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El pueblo está impaciente

carta-a-maduro

En materia de corrupción de funcionarios civiles y militares, su gobierno heredó y expandió las prácticas depredadoras y mafiosas admitidas, generadas y protegidas por el fallecido presidente Hugo Chávez Frías


Manuel Isidro Molina

A la juventud venezolana

víctima de la macro crisis moral

política, económica y social

generada por el bipartidismo del siglo XXI

Ciudadano

NICOLÁS MADURO MOROS

Presidente de la República

Caracas – Venezuela

Despidiendo este trágico año 2016, le vuelvo a escribir desde esta tribuna semanal, con el propósito de compartir preocupaciones venezolanistas como luchador social y político.

Le escribo con profunda indignación por el lamentable estadio de penurias y sufrimientos de nuestro pueblo, sometido a la peor crisis moral, política, económica y social, desde los tiempos de la Guerra Federal, entre los años 1859 y 1863. Ocurre durante su mandato presidencial, producto de sus errores político-administrativos, desconocimiento del derecho y los parámetros de la función pública, e incapacidad manifiesta para revertir la corrupción mafiosa y el abuso de poder estructurados durante el gobierno de su predecesor Hugo Chávez Frías, quien faltó gravemente al compromiso contraído por el Polo Patriótico en 1998, para la recuperación moral de la República, ya hundida en proceso lamentable de degradación durante las décadas de los años 70, 80 y 90 de la pasada centuria por los factores políticos, económicos y comunicacionales del bipartidismo del siglo XX.

Desde el punto de vista económico y financiero no podemos estar peor:

1.- El bolívar pulverizado por la incompetencia y la corrupción de los miembros del Directorio del Banco Central de Venezuela y los ministros de su gabinete económico;

2.- El producto interno bruto (PIB) destrozado, con indicadores subvalorativos o inexistentes, por la acción contumaz del presidente del BCV, Nelson Merentes y sus compañeros de Directorio;

3.- La mayoría de las empresas públicas e institutos del Estado en situación crítica de producción, productividad y solvencia financiera nacional e internacional;

4.- El costo de vida realmente genocida y totalmente descontrolado, a ritmo de hiperinflación;

5.- Un desastroso cáncer delictivo que no solo saquea las arcas públicas, degrada la calidad de obras y servicios públicos, sino que acosa a los emprendedores privados, empresas y trabajadores;

6.- El endeudamiento público gigantesco, incuantificable e inasible, tanto a nivel nacional como internacional, totalmente enmascarado por la opacidad de las cuentas públicas impuesta en Venezuela por el presidente Hugo Chávez Frías y continuada por usted.

Así cerramos 2016, Presidente, con una perspectiva atroz de mayor decrecimiento al 31.12, estimado de -10 % (FMI) a -25 % (Manuel Sutherland), todo lo cual desde el punto de vista social ha adquirido rango de crisis humanitaria en las área de alimentación-desnutrición y de salud-medicamentos-servicios hospitalarios, que la abusiva propaganda oficial y la manipulación del BCV intentan esconder puerilmente.

Con palabras del amigo y compañero de luchas Orlando Bottini Marín puedo describir el caos social existente:

“Nos encontramos viviendo una etapa de vergüenza que corroe el espíritu de dignidad como ciudadanos. Jamás debemos olvidar”, apreciaciones que usted ni nadie puede contrariar, sobre todo porque nuestros compatriotas están sufriendo tremendamente:

1.- La escasez de alimentos golpea a la familia venezolana, mientras los paliativos de distribución desplegados por su gobierno no solo son insuficientes cualitativa y cuantitativamente, además de esporádicos, sino desnaturalizados por la corrupción de funcionarios civiles, policiales y militares que toman para sí productos subsidiados que dejan de llegar al pueblo;

2.- La pulverización del bolívar y los mecanismos de acaparamiento, desvío delictivo de productos subsidiados y especulación criminal han desvanecido el poder adquisitivo de sueldos y salarios, bonos de alimentación y pensiones, que ciertamente han sido aumentados cuantitativamente por su gobierno, pero en forma desarticulada e insuficiente proporcionalmente, lo que los ha hecho prácticamente nugatorios.

3.- El problema de subalimentación y la consecuente desnutrición en amplias capas de la población venezolana es otro hecho alarmante, suficientemente denunciado por especialistas de la salud, sociólogos e investigadores universitarios, y ocultado delincuencialmente por las autoridades sanitarias de su gobierno;

4.- El caos hospitalario –sin medicamentos ni elementos básicos indispensables para el acto médico- golpea miserablemente a nuestra población y simultáneamente frustra el compromiso profesional de los equipos médicos y paramédicos.

5.- Esta precarización de la vida se hace insoportable para la mayoría de nuestra sociedad: pobres, trabajadoras, trabajadores y clase media empobrecida, lo que será acumulado y evidenciado por los levantamientos estadísticos inmediatos de entes públicos y privados especializados, a pesar de la opacidad de su gobierno.

Víctima de este caos social es nuestra juventud, Presidente: Sufrimos un vertiginoso proceso de muerte, drogadicción y flujo migratorio, que me permito llamar “hueco etario juvenil”, tan grave y doloroso, que no admite más indiferencia:

1.- El abrumador porcentaje de las personas fallecidas en ataques homicidas del hampa –incluidas víctimas entre banda criminales- o por la brutalidad policial y militar, son jóvenes entre 14 y 30 años de edad, en escandalosa cuantía que bordea los 25 a 30 mil homicidios anuales.

2.- Decenas de miles de heridos a bala con traumatismos irreparables de por vida, conforman una legión de lisiados que hay que sumar a esa otra endemia social, los traumatismos producto de accidentes viales, especialmente de jóvenes motorizados espuelados por la imprudencia, el exceso de alcohol y las drogas.

3.- Creciente fenómeno de drogadicción y tráfico de estupefacientes y psicotrópicos, que envuelve como víctimas y actores a los jóvenes.

4.- Al drama descrito, Presidente, debemos sumar el enorme hueco etario juvenil que afecta a centenares de miles de familias venezolanas: el flujo migratorio de más de un millón de compatriotas, parte importante de los cuales son profesionales y especialistas de las más diversas disciplinas, que incide también en la degradación del aparato productivo nacional y de las instituciones administrativas, educativas y de investigación de la nación.

Este enorme desastre juvenil es alarmante, sin exageración alguna, Presidente. No es para seguir echando chistes malos ni burlas ridículas o bailando salsa los domingos mientras el pueblo sufre, porque en mucho es su responsabilidad como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

La macro crisis que agobia a Venezuela, tiene un componente moral y ético descollante, malévolamente minimizado por usted como Jefe de Estado, la dirigencia del PSUV y los cinco Poderes Públicos, incluida la Asamblea Nacional, hoy mayoritariamente en manos de los dirigentes políticos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). No por casualidad, asistimos a una confrontación política de antología, en la cual los verdaderos intereses nacionales y los derechos del pueblo soberano han sido irresponsablemente soslayados, cuando no ignorados.

En materia de corrupción de funcionarios civiles y militares, su gobierno heredó y expandió las prácticas depredadoras y mafiosas admitidas, generadas y protegidas por el fallecido presidente Hugo Chávez Frías, quien traicionó uno de los principales compromisos del Polo Patriótico en 1998, cuando sus fundadores juramos torcer el rumbo de corrupción impuesto por el bipartidismo del siglo XX.

La corrupción, durante su gobierno, se ha hipertrofiado hasta enervar a la sociedad venezolana:

1.- Es el principal caldo de cultivo del narcotráfico, de las bandas de homicidas y atracadores, y de las mafias para el enriquecimiento ilícito de civiles y militares, activos y retirados.

2.- Tráfico de divisas, contrabando desde y hacia nuestras fronteras, y el desmesurado crecimiento de las bandas delictivas de todo tipo, han tenido como soporte reproductor a los corruptos del sistema de justicia que involucra a los poderes Ejecutivo, Judicial y Ciudadano.

La tapa del frasco de este año horribílis, ha sido la inepta y torpe implementación del nuevo “cono monetario” y la desmonetización del billete de Bs. 100. Huelgan descripciones, que desde la absurda cotidianidad desnudan su talante y el de Nelson Merentes, presidente del BCV.

No le digo más, Presidente. El espacio obliga.

Espero haberlo estimulado a reflexionar responsablemente. Solo le sugiero afablemente, que por la paz y el desarrollo armónico de Venezuela, analice bien la posibilidad de renunciar a la primera magistratura del Estado, como está previsto en la Constitución. Usted escoge si hacerlo antes o después del 10 de enero, que está encima.

El pueblo, sufriendo mucho, está impaciente y no espera.

¡Feliz navidad!

Amigo,

Manuel Isidro Molina

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