económica, hoy se ha convertido en el discurso oficialista que trata de sustituir, sin éxito, la realidad. Esto ha arrastrado al régimen por los escabrosos vericuetos de negar una crisis política, económica y humanitaria que todos, hasta los chavista de abajo, ven, pero la cúpula se resiste en aceptar.
V.- NEGOCIACIÓN. Después del 1S la negociación estilo Zapatero entra en crisis y es posible que sea descartada por ineficaz. Es muy probable que el régimen, arrinconado como está, haya perdido definitivamente el poco incentivo que tenía en mantener ese mamotreto. Pero en este contexto, con una oposición legitimada y los temores de la comunidad internacional ante las amenazas de Nicolás Maduro de seguir socavando el estado de derecho en Venezuela, es muy probable que se abra paso una negociación auspiciada por la OEA e impulsada por un grupo de países amigos de Venezuela. La tesis, según los entendidos, es llevar al régimen de Maduro de la mano para ayudarlo a salir de su propio entrampamiento extremista y facilitar una transición democrática con respeto a la Constitución y las leyes.
