“¿Han visto a algún diputado de la oposición peleando para que se abra una investigación sobre la lista Cadivi? Eso no existe, en el Gobierno tampoco, dice el exministro de Interior y hombre cercano a Hugo Chávez
Andreina García Reina
“A mí me retiraron en julio de 2014, siendo ministro del Interior y director del Sebin. Esa para mí fue una señal de que iba para afuera del Gobierno”, sopesa el mayor general (r) Miguel Rodríguez Torres sobre su salida del Ejecutivo hace tres años. Rodríguez Torres, uno de los siete miembros del alto mando político de Hugo Chávez, manifiesta que la corrupción sigue siendo una de las deudas que tiene la revolución con los postulados que les llevaron a alzarse el 4 de Febrero de 1992.
Para el militar que estuvo detrás de los servicios de inteligencia de Chávez, hay que “rescatar la ética en la política venezolana”, “madurar políticamente” y “poner de lado a estos dos grupos que quieren imponer la hegemonía y asumir primero los intereses de la gente”.
Muy crítico a la gestión de Nicolás Maduro a través de su cuenta de Twitter, el militar encargado de tomar La Casona el 4F considera que en el actual Ejecutivo existe una “hipersensibilidad a la crítica”. “Es increíble que a estas alturas quienes lideran el Gobierno crean que todo el mundo tiene que pensar igualito” dice y destaca que al hacer críticas “te ponen todos los epítetos que quieren. Te llaman traidor”.
El hombre que se encargó de convertir la antigua Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) en el Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebin) pone de relieve la necesidad de superar “el resentimiento profundo que existe en la sociedad por razones fundamentalmente políticas” y que los venezolanos entiendan que “el perdón es necesario para poder abordar las otras fases de la crisis”.
Tras ser destituido de su cargo en 2014 en una cadena presidencial en la que Maduro indicó que Rodríguez Torres tomaría unas vacaciones, el exministro se ha dedicado en los últimos meses a recorrer el país para conocer de primera mano cuáles son las necesidades de la gente, para propiciar diálogo y tomar nota, según explica.
En exclusiva para “La Razón”, Rodríguez Torres da su versión sobre los señalamientos que se le hacen sobre la represión y violación a los derechos humanos durante la ola de protestas de 2014, niega la existencia de una estructura dentro de la Fuerza Armada Bolivariana con nexos con el narcotráfico y asegura que Hugo Chávez sí murió en el Hospital Militar en marzo de 2013.
Ha dicho que se ha reunido, que ha recorrido el país… ¿tiene aspiraciones presidenciales?
Ahora la gente no está esperando quién quiere ser presidente, está esperando propuestas para resolver sus problemas. En eso estamos nosotros, generando diálogos y vamos viendo, explicando, tomando notas. A los que podemos ayudar les ayudamos, les damos a las comunidades posibilidades de organización y opinión. La gente está muy dispuesta a participar. Es una de las cosas que hay que recuperar, la participación ciudadana que está en la Constitución, en el modelo democrático que eligió el pueblo a través de la Constituyente, que es la democracia participativa y protagónica. Una de las cosas por las que más tenemos que luchar hoy es por defender la democracia. Esa debe ser la bandera de los venezolanos y no solamente la democracia en el país, sino en sus instituciones y en sus organizaciones políticas. En el PSUV hay actuaciones completamente alejadas de la democracia…
Así como en Acción Democrática…
Así como en Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular. El respeto a los liderazgos locales es una cosa que ningún partido de este país ha aprendido a asumir. Ni el PSUV, ni la MUD, ni nadie. Hay líderes locales que son muy buenos, muy respetados, pero llega uno de Caracas e impone al candidato.
A 25 AÑOS DEL 4F
En los actos conmemorativos este año no se le vio en el Cuartel de la Montaña ni en Maracay. ¿Quiere decir que está más cercano a la disidencia que al Gobierno?
Estuve en Maracay, pero antes de que llegaran las autoridades me retiré porque tenía una situación familiar que resolver, pero allí estuve y saludé a todos los compañeros, muy cercanos.
Recientemente se estrenó la novela colombiana “El Comandante”, que inicia con los hechos del 4F. Allí retrataron a soldados que estaban en desconocimiento de que iban a un alzamiento militar ¿Fue así?
Te voy a hablar por los soldados que estaban conmigo. Ninguno estaba en desconocimiento. Es más, cuando recibo el autobús con los 38 soldados, eran 35 soldados y tres oficiales. Dos oficiales murieron en La Casona: Carregal Cruz y Cabrera Landaeta. Cuando entré al autobús, les expliqué exactamente a qué íbamos. Les dije que el que no quisiera ir estaba en su derecho de bajarse y que no sería criticado por nada. Me dijeron: “No, mi capitán, nosotros vamos con usted”. Todos se vinieron conmigo. No hubo nadie obligado ni nadie engañado. Eso es mentira, por lo menos en mi unidad.
¿Cuál fue su participación el 4F?
A mí me correspondió el 4F rodear La Casona y evitar que salieran de allí refuerzos hacia Miraflores. Esa era mi misión.
Su compañero Jesús Urdaneta Hernández ha dicho que participar el 4F había sido uno de los principales errores de su vida. ¿Qué opina usted?
Respeto lo que él piense de sí mismo. Yo nunca me arrepiento de lo que hago. De todas las experiencias que uno tiene en la vida aprende, sobre todo en las experiencias malas. Cuando una experiencia es mala uno piensa por qué pasó, qué no hice bien. Cuando son buenas, se celebra, pero yo creo que de todas las experiencias se aprende. Eso fue un proceso histórico. Eso no ocurrió porque un día nos paramos nosotros con ganas de insurgir contra el Gobierno.
¿Cómo fue?
Fue un proceso histórico que se fue construyendo en función a las condiciones objetivas y subjetivas que fueron convergiendo y produjeron ese alzamiento. Realmente no tengo nada de qué arrepentirme.
Sin embargo ese día murieron cuatro oficiales…
Murieron nueve, tengo entendido.
¿No cree que esa violencia con la que ocurrió el alzamiento pudo haberse abordado de otra manera?
Lo que pasa es que tienes que conocer cómo ocurrieron los hechos…
“En el PSUV hay actuaciones completamente alejadas de la democracia”
¿Cómo ocurrieron?
La violencia ocurre cuando yo estoy rodeando La Casona y llegan unidades de la Disip [Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención, actual Servicio Bolivariano de Inteligencia] y me atacan. Nosotros éramos 38, en La Casona había más de 700. Unas patrullas de la Disip nos dispararon a los que veníamos caminando hacia La Casona y ahí empezó una refriega que no paró más nunca. Eso después de que arranca no lo puedes parar. Y como comprenderás estábamos en total desventaja, tácticamente, no hablo del tema político. Yo tenía 38 hombres, ellos 700. Ellos estaban montados en unos muros y yo estaba abajo en el estacionamiento. La ventaja no la tenía yo. Ellos pudieron en algún momento parar la situación, pero decidieron combatir y nosotros decidimos resistir hasta que pudimos. De hecho, cuando entrego las armas no tenía ni una munición disponible. Me mataron a un soldado al lado mío. A nadie le puede gustar eso, porque duele ver a un soldado que conoces desde que entró al cuartel, al lado de uno. Es una experiencia histórica. La vivimos, la digerimos, aprendimos de ella. Fui preso por más de dos años por esos hechos, procesado y no con las garantías de hoy. En esos tiempos a uno lo metían en un tigrito, pasaba una semana metido allí y nadie chistaba. No había derechos humanos. No había defensa de nada. Pero lo asumimos, aprendimos y por eso decimos que nunca la violencia puede volver a ser el camino en este país.
¿Hoy existen condiciones similares a las que los llevaron a alzarse en 1992?
Las condiciones objetivas son muy similares en algunos casos. En aquel momento había productos de todo tipo, pero con un precios a los que nadie tenía acceso. Ahora se combinan las cosas. La inflación es altísima y no tenemos los productos. Sin embargo, el Gobierno toma acciones como los CLAP que permiten paliar la situación en los sectores populares. Pero si bien los postulados del 4F se fueron trabajando mientras estuvo el comandante Chávez, hoy hay muchas deudas que saldar de la propuesta del 4F, entre ellas la lucha contra la corrupción. Creo que hay que desarrollar una política concreta de lucha contra la corrupción, la lista Cadivi por ejemplo. ¿Han visto a algún diputado de la oposición peleando para que se abra una investigación sobre la lista Cadivi? Eso no existe, en el Gobierno tampoco. ¿Qué pasa allí que nadie quiere que se investigue? ¿Por qué no sacamos esa lista públicamente y se abre una investigación seria? Que se haga una auditoría a esa lista porque no necesariamente porque salgas en la lista eres culpable. Muchos empresarios cumplieron, pero hay una cantidad de bandidos que se hicieron ricos con el acceso a los dólares y deben salir desnudos. La corrupción es una de las grandes deudas que tenemos con el 4F.
HIPERSENSIBILIDAD A LA CRÍTICA
¿Qué opinión tiene sobre estos grupos que se consideran chavistas pero se han denominado disidentes del Gobierno? Hablo sobre Marea Socialista, de los exministros Héctor Navarro, Jorge Giordani y Ana Elisa Osorio…
Eso, más que producto del descontento de los que estamos en una posición crítica, es producto de la intolerancia de los que están en el poder. Porque cuando haces una crítica, en vez de llamarte y sentarse para discutir te señalan de lo primero que se les ocurra. Te ponen todos los epítetos que quieren. Te llaman traidor, te llaman salta talanquera, pero creo que es un tema de intolerancia e inmadurez política. ¿Quién puede pensar que Ana Elisa Osorio es una opositora al chavismo? Ella es chavista y ha demostrado en los momentos más difíciles que es una mujer chavista, aunque podamos tener diferencias. Es increíble que a estas alturas quienes lideran el Gobierno crean que todo el mundo tiene que pensar igualito. No. Tenemos que aprender a discutir y debatir nuestras ideas.
¿Es ese uno de los principales errores que ha tenido el chavismo y el Gobierno?
Cuando el presidente Maduro empezó logramos convencerlo de que había que dialogar, pero se dialogó muy poco. Yo lo hice. Si revisas un poco qué hice cuando era ministro, puedes ver que fui a todos los estados del país, hablé con todos los gobernadores, con todos los alcaldes, incluyendo los de oposición. Estuve siete u ocho horas sentado con Capriles Radonski, con Gerardo Blyde, [Carlos] Ocariz, con todos los que tienen gobierno aquí en la capital y discutimos exclusivamente los problemas de seguridad que tiene el país, en este caso los de sus municipios y empezamos a trabajar en equipo por la necesidad de la gente. Ahí la primera condición en esas reuniones era que no se iba a hablar de política, el tema central era resolver la seguridad de la gente. Así lo asumieron todos, con algunas excepciones, recuerdo a [Enzo] Scaranno en Valencia, que metió el tema político pero después conversamos y les dimos patrullas, motos y los asesoramos en la construcción de los cuadrantes. Definimos la instalación y ubicación de cámaras con equipos técnicos en los municipios. Empezamos a trabajar por la seguridad de la gente y poco a poco vimos resultados porque todos convergimos en un mismo objetivo. Ese es el diálogo que se necesita. Ojalá que lo hagan ahora en la mesa de diálogo y definan los planes de seguridad con especialistas de ambos sectores y los conviertan en una ley. Eso es lo que esperan los venezolanos porque es uno de los principales problemas. Tomar la propuesta de Unasur, en economía, discutirla con los mejores economistas del mundo y del país para salir de la crisis y firmar un plan y una ley entre todos. En las elecciones veremos quién gana, pero hay que buscar soluciones. No tiene sentido dialogar si no vas a buscar soluciones.
Recuerdo que cuando el presidente Maduro lo separó de su cargo dijo que se tomaría unas vacaciones, ¿por qué se separa del Gobierno?
Llevo ya tres años de vacaciones. No sé. El presidente no me dijo nunca nada.
¿Se enteró por la televisión?
Estaba viendo la cadena y dije “me cambiaron, qué maravilla”, entonces me llamó Diosdado [Cabello] y conversé con él, que es un gran amigo, y me dijo que había sido una decisión del presidente. La razón no la sabemos. No la supo Diosdado y yo tampoco.
¿De su parte había intenciones de desvincularse del Gobierno?
Yo vengo de ser del alto mando político del Comandante Chávez, en ese alto mando éramos siete personas. Yo era el secretario del alto mando político, siempre mantuve una voz crítica en ese alto mando porque tenía la posibilidad de decir las cosas como las veía. Cuando se cometían errores lo decía y me valía mucho de que era jefe de los servicios de inteligencia para tener información de primera mano. Con Chávez se podía hablar en crítica, él podía debatir muy duro, pero asumía la crítica, pero ahora no es así.
¿Eso quiere decir que el presidente Maduro no dialoga con la crítica?
No, ahí no hay manera de criticar nada. La primera crítica que hice fue que hay que dialogar y me dijeron traidor, salta talanquera, todo lo que se les ocurrió. Yo simplemente decía que este país tiene que sentarse a dialogar para buscar la solución a sus problemas. Hay una hipersensibilidad a la crítica y en la democracia es una tendencia bastante mala.
En estos años fuera del Gobierno ha sido bastante crítico, ¿cuáles son los principales obstáculos para alcanzar la soberanía alimentaria?
El desarrollo de políticas públicas que apuntalen eso, que eviten que se importen los alimentos hasta que se active la economía, pero es sentarse con los productores. Por ejemplo, Agropatria no funciona y si no entendemos que no funciona no lo podemos corregir. ¿Por qué no llamamos a los de Agroisleña [los dueños antes de que fuera expropiada], que además hacen negocios en Cuba, y los invitamos a una asociación estratégica por su experiencia y conocimiento? Los productores se apoyaban mucho en ellos. La crítica que se le hacía era que Agroisleña se excedía en los cobros de los intereses que le pechaba a los productores pequeños y medianos. ¿El Estado no tiene capacidad de regular eso? ¿No era más fácil regular eso y seguir produciendo que quitarle la empresa? En lo que se le genere la confianza a la gente, el aparato productivo arranca. El venezolano es trabajador, eso de que es flojo es puro cuento.
Ha dicho que puede haber perdón pero no impunidad, ¿a quiénes habría que responsabilizar por el declive de la producción agropecuaria?
En un tuit lo puse, uno de los grandes responsables es Elías Jaua, que desarrolló una política pública hacia el campo muy mala. No sé si por ignorancia, desconocimiento, no sé por qué razón, pero así fue. Estamos viendo las consecuencias, incluso esa gran desmotivación que hay de ir al campo a producir viene de los tiempos de él como ministro. Eso hay que corregirlo. Creo que hay que buscar a la Contraloría de la República, que asuma su rol, buscar una empresa de esas contraloras grandes del mundo y meterle la lupa a los últimos 10 años de las compras de alimentos en Venezuela, pero a fondo. Ahí vas a conseguir de todo. Eso sería moralizante para el país, inclusive se podría iniciar un proceso de repatriación de capitales. Mientras más importes, más negocios sucios se hacen, sobre todo con controles como Cadivi.
LA FANB Y EL NARCOTRÁFICO
Hay instancias judiciales de EEUU investigando los nexos entre la FANB y el narcotráfico. ¿Existe el Cartel de los Soles?
No. Creo que hay mucha especulación. Que la Fuerza Armada tenga una estructura que se dedique al narcotráfico, eso no existe. Por lo menos, yo nunca lo pude determinar así, habiéndolo investigado mucho. ¿Qué hay funcionarios de la FANB que se involucran en el narcotráfico? Sí. Pero son casos de pequeñas organizaciones que parten de un líder que las organiza y trafica con droga. De hecho se han visto muchos oficiales presos por estar traficando droga. Pero que exista un cartel que se dedique estructuralmente a hacerlo, no lo puedo certificar.
“Hay una hipersensibilidad a la crítica y en la democracia es una tendencia bastante mala”
Durante la ola de manifestaciones de 2014 fue muy señalado por la manera cómo los organismos de seguridad afrontaron la situación. Se habló de tratos crueles, torturas…
Una de las cosas que percibí durante 2014 en las protestas, en las guarimbas, es que aquí hay gente que pretende incendiar lo que le dé la gana y que nadie les toque un cabello porque “mi derecho a la protesta es constitucional”. Pasé como tres meses en San Cristóbal desmontando la guarimba. Lo que había ahí no era una guarimba o una protesta normal. Sin duda había una insurrección dirigida y pensada. Conté 97 barricadas desde un helicóptero. Todas las barricadas tenían bloques de concreto con cables que electrificaban la barricada, por lo menos 15 metros de lado y lado con cabillas enterradas. Era imposible penetrar por ese sector y de paso si te acercabas te disparaban. Me acerqué con un tanque de la Guardia a las 3.00 am y nos espicharon los cauchos a tiros. Eso era una insurrección armada, no era juego. Los medios no lo comprendieron y no le dieron la cobertura correcta. Ahí agarramos a un señor de los Estados Unidos con dos fusiles M16, gente armada, colombianos solicitados por narcotráfico en las barricadas, muchachos que murieron electrificando las barricadas. Eso fue una cosa brutal. Yo no había visto algo así. El primer día que fui, uno llega por el aeropuerto de Santo Domingo a 45 minutos de la ciudad, el humo llegaba al aeropuerto. Imagina el incendio que había. Partí en el helicóptero hacia Paramillo y cuando fuimos a aterrizar, como en una meseta, a todos los bordes les prendieron candela. Tuvimos que despegar de emergencia. La gente no puede pretender que una cosa como esa tú actúes cómo. Solo se veía un carro por la parte baja de la ciudad moviéndose. Cuando logramos aterrizar en un campo de béisbol y llegar al Comando de la Guardia, el gobernador dormía en una colchoneta en el comando porque no podía llegar a su casa porque no había cómo circular. Pasé toda una noche pensando y hablando con unos compañeros para desmontar eso. No lo podíamos hacer militarmente, imagínate las muertes que iban a haber. Pensábamos cómo desmontar la violencia sin usar las armas. Me llevé al comandante del CEO [Comando Estratégico Operacional], que era Padrino López, al comandante de la Guardia, al comandante del regional, al comandante de la región y definimos que íbamos a resolver eso dialogando y así lo hicimos, por eso duré tres meses. Hablé con los sectores universitarios, hablé con los pocos estudiantes que realmente estaban en esas trincheras porque había de todo menos estudiantes, hablé con la iglesia católica, con la iglesia evangélica, con los dueños de las emisoras de radio, con los dueños de los periódicos, era todos los días diálogo con la gente. Empezó la cosa a desmontarse con equipos de ingeniería militar y en algunas barricadas se produjeron confrontaciones duras, que son cosas que el ministro no las puede controlar. Las instrucciones a los oficiales de la Guardia era respeto máximo a la vida de la gente, no podemos caer en esto. De hecho hay tres oficiales presos por eso, hay guardias presos, policías presos porque no utilizaban las técnicas correctas de orden público. Fue una cosa muy dura, muy difícil de desmontar. Fundamentalmente se desmontó con el diálogo, ahí están todos los videos de lo que se dialogó en esa ciudad. Impresionante. Al final se logró desmontar todo y se llevaron a 300 policías nacionales que terminaron de quitar las barricadas. Nos mataron policías allí. La cosa no es juego. Todo el mundo dice que el Gobierno es represor, violador de los derechos humanos.
Muchas ONG han salido denunciando violaciones sistemáticas al momento de las detenciones, que golpearon, vejaron, arrodillaron sobre chapas y abusaron a los detenidos…
No descarto que haya funcionarios que comenten excesos. Eso es difícil de descartar, pero no es la norma. Fui jefe de la Disip varios años y me tocó convertir a la Disip en el Sebin. Nosotros humanizamos profundamente lo que fue la Disip. Te aseguro que si ves los procedimientos que hacían cuando eran Disip… me preocupa que veo otra vez una desviación hacia allá, los veo como retrocediendo. Vi a comisarios decir “bueno vamos a hacer tres allanamientos hoy” y los funcionarios preguntaban por la orden y los comisarios decían “sin orden, no tenemos orden, aquí la ley soy yo”. Así funcionaba la Disip. Yo no era director todavía, era jefe de una división que se llamaba operaciones clandestinas. Era común, era normal. Todo eso fue cambiando. Ahora no hay ningún funcionario del Sebin que no sea profesional. Se empezaron a hacer talleres de derechos humanos y tecnología, para tratar de que la inteligencia use la más avanzada tecnología y menos contacto físico con la gente. ¿Hay funcionarios que cometen excesos? Claro. Siempre los hay y hay que denunciarlos. Sé que muchos están presos por cometer faltas.
Durante su paso por la Disip el narcotraficante vinculado a las FARC, José María Corredor Ibagué, alias El Boyaco, se escapó de la Disip. ¿Hubo complicidad interna? ¿Cómo se escapó?
Cuando eso ocurrió intervine la división de investigaciones que es la que tiene los presos. Se hicieron cuatro detenciones a funcionarios que tenían todos los indicios de estar involucrados en la fuga de ese caballero. Esos funcionarios quedaron detenidos, después yo fui destituido de la Disip y no sé en qué paró el juicio. Sé que dos quedaron presos. Mucha gente piensa que el director está al lado de los presos. Ahora los presos están en el Helicoide y el Sebin en Plaza Venezuela. Uno no está en capacidad de saber detalladamente qué ocurre allí, pero sí se hizo una intervención de la dirección.
El informe pendiente
¿Cuándo fue la última vez que vio a Hugo Chávez?
El día que falleció. Cuando el Comandante Chávez se fue a operar en Cuba la última vez, él pidió que cinco personas se encargaran de traerlo, específicamente a dos les correspondía el traslado porque no quería ser visto. Diosdado [Cabello] y yo teníamos esa misión. Diosdado tuvo que aprender a manejar cualquier cantidad de equipos médicos para poder bajar del avión y trasladar al Comandante y a mí me tocó la parte desde la entrada en el Hospital Militar, hasta su habitación. Había que evacuar todo eso. Él pidió que esas cinco personas permanecieran en una oficina en el Hospital para cualquier requerimiento. Me mantuve todos los días allí, hasta que falleció. Estuve en la última reunión que hizo el Comandante Chávez. Algún día me sentaré a contarles todo lo que se habló en esa reunión.
¿Y tenía fuerzas para hablar cinco horas?
Tenía un método para hablar y hacerse entender.
Hay muchas especulaciones. Dicen que murió en Cuba y lo trajeron muerto. ¿Usted da fe de que se murió aquí en Venezuela?
Claro y del día que murió. No es invento. No sé por qué piensan que se murió en Cuba. Yo lo recibí en la puerta del Hospital. Lo llevé a su habitación, hasta el día que falleció. Le mandábamos los papeles que él pedía, él los revisaba. Él me pidió que hablara con [Jorge] Giordani para que le hiciera un informe sobre la situación económica y la situación petrolera. Ese informe final que hizo Giordani lo guardé de recuerdo. Él no llegó a verlo, porque el día que se lo iba a entregar fue que falleció.
El feudo del coronel Carrizales
¿Qué ocurre entre el gobernador Ramón Carrizales y su padre, Jorge Rodríguez Galvis, alcalde metropolitano del Alto Apure?
El irrespeto a los líderes locales y a la democracia interna del partido. Creo que el coronel Carrizales ha querido gobernar allá como si Apure fuera un cuartel y mi papá es un hombre demócrata, civilista y se opuso a políticas de Carrizales, que buscaban imponer a los alcaldes la manera como debían gastar el presupuesto. Las diferencias se hicieron irreconciliables. Ese gobernador ha dedicado creo que más de la mitad de su período de gobierno a hablar mal de mi papá, de mi mamá, de mi familia, de manera ofensiva y hasta muy baja. Ya es una rencilla, más que política, personal y eso le hace daño al estado Apure. Ves que al Alto Apure le quitan el presupuesto, entonces no tiene presupuesto de funcionamiento. No le pagan a los trabajadores y dicen que va a pagar directo la Onapre y viola la ley. Se convierte eso en el feudo de Carrizales. Mi papá ha dado una batalla política allá, pero con los mínimos recursos que tiene esa alcaldía allá, que funciona para dos municipios. Eso es un estado que hay que recuperar para el chavismo real.
Silenciar medios adversos
El Estado no le vende papel a “La Razón” desde hace más de 16 semanas y no dan explicaciones. ¿Cree que es algo coyuntural o responde a razones políticas?¿Durante el tiempo que Chávez estuvo vivo hubo intenciones de silenciar a medios críticos como “La Razón”?
Me parece una política errada de control mediático. Yo que fui jefe de inteligencia de Chávez, nunca me dijo que hiciera nada contra ningún medio. A Chávez le gustaba caerse a palo con los medios. Tú me dices, yo te respondo. A él le gustaba ese debate duro con los medios. Nunca me dijo persigue a este, vigila al otro, de dónde saca la plata. Nada. La confrontación con los medios se asumía como eso, una confrontación política. Eso que vive “La Razón” lo deben estar viviendo todos los medios impresos del país por la escasez de papel, creo que es por esa política errada de querer centralizar todo. No sé si obedece a que no tienen los recursos para comprar el papel u obedece a una política para ir silenciando medios adversos, medios críticos.