No hay dudas que la irracionalidad es la piedra angular sobre la cual se mueven todos los resortes del régimen
Rubén Osorio Canales
La aparición de la doctora Luisa Ortega, más cuerda que nunca, en la escena política, con un discurso tan claro y tan directo, además de desnudar la ilegalidad de su fraudulentas convocatoria, logró desencadenar los desencuentros en el seno de la FAN, ha dado razón a las críticas a la dictadura por una represión con intenciones de exterminio como las que llevan a cabo la GN, la PBV y los colectivos, ha re potenciado los desacuerdos en las propias filas del ejecutivo, donde una mayoría de ministros y altos funcionarios, unos más silenciosos que otros, manifiestan en privado sus desacuerdos con la manera de tratar la crisis. Y es por esas razones que los mejores exponente del insulto para rebatir las críticas, decidieron llamarla loca.
A todo eso que no es poco, hay que sumar la masiva deserción y protesta de la populosa militancia chavista que prefiere quedarse sin las bolsas Claps a aceptar la convocatoria de Maduro, destinada a matar a la democracia, pulverizar a la AN sustituyéndola por un armatoste dócil a toda capricho totalitario, montar un sistema electoral excluyente de las mayorías, castrar, cuando no liquidar, a los partidos políticos, inventar una nueva fiscalía a la medida de sus necesidades de impunidad, y ser más radicales a la hora de apretar las correas del sometimiento y de la “lealtad” en las individualidades que vayan a ocupar los restantes poderes.
Que alguien como la Fiscal, quien hasta hace poco compartió el mismo ideario, les diga con voz serena y totalmente ajustada a derecho, que la propuesta es espuria por inconstitucional, tenía que despertar la ira estridente de los radicales del autoritarismo. Que quien fue ficha confiable del oficialismo durante tantos años, ande diciendo que el pueblo tiene que ser consultado, que de no hacerlo se está violando la Constitución, que el país no puede ser sometido por un TSJ que no respeta, ni la ley, ni al ciudadano y menos aun a las restantes instituciones. Que las sentencias de un tribunal compuesto por incondicionales no calificados para ejercer esa función, ponen permanentemente en peligro la paz de la nación, el estado de derecho, y la ciudadanía. Que también se conspira con los daños irreparables de sentencias fuera de la ley. Que los magistrados de la sala constitucional pudieran estar incursos en el delito de conspiración. Que lo que busca el régimen es desmantelar el Estado. Que los verdaderos enemigos públicos de la Nación son los magistrados vendidos a las pretensiones totalitarias. Que de seguir esos magistrados en sus funciones, sería la muerte del derecho. Todo eso y muchos argumentos más que conforman las verdades de Luisa la loca, como la llaman los psicópatas del régimen, han desquiciado a la jerarquía y han abierto los ojos a la militancia del chavismo que padece, como el resto de los venezolanos, la tragedia nacional, y ha despertado la conciencia de aquellos militares que si creen que su función está en la defensa de la verdadera soberanía. El problema de Maduro y su entorno, es que todos los ojos del mundo que están puestos sobre el país, le creen a la Fiscal, que todos quienes queremos el revocatorio y las elecciones que la insania del régimen nos quitó, le creemos a la fiscal, y que lo que está diciendo Luisa la Loca, es lo mismo que venimos diciendo los venezolanos que queremos un cambio, que somos casi todos.
¿Qué hará el régimen para deshacerse de Luisa la loca? ¿enjuiciarla y mandarla a un manicomio? ¿Montarle un expediente, destituirla y ponerla presa? ¿hacer un acto de reflexión y detenerse en sus abusos, o seguir a como dé lugar por la senda de los delitos contra los derechos humanos y la constitución, sin importar la opinión de nadie que no se llame Castro Ruz?
Haga lo que haga la perversa insania del régimen, el daño que ha hecho la fiscal, está hecho y en la calle, y lo único que callaría el eco de las denuncias de Luisa la loca, es o que el régimen suspenda la convocatoria, o que las propias fuerzas que hasta ahora lo han apoyado, desistan de hacerlo.
No hay dudas que la irracionalidad es la piedra angular sobre la cual se mueven todos los resortes de un régimen que cada día se parece más a los generalatos dictatoriales del cono sur. Ponga su atención, querido lector, al lenguaje que utilizan y podrá constatar que ya hasta hablan igualito.