La llegada del nuevo mandatario estadounidense al poder ha creado tensiones políticas severas que ponen a prueba a la democracia liberal más antigua
Jesús Silva
Respondo a muchos que preguntan: 18 jóvenes profesionales de diferentes países a nivel mundial fuimos seleccionados por trayectoria para analizar el sistema político constitucional en los Estados Unidos de América. Esa selección me permitió el honor de representar a Venezuela internacionalmente durante enero de 2017 a través de una larga serie de encuentros en varias ciudades con prestigiosos doctores, el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil.
Paralelamente asistí a la toma de posesión presidencial de Donald Trump en Washington y cerca estuve de concretar entrevista con este personaje a través de amigos periodistas, pero enfocándome en mi misión académica principal el tiempo no alcanzó para ese acto y compromisos me obligaban a retornar a Venezuela en febrero.
Ahora bien, la llegada del nuevo mandatario estadounidense al poder ha creado tensiones políticas severas que ponen a prueba a la democracia liberal más antigua (1787) y más grande del mundo en términos de población. En este contexto la interrogante es: ¿puede la acción de un Presidente políticamente desafiante desestabilizar al régimen constitucional estadounidense o por el contrario el entramado de instituciones públicas e incluso los poderes fácticos empujarán a Trump a negociar un Gobierno moderado?
Mientras eso se aclara, las tensiones políticas crecen porque no hay democracia perfecta. En efecto, el modelo democrático burgués estadounidense ha engendrado contradicciones dentro de su propio seno, dicho en lenguaje terrenal, hay un conflicto “inter capitalista” en el que un empresario billonario elegido como Presidente entra en discusión con fuerzas tradicionales del Estado más rico y poderoso del planeta.
Para gobernar y hacer cambios radicales, Trump tiene fuertes herramientas como la presidencia del país, apoyo del Congreso en ambas cámaras y se encamina a obtener una mayoría de magistrados conservadores en la Corte Suprema de Justicia que teóricamente es favorable para su administración.
Sin embargo, a Donald se le opone una coalición poderosa: el Partido Demócrata, un ala disidente del Partido Republicano y la mayoría de los grandes medios de comunicación que en EEUU se conocen como “mainstream media” y sus “opinionizers” (opinadores que generan matrices).
En lo que al pueblo respecta, una mitad lo quiere y la otra no, ya que fue protagonista de un empate técnico en el voto popular contra la candidata Clinton, sin embargo todo Presidente que gobierna con astucia puede ganar más apoyo en comparación a lo alcanzado en su época de candidato, porque al final las masas se anotan con el vencedor.
Luego de años conociendo al pueblo de EEUU, sus instituciones y el idioma, pienso que esa nación podrá superar las actuales tensiones y reducir las amenazas contra su estabilidad política mediante los tres grandes principios constitucionales de su democracia liberal:
1.- Separación de poderes, que Ejecutivo, Legislativo y Judicial puedan actuar con independencia y de ese modo establecer un equilibrio de fuerzas dentro del Estado.
2.- Controles y contrapesos, que los distintos poderes públicos puedan vigilarse mutuamente e impedir abusos de cualquiera de las ramas del poder.
3.- Federalismo, que el poder del Estado se divida jerárquicamente en tres niveles que son federal (máximo rango nacional), estadal (en 50 estados) y local (en ciudades, condados y distritos), con lo cual cada quien hace su tarea y no invade el espacio del otro.
Conclusión: hay cosas que comparto de EEUU y otras que no, pero respeto la voluntad constitucional de su pueblo y espero que las relaciones con Venezuela puedan mejorar en esta nueva etapa, sobre la base del respeto mutuo y el diálogo amistoso.