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No hay comida, ni medicinas, ni billetes pero venceremos

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Firmeza y lealtad no significa callar los problemas graves que afectan hoy al sufrido pueblo de Venezuela


Jesús Silva R.

El que me diga que es más revolucionario que yo, que me rete a un debate en TV y me lo demuestre, entonces que el pueblo decida. Lo que no haré es responder uno a uno a necios pseudo revolucionarios que me critican desde su triste vocación de chupamedias al Gobierno, sumisión y miedo a la crítica.

Durante años hemos defendido con firmeza y absoluta lealtad el hermoso sueño de la Revolución Bolivariana, lo seguiremos haciendo, hasta a China hemos ido a parar. Ver video: Jesús Silva en TV China – Venezuelan Lawyer in CCTV https://youtu.be/uPK5knf6Olk  

Sin embargo firmeza y lealtad no significa callar los problemas graves que afectan hoy al sufrido pueblo de Venezuela, por eso, insistimos, hay historias dramáticas que se deben contar porque sirven para que mucha gente dormida abra los ojos, incluyendo a miembros del propio Gobierno, por esto comentaremos aquí un caso estremecedor…   Recuerden: “la verdad es la más hermosa de las acusaciones”.

Un venezolano sale a la calle en época de Navidad, su mujer y sus hijos lo esperan en casa preparando lo que será la primera cena navideña. Ese padre de familia entra al supermercado, no hay carne ni pollo. Pregunta a la cajera y la respuesta es: la semana que viene, haciendo la cola desde temprano y por número de cédula. Conclusión: no hay comida.

Sustituyendo el vacío alimentario con sardina y mortadela, el mismo compatriota sale rumbo a la farmacia, su núcleo familiar le pide acetaminofen porque el frío decembrino de Caracas amenaza con síntomas de resfriado. Llega al mostrador de esa cosa que llaman “FaltaTodo” aunque por televisión le pongan otro nombre. Y ¡sorpresa! la respuesta es no tenemos acetaminofen ni nada parecido. Conclusión: no hay medicinas.

Dolido por la escasez, este ciudadano de a pie no se rinde. Fija su mirada en un retrato de su Comandante Chávez y de pronto se llena de valor y espíritu de sacrificio. Se dice a sí mismo: Chávez murió por nosotros, no tengo derecho a rendirme. Entonces este orgulloso chavista de a pie, que nada material se ha ganado ni le a pedido a la revolución, resiste con cabeza en alto los dolores de la vida obrera porque vive lleno de ilusiones socialistas, recorre seis supermercados más y seis farmacias más, finalmente consigue todo lo que busca pero no lo puede comprar porque fallan los puntos de venta, también fallan los cajeros automáticos. Conclusión: no hay billetes.

No lo puede evitar, una lágrima se escapa por su mejilla. Vuelve casa, los vecinos son todos opositores y lo ven con rabia, incluyendo uno que es bachaquero y tiene “enchufe con el Gobierno”, ese se le acerca y le vende los productos al triple del precio legal: carne, pollo y acetaminofen. El chavista de a pie le compra y no es delito sino estado de necesidad, o sea, sus opciones son: pagarle al bachaquero o dejar morir a su gente por hambre o enfermedad. Decide pagar. Y el bachaquero le dice: Toma tu patria.

Todavía conmovido por tanto dolor diario, el protagonista de este cuento prende el televisor, un canal de ficción le cuenta que todo va bien pero eso no se parece a la calle. Mira en la pantalla caras repetidas, atrás una masa de gente que aplaude, no se sabe por qué, dicen que el territorio nacional se encuentra totalmente abastecido, que el pueblo va ganando la guerra económica, que viene llegando un cargamento de medicinas de India y Palestina. No coman arepa, coman yuca o ñame para tumbar a Lorenzo y etcétera, etcétera, etcértera.

Ese padre de familia se dice a sí mismo que va a seguir luchando, no por un grupo elitesco y pantallero, ni por oportunistas pedantes que no respetan a nadie, ni por falsos profetas, sino por su familia, su patria, su pueblo, su dignidad personal y su sueño socialista que nadie se lo borra. Este hombre dice mañana será mejor. Conclusión: venceremos.

En la vida real, este venezolano puedes ser tú o yo.