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Los rehenes de Nicolás

La técnica utilizada los últimos días, es usar a los presos políticos, a los viejos, pero sobre todo a los nuevos, como rehenes de negociación


Tamara Suju Roa

Del 29 de agosto al 7 de septiembre, según cifras de Foro Penal, han sido detenidas 168 personas en el país. Solo el 1 de este mes hubo 93 detenidos.

117 fueron liberados sin presentación, 34 con cautelares, 8 bajo fianza, 2 quedan pendientes por presentar y 1 recibió libertad plena.

La cifra de presos políticos ha aumentado a 94 y desde enero de 2014 al 4 de septiembre del 2016 han habido 6.494 detenciones en nuestro país. Los nuevos presos políticos son el alcalde Nelson Guarate, Yon Goicochea, Braulio Jatar y Alejandro Puglia.

Antes del primero de septiembre encarcelaron nuevamente a Daniel Ceballos, trasladaron a Alejandro Márquez y Gabriel San Miguel a la cárcel de Tocuyito y a Raúl Baduel y Alexander Tirado a la 26 de Julio de Guárico, de forma imprevista, sin mostrar órdenes de traslado ni notificarlo a sus abogados y familiares.

Muchos venezolanos desconocen los movimientos represivos ejercidos por el régimen venezolano para intimidar y reprimir a quienes lideran manifestaciones, a quienes documentan y reportan sobre ellas, o a quienes los denuncian.

Por eso se hace imprescindible que todos los ciudadanos sepan cómo se estructura un gobierno no democrático para controlar a sus oponentes.

Una de las formas de hacerlo es usar a líderes, activistas, estudiantes, o alguna persona emblemática, como rehén o rehenes, para presionar a su contrincante, someterlo, minimizar sus acciones o neutralizarlo.

Esto lo han aprendido bien los maquiavélicos funcionarios que durante 16 años han permanecido en el poder, rotándose los cargos, unas veces de directores, otros de jefes, otros de ministros, otros de diputados, pero con la misma cara y hasta ahora el mismo nombre. ¿Los maestros? Los cubanos.

El guión es el mismo. Al partido de Leopoldo López, Voluntad Popular, se la tienen dedicada. ¿Por qué? Porque en su mayoría está compuesto por la generación de relevo, jóvenes estudiados y preparados, rebeldes contra la tiranía y con un gran activismo social y político en las calles.

Ellos no han cesado porque su líder, encarcelado, sometido constantemente a tratos crueles, inhumanos y degradantes y a torturas psicológicas, les da el ejemplo de dignidad, valentía y determinación.

Pero quienes están en el poder, en su mayoría militares acostumbrados a mandar y recibir órdenes, a regirse por una estructura de mando y a usar la fuerza para lograr el control, no entienden la rebelión espontánea, masiva y sin colores ni ideologías políticas, que se está volcando a las calles a exigir respuestas a sus problemas, pero sobre todo respeto a que se les trate con dignidad.

Quienes están en el Gobierno no comparten los mismos valores, porque ellos llegaron al poder para controlarlo, para apoderarse de las instituciones democráticas y llevar a cabo una invasión masiva que promovió el discurso de odio y la división entre compatriotas, y la deplorable adoración de quien con su populismo y el dinero de todos los venezolanos, destruyó la economía y sumergió a Venezuela en una crisis histórica.

Nicolás no tiene ni un ápice de ese control social que ejercía Chávez a través de su verborrea y manipulación.

Por eso, necesita a su lado a los organismos de seguridad del Estado controlados por sus hombres de confianza para ejecutar sus órdenes, y al sistema de “justicia” venezolano, que le da “legalidad” a la represión.

La técnica utilizada los últimos días, es usar a los presos políticos, a los viejos, pero sobre todo a los nuevos, como rehenes de negociación.

En su mayoría, son jóvenes que están en las cárceles políticas y comunes, en condiciones inhumanas, maltratados, cuyas familias están desesperadas al ver a sus muchachos, la mayoría universitarios y mejor preparados que muchos de los que hoy ocupan altos cargos, detrás de las rejas.

Mantener el terrorismo psicológico sobre ellos continuamente es necesario, porque no sólo ellos lo sufren, sino quienes los conocen, y el resto de los ciudadanos que al ver cómo los tratan, cogen miedo. Así, el régimen tiene con qué negociar. Para esto trajo a tres expresidentes escogidos por Nicolás.

Los organismos de inteligencia siguen inventando pruebas y contando cuentos de desestabilización que ni ellos mismos se creen, sembrando pruebas como “cordones explosivos”, fajos de billetes, cauchos de goma y hasta las escobas que se les atraviesan en los allanamientos son introducidos en esas bolsas plásticas con las que llegan y que nadie puede revisar para saber si tienen algún contenido.

Los teléfonos celulares con cámaras son ahora material de desestabilización.

Los medios de comunicación que reproducen vídeos tomados por personas en las manifestaciones son ahora promotores de la desestabilización, y hasta las cacerolas que las amas de casa le tocan en la oreja a los jerarcas pueden ser considerados material de guerra, según el efecto que causen.

Es interesante en este punto de mi artículo tomar en cuenta cuál es el partido político que tiene más presos, perseguidos y exiliados.

Creo que no hace falta hacer mucho ejercicio mental, ¿verdad?. Así pues, el partido Voluntad Popular se convierte en el partido rehén, porque Nicolás le tiene miedo al intelecto, a la valentía y a la juventud.

Utiliza a sus líderes y activistas como rehenes para tratar de imponer condiciones y así aplacar el enorme malestar social que hay en las calles y que se está convirtiendo en manifestaciones masivas a las que le tiene pánico, porqué le bajaron los cerros cansados de la mentira.

No pasa un día sin que desde el poder se amenace a la directiva de VP, expongan sus rostros al escarnio público, y hasta encuestas hacen por la red social Twiter preguntando quien cree el público que será el próximo detenido. ¿Maquiavélico, no?