Psuv y MUD son iguales en las cosas trascendentes y en aquéllas de menor grado
Luis Fuenmayor Toro
No voy a iniciar con la referencia al origen de los términos de izquierda y derecha, pues son muy bien conocidos en el mundo occidental por lo menos. En nuestro país, esta terminología se utiliza mucho, sobre todo luego que Chávez llegara al poder y le sirviera para impulsar la polarización política, que benefició a su proyecto y a sus opositores tradicionales hasta hace poco. El calificativo describe conductas políticas e ideológicas, en prácticamente todos los aspectos de la vida. Se es una persona de izquierda o de derecha, respectivamente, en relación con el favorecimiento que se le dé al trabajo o al capital, a los trabajadores o a la burguesía, al colectivo o al individuo, a las condiciones de vida de los pobres o a la acumulación de riquezas, al control del mercado o a su libertad, a las posiciones de cambio o a las conservadoras, a la soberanía de las naciones o a su limitación ante tratados internacionales, a la inmunidad de jurisdicción o a su inexistencia, a la propiedad pública o a la privada de las riquezas naturales.
En principio serían posiciones o conductas antagónicas y excluyentes, pero como la vida social y política es tan heterogénea y la subjetividad y conducta humanas tan complejas, no es fácil aplicar esta clasificación a las personas y grupos. Todos hemos conocido gente con ideas y juicios morales muy conservadores, lo que haría pensar que se trata de gente de derecha, pero al mismo tiempo son muy recios en su defensa de los valores colectivos de la nación, lo que los clasificaría como izquierdistas. Muchas veces las ideas y posiciones conservadoras (derechistas) resultan muy izquierdistas al aplicarlas a la defensa de la cultura y de la historia. Quien no recuerda a Lara Peña, hombre rígido y muy conservador, pero un defensor de la integridad territorial venezolana que haría sonrojar a muchos de nuestros gobernantes actuales, si tuvieran vergüenza, quienes presumen de ser unos grandes izquierdistas pero han sido cobardes y acomodaticios ante las pretensiones territoriales de Guyana y de Colombia.
Lo dicho exigiría una cuantificación en grados del izquierdismo/derechismo, que en efecto existe con las calificaciones de ultraizquierda y ultraderecha, para quienes están en el extremo en ambos casos. A lo mejor se podría elaborar unas tablas, como ésas que usan los psiquiatras y psicólogos en la clasificación de conductas normales y patológicas, que nos podrían ayudar en la medición de los grados de una y otra manifestación en nuestros políticos y gobernantes, amén de aquéllos fuera de nuestras fronteras, aunque evaluaciones cuantitativas tan finas posiblemente perderían su significado político. En todo caso, la clasificación de la gente como de centro, centroizquierda, izquierda y ultraizquierda o extrema izquierda, y sus equivalentes en la derecha, sigue siendo utilizada a la hora de clasificar rápidamente a la gente, partidos y movimientos políticos y a sus líderes, para darnos cuente de “por dónde van los tiros”. Si esta clasificación no tuviera ninguna utilidad, se habría dejado de utilizar hace tiempo.
Sin embargo, este tipo de valoración general deja fuera, no sólo detalles, sino cuestiones que pueden ser y de hecho son fundamentales en las conductas políticas de las personas, sus dirigentes y gobernantes. Al ex presidente Herrera Campíns cualquiera lo clasificaría como un hombre de derecha o centro derecha, lo que no nos ayudaría a comprender la forma valiente en que enfrentó la agresión inglesa contra Argentina, durante el conflicto de las Malvinas. Y no sólo fue una solidaridad declarativa, Venezuela entregó al gobierno argentino dos aviones de la FAV, bombas, torpedos, tanques lanzables para aviones Mirage III y repuestos de estos aviones. Ya fuera del gobierno, Luis Herrera condenó la invasión estadounidense a Panamá para destituir al presidente Noriega. De hecho, cerró como orador un acto de repudio a la invasión, convocado por el Rectorado de la UCV en la Plaza Caracas, donde estuvieron también como oradores Teodoro Petkoff, Jorge Rodríguez h. y yo como Rector.
En el caso de nuestro Gobierno y de la MUD, que representa a una parte importante de la oposición al régimen, algunos líderes de grupos desgajados del chavecismo oficial han señalado a ambos como partes de la derecha política; hablan de que en el país existen dos derechas. Sin entrar a discutir inicialmente si son dos derechas o dos izquierdas, es claro que lo señalado significa que son iguales, cosa en la cual estamos totalmente de acuerdo. Y son iguales en las cosas trascendentes y en aquéllas de menor grado. El modelo económico que defiende la MUD es idéntico al instrumentado desde sus inicios por Chávez y continuado por Maduro. Se basa en la exportación de materia prima, combustible fósil, petróleo crudo, sin agregarle mayor valor. Es continuar haciendo lo que se inició en los años veinte del siglo pasado con Juan Vicente Gómez. Venezuela vive de exportar petróleo y compra todo lo demás en el exterior, a través de las importaciones con las divisas obtenidas del petróleo. Es muy poco lo producido internamente.
El sector privado venezolano ha hecho sus riquezas en negocios con el Gobierno y ha sido constreñido más por Chávez y Maduro que en el pasado adecocopeyano. Siempre ha dependido de las divisas producidas por el Estado. Modelo rentista petrolero, capitalismo de Estado o como quiera llamárselo, sin ninguna proposición diferente de los actores principales de la actual confrontación. El chavecismo y Maduro han sido más grotescos en este sentido que AD y COPEI, pero es cuestión de grados, meras diferencias cuantitativas, nada cualitativo. Bajo desarrollo científico y tecnológico, universidades docentes, número de ingenieros y científicos similar al de los países subdesarrollados, bajo índice de escolaridad de la población, la mayor parte de la misma en condiciones de pobreza; empleo precario, indicadores mediocres de salud, servicios públicos deficientes, inseguridad personal y jurídica, déficit habitacional serio, barrios marginales en las ciudades y corrupción gubernamental y privada.
Si nos atenemos a lo señalado al principio se trata de dos derechas y no de una confrontación entre izquierda y derecha.