Qué caraduras son estos noruegos: darle la credencial de pacifista a un sujeto que desde hace rato reúne condiciones para ir a juicio en la Corte Penal Internacional
Julián Rivas
Macondiano este asunto de la paz en Colombia. Uribe es el que va a decidir. Los noruegos, que hacen de la promoción de la paz su especialidad, siempre sacan provecho.
Y hay algo de parecido en este proceso colombiano de paz con el caso de los tamiles, a quienes engañó el régimen de Sri Lanka y el saldo fue de decenas de miles de muertos en 2008, sin que aparezca la justicia de la Corte Penal Internacional.
Quería promover las marcas colectivas como instrumento elemental en este momento para consolidar nuevos modos de producción de bienes y servicios.
Pero como no comentar el Nobel de la Paz concedido al Presidente Juan Manuel Santos. Berracos estos noruegos. Las FARC están como esas arepas recién sacadas del budare, que al abrirse en pedazos se enfrían en corto tiempo. Listas para servir.
Caramba, qué caraduras son estos noruegos: darle la credencial de pacifista a un sujeto que desde hace rato reúne condiciones para ir a juicio en la Corte Penal Internacional.
Pero si le dieron el fulano premio a Kissinger, a Obama, a los criminales israelíes, porque no a Chucky Santos. Los noruegos no cuidaron las formas y dejaron por fuera a los negociadores de las FARC. Increíble. Pero eso les pasa por atoraos.
La paz de Colombia en la Guerra de los Mil Días fue impuesta definitivamente en un acorazado de Estados Unidos, el Wisconsin
Los conservadores y liberales ya habían suscrito el 24 de octubre de 1902 el Tratado de paz de Neerlandia, una finca del Magdalena, pero seguían pugnaces con las barcas Almirante Padilla y otra que habían robado a Chile.
De poco sirvió el sancocho de gallina con el que se celebró aquella paz. Por eso los gringos amenazaron con intervenir con sus cañoneras en Panamá, donde Washington ya tenía planes para terminar el canal interoceánico.
Se firmó la paz dentro del buque, el 21 de noviembre de 1902, pero a la postre los gringos, como dijo Teddy Roosevelt, se tomaron Panamá.
Carmenza Kline en su libro sobre “Ficción y realidad en la obra de Gabriel García Márquez”, advierte que octubre es aciago porque selló una época de derrota de las ideas progresistas y revolucionarias en Colombia.
El coronel de “El Coronel no tiene quien le escriba”, entonces un muchacho que supuestamente estuvo en la firma de la paz de Neerlandia, mucho tiempo después recordó a su mujer algo lapidario.
Estaba pensando (le dice a su mujer en cierta ocasión) que en la reunión de Macondo tuvimos razón cuando le dijimos al coronel Aureliano Buendía que no se rindiera. Eso fue lo que echo a perder el mundo.
Si, y eso es hasta el sol de hoy, cuando octubre de 2016 es epicentro de la firma de la paz de la OTAN, la paz anglosionista.
Colombia es un país definitivamente tomado por Estados Unidos, miembro colaborador de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), papeles que UNASUR prefiere ignorar. Sus aviones, fusiles, electrónica, equipos de inteligencia, todo lo militar, tiene un sello israelí.
La guerra es un negocio, caro pero rentable.
Alguien me asegura que ni Marulanda ni el Mono Jojoy habrían firmado esa paz. Pero en cierta izquierda latinoamericana hay razones para celebrar la paz de la OTAN.
No hay paz que no sean la suma de intereses. La Piedad felicito a Santos por su Nobel, ella cree que la paz suscrita en La Habana va a terminar por buen camino.
Piensan lo mismo los gobernadores que quieren hacer negocios en la frontera. Hasta trepidantes izquierdistas celebran la paz. Es una utopía. Supuestamente hay que dar contribución triunfante, qué rara es esta izquierda.
El Vaticano también celebra la paz. Prefiero a Juancho Polo Valencia, quien en su canción Alicia Adorada, dijo: Como Dios no tiene amigos, como no tiene amigos anda en el aire, tanto le pido y le pido, ay hombe, siempre me manda mis males.
No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz… cantó Alí Primera. Pero que raro estos izquierdistas que celebran y claman la paz de la OTAN.
En el mundo no habrá paz mientras haya explotación… No, no, no basta rezar… Cuando el pueblo se levante y que todo haga cambiar, ustedes dirán conmigo que no bastaba con rezar… No, no, no…
La oligarquía que nace en la colonia, que tiene raíces en la vieja España, ha engañado a medio mundo. Dicen que Páez evitó ir a Bogotá por temor a que lo mataran por allá.
No ocurrió lo mismo con Anzoátegui, ni con Sucre, ni con Leonardo Infante, y con Bolívar. Todos pasaron a otro mundo en Omba. ¿Que cuando comenzó la guerra? Posiblemente en la Europa Medieval.
Los venezolanos no aprendemos con Colombia. Es una situación absurda, un círculo vicioso.
Parece que sufrimos de adormidera. ¿Alguien aquí o en América Latina ha pedido investigar los acuerdos de Colombia con la OTAN, los manejos de información, la inteligencia que fuerzas colombianas hace en la región?. No.
Ha ocurrido un triunfo del NO en el plebiscito o consulta que se hizo en Colombia en torno a los acuerdos suscritos en La Habana. ¿De qué se sorprenden? Ahora Uribe pone condiciones a Santos. Pide revisar lo suscrito en La Habana.
Es parte de la jugada. Uribe irá por más: Va a exigir seguridad de que no va a ser enjuiciado por la Corte Penal Internacional por los crímenes de guerra, por los falsos positivos, por la narcopolítica y el paramilitarismo.
Tampoco prosperara condena alguna por delito de agresión cuando Uribe junto a Santos ordenó bombardear Ecuador. Santos fue su ministro de Defensa, y Holguín, prima de Santos, también fue canciller de Uribe.
Luis Moreno Ocampo, el proverbial argentino que fue fiscal de la Corte Penal Internacional, ya pasó por Bogotá y por La Habana.
Absolvió a los violadores de los derechos humanos, que a fin de cuentas están protegidos por Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, que hasta sacó a las FARC de su lista terrorista. A qué costo, mi Dios.
Ban Ki-moon elogió la paz. Lo mismo hará el nuevo secretario general de la ONU, quien como canciller portugués avaló los bombardeos por “intervención humanitaria” a Serbia, alegando que desde Belgrado se violaban los derechos humanos en Kosovo.
A muchos venezolanos les cuesta entender este asunto. Aunque la inmensa mayoría de los venezolanos no quieren ser procolombianos.
Que Colombia nunca nos ha dado gracias por nada. Que esa oligarquía nos desprecia.
“La Vorágine”, de José Eustacio Rivera, fue escrita a partir de la experiencia de este como agente de los intereses y ambiciones colombianas en la margen izquierda del Orinoco, que se cogieron con apoyo de la Reina María Cristina de España.
Esta es otra cosa. Perdimos el tiempo discutiendo sobre límites con Lino de Pombo, antepasado de Ernesto Samper y otros oligarcas de hoy.
Pombo era pariente de los O’Donnel, una rama nobiliaria de origen irlandés.
Desde el Pombo al que supuestamente Santos Michelena le confesó que Venezuela tenía mucha tierra, y luego con los Holguín Mallarino, Miguel Antonio Caro y Marco Fidel Suarez, otros armadores de la política exterior colombiana, no hemos sabido encarar a esta gente.
Desde mediados del siglo diecinueve hasta fin de siglo, la política y el gobierno español estuvieron controlados por Leopoldo O’Donnell y su amigo Canovas del Castillo, esclavista y reaccionario.
Por esta vía un Holguín embajador en Madrid se ganó las simpatías de la reina María Cristina. A la vez Miguel Antonio Caro hizo el Concordato con el Vaticano.
La reina favoreciera a Bogotá con el Laudo Arbitral de Límites con Venezuela, en marzo de 1891.
Días antes, Marco Fidel Suarez, casado con una pariente de Caro, fue nombrado Canciller.
Nos jodieron de verdad, por no investigar. A Canovas del Castillo lo liquidó un anarquista italiano, Michelle Angiolillo. (Parece que es pariente de un amigo de mucho tiempo, también Angiolillo).
Por favor dejen la alcahuetería de celebrar el premio de Santos.