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Sólo China puede salvar a la centroizquierda latinoamericana y a Cuba

La doctrina de dominación imperialista de James Monroe se va imponiendo a la doctrina de soberanía nacional de Simón Bolívar


Heinz Dieterich

  1. Venezuela: Batalla decisiva del Continente

Hay guerra entre América del Norte y América del Sur. Su objetivo estratégico es la destrucción de los gobiernos socialdemócratas (centro-izquierda) y del Socialismo del Siglo 20, de Cuba. Brasil y Argentina, los dos países más poderosos de América del Sur, ya sucumbieron. En la sala de espera, la recuperación imperial de El Salvador, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Cuba. La doctrina de dominación imperialista de James Monroe se va imponiendo a la doctrina de soberanía nacional de Simón Bolívar. Sin caer en la simplona teoría del dominó se puede cuantificar el horizonte de tiempo, en que Washington recuperará el control completo del hemisferio occidental. Analizando la correlación de fuerzas hemisféricas y la geopolítica global, la hipótesis fundada es, que el primer gobierno socialdemócrata caerá dentro de dos años y el último en unos tres lustros. La batalla decisiva de la contienda hemisférica, la que decide la guerra continental, se libra en Venezuela. Es el “teatro de operaciones” continental; comparable a Siria en la guerra global Washington-Rusia, y el Mar meridional en la guerra global Washington-Beijing. Si cae Venezuela, caerán los demás gobiernos mencionados.

  1. Guerra de clases y superpotencias

La conflagración es doble. Es guerra de clases entre las oligarquías criollas y las corrientes socialdemócratas tipo New Deal (Roosevelt). Y es guerra geopolítica entre el neofascismo anglo-sionista (neocons), representado por sus títeres Obama, Clinton, Trump, y las potencias del emergente sistema global multipolar, China y Rusia. Si se derrumba Venezuela, Washington acelerará el desmontaje de todos los avances soberanos alcanzados por los gobiernos criollos rooseveltianos —por ejemplo, la primera Escuela Antiimperialista de las Fuerzas Armadas de América Latina, inaugurada por Evo Morales el 17 de agosto, en un acto de inaudita valentía antiimperialista; el ALBA, etc.— y, particularmente, la cooperación geoestratégica con Rusia y China. Washington está perdiendo la carrera configuradora de la nueva arquitectura global multipolar, ante Rusia y China: particularmente en lo económico y lo militar, donde no puede competir con los avances en comunicación, computación y radares cuánticos de China y los misiles hipersónicos de Rusia, ante los cuales no tiene defensas. A la luz de esta situación, el neofascismo tratará con todos los medios a su alcance, mantener América Latina en su actual estado balcanizado y dominado.

  1. El problema de la batalla decisiva en Venezuela

Si la batalla por el control del Estado venezolano es la batalla decisiva por la defensa de los gobiernos de centro-izquierda, Cuba y la autonomía estratégica bolivariana, entonces es deber moral de todo antiimperialista, ayudar a evitar que el Estado venezolano caiga en manos de los monroeístas. El problema para ganar esta batalla es que la conducción del Estado venezolano está en manos de dos figuras patéticamente ineptas: un Rasputín político (Maduro) que se comunica con el más allá y sabe tanto de la dialéctica de la realidad, como un burro de la física cuántica; y un Rasputín económico (Alfredo Serrano Mancilla) importado de la manada de Podemos, cuya distopía económica es la burla viva de las ciencias económicas. Juntos, son la encarnación del “Elogio de la Locura” de Erasmo de Rotterdam. Y, dicho sea de paso: teniendo Venezuela tan extraordinarios economistas como Felipe Pérez Martí y Víctor Álvarez, entre otros, es el colmo del malinchismo (neocolonialismo intelectual) y una verguenza nacional, que el gobierno venezolano usa un alquimista importado, en lugar de los excelentes científicos patrióticos del país.

  1. China en la Batalla Decisiva por América Latina

Cuando mis amigos chinos me piden evidencia empírica de que Washington trata de subvertir a escala hemisférica los legítimos intereses (económicos) de China, les digo que tengan paciencia. Que más allá de escaramuzas en México y Argentina, no ha llegado el momento de la ofensiva general. Que Washington está en una fase preparatoria, en la que tiene que destruir los gobiernos socialdemócratos y sustituirlos por gobiernos neoliberales-monroeístas, porque necesita los Estados como falange del ataque general. Ha avanzado mucho en esta precondición logística de la ofensiva continental abierta contra China. De ahí, que con las tres potencias más grandes de América Latina bajo su control, plus el desarme de las FARC y la ausencia total de un nuevo líder secular como Fidel en la Patria Grande, pronto veremos medidas mucho más drásticas en el roll back imperial, que hasta ahora. El cáncer avanza aunque no aparece todavía en las radiografías.

  1. China Marshall Plan vs Rasputinismo tropical

La batalla decisiva continental, que se libra en Venezuela, no puede ganarse con el Rasputinismo tropical en el poder, ni sin un salto cualitativo en la política económica, anclado en una nueva programática económica y recursos financieros frescos por el orden de unos 50 mil millones de dólares. Excepto el capitalismo financiero occidental, sólo China podría aportar este crédito o stand-by letter. Si quiere salvar a sus intereses geoestratégicos en América Latina, a los gobiernos socialdemócratas y la alianza orgánica que ha disfrutado con ellos en los últimos años, le queda un sólo camino: hablar en Caracas con los dueños del circo, no con sus payasos: las fracciones militares de Padrino López y Rodriguez Torres. Debe ofrecerles el China Marshall Plan, directo o vía los BRICS, condicionándolo a la sustitución del equipo Maduro en enero/febrero, 2017, y el cambio de la alquimia económica actual por un programa político-económico científico de salvación nacional.

  1. Maridaje insólito: el Buda de la Fortuna y la Revolución de los Claveles

Si China o los militares venezolanos no muestran la audacia para un movimiento de realpolitik geopolítica de este tipo, con la calidad estratégica mostrada por Vladimir Putin en Siria y en Crimea —o si China juzga que América Latina no vale la pena para enfrentarse a Washington— entonces, los gobiernos de centroizquierda y la herencia del Socialismo del Siglo 20 de Cuba, no se van a salvar de la embestida monroeista. Y China, en el 40ª aniversario de la muerte de Mao, y el 100 aniversario de la fundación del Partido Comunista de China, habrá perdida la oportunidad histórica de servir a los pueblos de América Latina y la humanidad entera.