“El número de profesores que se ha ido es sumamente preocupante”, dice el coordinador del doctorado y posdoctorado en educación de la UCV, Tulio Ramírez
Edgardo Agüero S.
La tragedia por la que atraviesa la educación universitaria es otra de las consecuencias provocadas por la crisis: la deserción estudiantil y el éxodo masivo de profesores forman parte del actual panorama. De acuerdo con la información que maneja la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv), está a punto de declararse el cierre técnico por falta de presupuesto y el ausentismo a clases está llegando a 60%. Tulio Ramírez, sociólogo, abogado y coordinador del doctorado y posdoctorado en educación de la Universidad Central de Venezuela (UCV), se muestra preocupado: “La crisis incide directamente sobre la calidad de la educación”.
¿A qué se debe el creciente fenómeno de la deserción universitaria de parte tanto de estudiantes como de profesores?
En el caso de los estudiantes, las causas determinantes del abandono de los estudios influyen muchos factores. Sin embargo, en el caso venezolano hay factores que parecieran que prevalecen para que el estudiante tome la decisión de irse de la universidad, uno de ellos es la condición económica. Sostener un muchacho en ciudades como Caracas o Mérida supone erogar por lo menos 50.000 bolívares mensuales y una beca de 8.000 bolívares no le da para mantenerse, sobre todo si tomamos en cuenta que las universidades tienen problemas con el servicio de comedor por las razones de todos conocidas. Igual cosa ocurre con el servicio de transporte, las universidades tienen cada vez más unidades paradas por falta de repuestos, cauchos, presupuesto, en fin; pero además de eso, el transporte se incrementa cada vez más y todo esto atenta contra sus posibilidades. En esta situación el estudiante abandona los estudios para volver a su lugar de origen.
Pero hay otras razones, y es que no solamente se están yendo al exterior los egresados sino los estudiantes que no han concluido sus carreras. La precaria situación de los padres, el grado de inseguridad que se vive en el país, motiva a que estos muchachos, a veces de manera temeraria, se aventuren a probar suerte en el exterior. Otras razones intervienen en el caso de la universidad privada, como lo son los altos costos de la matrícula.
¿Se dispone de cifras a este respecto? ¿Ha bajado el promedio de estudiantes inscritos?
Cuando revisamos las estadísticas observamos que la tendencia es decreciente. En algunas universidades el índice de abandono estudiantil ronda el 40%. Las autoridades de la Universidad de Los Andes (ULA) han confirmado que durante el periodo comprendido entre los años 2005-2014, la universidad ha perdido 36 mil 821 estudiantes, lo que representa casi el tamaño matricular de la universidad: en 10 años se ha perdido el 80 por ciento del tamaño de la matrícula universitaria, lo que significa que la deserción estudiantil está en torno a los 3 y 4 mil estudiantes por año, lo cual es un claro indicativo de que la mitad de los estudiantes que se inscriben en la universidad, se está retirando. En lo referente a la educación privada, hasta 2013-2014 estuvo creciendo un poco, pero hemos observado que se esta produciendo una reversión debido precisamente a este abandono que afecta a la educación universitaria. En cuanto al promedio de estudiantes inscritos, en el caso de la UCV hoy en día ronda por los 41 mil estudiantes, siendo que históricamente tenía una cifra superior a los 70 mil estudiantes. En el caso de la asignación 2015, la OPSU asignó a la UCV un poco más de 6.500 estudiantes, sin embargo se han inscrito, a la fecha, un poco menos de 3.500. La pregunta es: ¿por cuál razón un muchacho desprecia un cupo en la UCV, cuando antes el problema era que había que crear un comité de bachilleres sin cupo porque la demanda era altísima? Algo está pasando: o la educación universitaria dejó de ser un paradigma a lograr, o los jóvenes se están yendo del país o prefieren trabajar a estudiar. Lo cierto es que estas son cifras alarmantes cuando esperábamos una inscripción masiva.
Se habla de un preocupante éxodo de profesores, ¿es esto así?
El número de profesores que se ha ido es sumamente preocupante. En la Universidad Simón Bolívar se han ido alrededor de 600 profesores, en la UCV otro tanto; sólo este año se han ido alrededor de 90. En la ULA, la diáspora de profesores se ha venido incrementando progresivamente al punto que existe un aumento de entre 45 y 50% anual. También se han incrementado considerablemente los permisos remunerados de profesores que se van a otras universidades fuera del país, que luego se transforman en renuncia, pero lo peor es que una vez que esos profesores se van del país, reponer ese alto nivel de calidad no es fácil, eso no puede ser un “vente tú”, allí no cabe la improvisación.
“El gran daño que se le ha hecho a Venezuela es haber promovido esa diáspora del talento humano formado con tanto esfuerzo”
¿En términos crematísticos, cuánto le cuesta al país, esta fuga de cerebros. Es decir, cuánto cuesta producir un docente y cuánto formar un profesional en general?
Estamos hablando de que en un profesor titular o asociado la universidad ha invertido en su formación muchísimo dinero y tiempo. Aquí un profesor que realiza estudios de doctorado en el exterior, que dura cuatro o cinco años, significa una fortuna en divisas. Luego ese profesor regresa para encontrarse con esta realidad insostenible y se marcha a otro país del cual no regresará en muchos años, por cuanto aquel le ofrece mejores condiciones de vida, entre ellas un salario más digno. De manera que esa es una inversión millonaria que se perdió, que perdió el país, pero además de eso significa que es irrecuperable. Para formar un profesor de las mismas características hay que invertir lo mismo y más, lo cual es una pérdida enorme para la nación. La mayoría de los profesores que se han ido son profesores ya formados, profesores que publican, que han aumentado el acervo de publicaciones científicas del país
¿Por qué se va un profesor de alto escalafón?
Vamos a las cifras comparativas. En países como Colombia, Ecuador y Perú, por citar tres, un profesor titular gana alrededor de 4 mil dólares. En Venezuela, por efectos de la inflación y haciendo equivalentes los sueldos en bolívares con el dólar innombrable, un profesor está ganando 50 dólares. Saca la cuenta, un sueldo en bolívares equivalente a 50 dólares con una tasa de inflación de 700%, con una cesta básica que ronda los 420 dólares, entonces recibes una oferta de otro país donde vas a ganar 4 mil dólares, con una tasa de inflación de un dígito, en una economía estable, donde los niveles de inseguridad son mucho menores que en Venezuela, con cierta seguridad jurídica y un nivel de abastecimiento normal… bueno, simplemente el profesor se va buscando esas condiciones de vida que su propio país no puede ofrecerle.
TRABAJAR PARA COMER
“El fenómeno que está planteado es que el cuerpo profesoral se ha estado yendo masivamente porque en Venezuela un profesor universitario trabaja sólo para comer. Refería un experto economista que hay una nueva modalidad de esclavitud en el país, y es que ahora, igual que en la colonia, se trabaja sólo para comer. En ese sentido podemos decir que hemos regresado a la época colonial, sólo que esta representa una colonización de nuevo cuño”, destaca Ramírez, miembro del directorio del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) de la UCV.
¿Representa algún riesgo esto para la calidad de la enseñanza?
Por supuesto que la crisis incide directamente sobre la calidad de la educación, porque los profesores que se ausentan son suplantados por profesores de menor nivel académico. No es fácil suplantar a un profesor con doctorado, que habla dos idiomas, que ha producido tres, cuatro libros, que está en su mejor momento de productividad intelectual, con un muchacho recién graduado. A ese muchacho hay que formarlo y llevarlo a ese nivel; estamos hablando de por lo menos quince años, de manera que no sólo se trata de inversión crematística sino del factor tiempo, porque en educación el producto de la inversión es a largo plazo. Por supuesto que la sociedad se ve afectada porque la universidad es la encargada de formar a los profesionales que se harán cargo de su funcionamiento en las distintas áreas del quehacer humano.
¿En lo inmediato cuáles han sido esas consecuencias?
Debido a esta disminución se ha visto sensiblemente afectados los proyectos de investigación, números de graduados en pregrado y postgrados, así como la cantidad de publicaciones en revistas internacionales y libros académicos entre otros. Por lo demás, se han reducido considerablemente los programas de intercambio con otras universidades, y cada vez son menos debido a los altos costos en dólares del traslado y las estadías. Los profesores no gozan por parte de la universidad de los pagos de esos viajes por los bajos presupuestos, debido a eso los profesores asisten menos a congresos y pasantías porque sencillamente no hay recursos.
¿En qué medida tiene que ver con esto el control y restricciones impuestas desde el Gobierno sobre los presupuestos de las universidades autónomas?
Por supuesto que tiene mucho que ver. Para las universidades autónomas, por lo menos desde hace ocho años, el presupuesto no ha variado, a pesar de que los índices de inflación varían año a año. Esto quiere decir que por la misma cantidad estamos comprando menos insumos, no se pueden aumentar los salarios, no se pueden cubrir algunos gastos relativos al mejor desempeño de la universidad. Fíjate, en el caso de la universidad autónoma venezolana, en los últimos cuatro años se han solicitado aproximadamente 40 mil millones de bolívares para su funcionamiento, sin embargo el gobierno no ha dado más del 30%, y de ese treinta por ciento, el 82% es para pago de sueldos y salarios, el 6% para providencias estudiantiles, transporte, becas, comedor, y un 10% para gastos de funcionamiento. Una manera de asfixiar a una universidad que no se ha doblegado a los dictámenes del Gobierno, porque si a ver vamos, hay universidades experimentales que han recibido un cuantioso incremento en sus presupuestos anuales sin haber tenido el mérito de producir lo que las universidades autónomas producen en términos de ciencia, artículos científicos, etcétera. De manera que la falta de presupuesto también incide en el buen desempeño universitario.
El funcionamiento se ha visto desmejorado, los laboratorios ya no tienen reactivos, ya no funcionan como antes; las practicas de campo, como en el caso de la facultad de veterinaria y agronomía hay asignaturas que implican salidas al campo, lo que en condiciones normales en un semestre se programan seis salidas al campo, hoy en día no se programa ninguna, porque no hay presupuesto para el transporte, porque no hay para pagarle los viáticos a los muchachos, porque no hay como garantizarles la estadía, entonces estas prácticas se están viendo no en el campo sino a través de diapositivas, es decir que estamos cayendo en lo que hemos criticado en otras universidades cuyas prácticas se reducen a un proyector de diapositivas. El otro elemento es que el parque tecnológico se vuelve obsoleto, no hay cómo reponerlo, entonces nos estamos atrasando en relación a otras universidades ya no del mundo desarrollado sino de la región, porque no tenemos cómo renovar nuestro parque tecnológico.
El profesor Amalio Belmonte, secretario de la UCV, ha advertido sobre un cierre técnico de la universidad inducido por el gobierno. Señaló que las facultades relacionadas con el área científica y de investigación confrontan serios problemas, porque no cuentan con los recursos necesarios. ¿Se hace investigación en la UCV?
Las cifras han demostrado a pesar de que tenemos todavía algunas universidades autónomas una posición importante en los ranking internacionales, se prevé que para los próximos años esas posiciones privilegiadas desciendan algunos escaños, porque las cifras demuestran que la tasa de producción de artículos científicos va en descenso desde el año 2011, cuando tuvimos el pico más alto de la producción científica y tecnológica en términos de artículos científicos. De 2011 a 2016 el descenso ha sido pronunciado, y le adelanto unas cifras a partir de un estudio que hice donde demostré que el aporte en artículos científicos que Venezuela ha estado haciendo a América Latina se ha venido reduciendo progresivamente desde 1999. En 1998 los venezolanos aportábamos el 4,3% de toda la producción de América Latina, hoy en día aportamos solamente el 1,23%; y en los próximos años, de seguir esta situación, el número de artículos que vamos a presentar al mundo será cada vez menor, porque precisamente quienes escriben los artículos son los que se fueron.
¿Es este un fenómeno que afecta a América Latina o se trata de un problema exclusivo de Venezuela?
Cuando revisamos las estadísticas observamos que países como Colombia tienen un altísimo nivel, siempre en crescendo en los últimos diez años, de artículos científicos, a pesar de que la inversión en ciencia y tecnología esta por debajo del 1% del PIB. En el caso de Uruguay, su inversión también está por debajo del 1% del PIB y sin embargo su producción tiende a incrementarse. Fíjate la casualidad en que países como Cuba, Venezuela y Argentina están descendiendo en su producción de artículos científicos, hay allí un elemento en común que es el modelo económico. El aporte de Chile para América Latina es del 7%. Nosotros producíamos por encima de Colombia hasta 2005, después de ahí, por cada artículo hecho en Venezuela, Colombia produce cuatro. No obstante, los voceros gubernamentales han declarado que la inversión en ciencia y tecnología ronda el 2,60% del PIB, cosa que es comparable con la inversión que realiza los Estados Unidos, esto no se comparece con la producción científica. ¿A dónde va a parar ese dinero?, no lo sabemos.
El filósofo Fernando Rodríguez dice que cuando todo acabe, habrá que restablecer el andamiaje intelectual del país y que esa reconstrucción debe comenzar por las universidades, invitando a los profesores que se han ido. ¿Está de acuerdo con esta observación?
Estoy totalmente de acuerdo con Fernando Rodríguez, porque el gran daño que se le ha hecho a Venezuela es haber promovido esa diáspora del talento humano formado con tanto esfuerzo. Seguimos dependiendo de la renta petrolera y no nos hemos dado cuenta de que el mundo entero ya se percató que lo que hay que depender es del talento humano. Nosotros por el contrario, estamos creando las condiciones para que ese talento vaya a enriquecer el acervo de otros países. Así que, después que esta pesadilla termine, habrá que convocar a esos intelectuales, a esos científicos, a esos innovadores y tecnólogos para la reconstrucción del país.
El ingeniero Víctor Poleo señala que estamos ante la aplicación de un guion criminal de “ingeniería social” para estrangular a la sociedad, ¿qué cree usted?
La expresión experimento social, la verdad, es un tanto gruesa, pero cuando uno revisa el guion de lo que ha pasado en Venezuela en los últimos diez años en materia de ciencia y tecnología, uno encuentra serios indicios. Pareciera haber una política deliberada, orientada a prescindir del talento humano, sobre la base que el talento humano siempre es levantisco, es contestatario y nunca sumiso, entonces se hace necesario prescindir de él. Esa política comenzó a partir del desprecio desde el Gobierno de los méritos académicos. El Gobierno colocó a la cabeza de los entes de la administración pública, no a los más capaces sino a los más leales, y eso ha significado como consecuencia parte de esta desgracia que hoy padecemos los venezolanos. Obtienes lealtad pero a cambio careces de calidad. De allí la improvisación en muchas áreas y por supuesto el consecuente fracaso.
SIN CREDIBILIDAD
¿Las expectativas de los venezolanos están puestas sobre la mesa de diálogo. Piensa usted que este diálogo arrojará resultados positivos?
El Gobierno ha perdido tres cosas fundamentales: perdió a la gente, perdió el dinero y perdió credibilidad. Un gobierno sin esos tres elementos, es un gobierno realmente endeble. ¿Dónde está la fortaleza en la que se sostiene esa mesa de cuatro patas, cuya cuarta pata serían las instituciones que controla de manera férrea y entre las que se encuentra la Fuerza Armada que literalmente está sosteniendo a un régimen endeble y agónico?
¿No se le ha ocurrido pensar que la Mesa de la Unidad anda por un lado y la gente por otro?
La Mesa de la Unidad es un mal necesario, porque plantearse una salida diferente a la salidas democráticas, a la salida institucional, a la salida a través del diálogo, sería demasiado traumático para una sociedad que ya ha sufrido mucho. Tengo puestas mis esperanzas en la mesa de diálogo, pero hago un llamado a los dialogantes que representan a la oposición: escuchen al pueblo, porque el pueblo está clamando por una salida a largo plazo porque ya no resiste, ya no soporta estas condiciones de vida, y para que se desaten los demonios, es mejor acelerar esas discusiones de manera efectiva, sin dejar de ser firme en las solicitudes, porque lo que está en juego es la estabilidad democrática y la paz de la república.
¿Considerando el problema del hambre, sería usted partidario de declarar la crisis humanitaria?
Es que hay una crisis humanitaria de hecho, aunque no la decreten, aunque ningún vocero del Gobierno la reconozca o pretenda desconocerla. El venezolano que se va a la cama sin comer, o que no puede enviar sus hijos a la escuela por esta razón, sabe y está plenamente consciente que está atravesando una crisis cuya única manera de calificarla es de humanitaria. Aquí lo que está en juego es la vida de los ciudadanos por vía de la alimentación o por vía de la escasez de medicinas e insumos médicos, y sumado a eso la inseguridad en la que se vive. ¿Cuán cerca estamos de la muerte con esa altísima inseguridad que se ha convertido en una de sus principales causas?, pues más cerca que nunca.
¿Qué hacer?
Mire, en última instancia, todo esto tiene que ver con el modelo económico que definitivamente ha distorsionado la economía y ha hecho prescindible para los jóvenes tener una carrera universitaria, porque no hay ninguna diferencia entre tenerla y no tenerla en términos de estándar de vida. Entonces, estudiar mucho para seguir viviendo igual o peor que cuando se comenzó a estudiar, no tiene ningún sentido, y los muchachos se están yendo por eso. El Gobierno tiene que eliminar esa concepción ideologizante de la educación, asumirla como la verdadera palanca del desarrollo y valorizar el talento humano de los profesionales con salarios dignos y mejores condiciones de vida.