Venezuela necesita un mando revolucionario, nacionalista, venezolano. Un mando firme, con autoridad moral, dotado de ideas y conocimientos
Julián Rivas
Hay una campaña por hacer que Venezuela sea vista en el escenario internacional como una nación atribulada. Difícilmente puede decirse que el país que preside el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) está aislado. Pero Estados Unidos y sus aliados de la derecha global persisten en presentar a Venezuela como un pueblo en aprietos.
Leamos la prensa de esta semana: “El Senado de Estados Unidos aprobó por unanimidad una resolución en la que expresa su profunda preocupación por la situación política, económica, social y de crisis humanitaria en Venezuela, urge a la liberación inmediata de todos los presos políticos y llama al respeto de la Constitución y del proceso democrático. La resolución afirma el apoyo que se da a los esfuerzos del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, y anima a los Estados miembro a tomar los pasos adicionales para afrontar la crisis que sufre Venezuela. La situación en Venezuela sigue deteriorándose”. Fin de la cita.
Lo primero que había que decir es que no hay nada nuevo en lo que respecta a los actores y/o promotores de tal resolución. La derecha regional, la Mesa de Oposición o como se llame en Venezuela, el señor Almagro. Rector en todo esto está la clase política o establecimiento norteamericano.
Una resolución de este tipo conmina al nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a tomar nuevas acciones, ejecutivas sería el caso, contra Venezuela. Cosas de la política que debemos tener presente. El anglosionismo está activo y empujando fuerte para que el gobierno de Trump tenga una agenda punitiva contra Venezuela. ¿Pero podrá? Si los venezolanos nos unimos en un frente nacional de defensa del país, fracasará este cerco.
El académico e investigador Fareed Zakaria señala que algunos teóricos de la política burocrática gringa, como Graham Allison, explican la política exterior de una nación como el resultado de las rivalidades internas entre diversos organismos del Estado. De allí este raro pingpong entre congresistas y funcionarios del Ejecutivo de Estados Unidos.
Muy interesante. Lo curioso es que aquí muchos con poder político parece que no lo han entendido. Qué cuando está en juego el futuro de Venezuela siguen dando pruebas de la incomprensión del momento histórico. Siguen jugando al control de organismos, de cargos, colonización de puestos públicos o a la faramallería.
Obviamente, los gringos son la potencia imperial. Sobre Venezuela pende la amenaza del dominio anglosionista. Desde Colombia, no lo duden, juegan fuerte para que los factores de poder en Estados Unidos, intervengan en los asuntos de Venezuela. La izquierda uruguaya, que antes venía a buscar dólares en Venezuela, descubrió que la maquinita que hace los dólares está en los Estados Unidos.
Zakaria toma otra idea ajena. En esta ocasión de Robert Gilpin, y advierte que ·todos los estados intentan dominar el territorio y el comportamiento de los demás, así como la economía mundial; la diferencia está en que sólo los países ricos pueden dar satisfacción a esta tendencia”.
Esta pretensión de los senadores demócratas y republicanos por imponer una agenda política al presidente de los Estados Unidos, incluso en asuntos de política exterior, no es nueva. Eso es histórico. Habrá que ver el desarrollo de esta pretensión respecto a Venezuela. Ya en el siglo diecinueve se ventiló el futuro de Cuba o República Dominicana en los pasillos del Congreso y la Casa Blanca. Pobres políticos latinoamericanos.
No creo que este señor Trump tenga algo bueno. Pero los actores de la administración Obama–Clinton siguen firmes en sus pretensiones de controlar a Venezuela. ¿Qué hacemos o qué hemos hecho los venezolanos? Muy poco, por ahora. A Trump hay que exigirle respeto desde una posición de unidad nacional. Los asuntos de orden económico debemos resolverlos los venezolanos. Recursos hay.
Venga y le digo: Colombia es parte de la confabulación contra Venezuela. Santos y Uribe se dan la mano. Pero aquí los politiqueros, incluyendo mandatarios regionales, están más interesados en hacer negocios en la frontera. Esto es parte del problema.
Causa mucha curiosidad ese empeño en buscar espacios para el intervencionismo humanitario en Venezuela y no en Colombia, donde hay decenas de miles de desaparecidos. Igualmente el hambre en la Guajira colombiana debería ser preocupación de los gringos y la OEA. La matanza de sindicalistas en Honduras, México y Colombia. Los asesinatos de periodistas en países vecinos tienen repercusión mundial. Los fraudes electorales, los atajos inconstitucionales, los presos políticos en España y Estados Unidos quedan en el silencio, olvidados por la red mediática.
Venezuela necesita un mando revolucionario, nacionalista, venezolano. Un mando firme, con autoridad moral, dotado de ideas y conocimientos que le permitan desenmascarar a una clase política latinoamericana que con el cuento de la democracia burguesa es adherente del concepto imperial de los Estados Unidos.
A tales efectos necesitamos un gran frente de unidad nacional revolucionario, con el Ejecutivo a la cabeza. Por eso es que debemos denunciar y condenar la irresponsabilidad histórica de un Parlamento cuya mayoría circunstancial, derechista para más señas, se ha puesto de lado de los agresores de nuestro país. La ofensiva es contra Venezuela y tiene un objetivo claro, apropiarse de sus riquezas.
Frente a un complot internacional las circunstancias imponen, de manera perentoria, ampliar la alianza cívico militar, sin dejar afuera ningún factor revolucionario, bolivariano, nacionalista, socialista. La mezquindad es mala consejera, sobre todo en las circunstancias en que el país es agredido.
Este debe ser el norte de la política de aquí en adelante. Permanente. No circunstancial. Eso obviamente obliga a buscar corregir errores de dirección. ¡Viva el pueblo!